Mirar más allá
Algunos de los mejores libros publicados (o rescatados) en 2011 ofrecían la posibilidad de mirar más allá. A veces en el tiempo (para retomar ideas olvidadas) y otras en el espacio, para averiguar qué se ha hecho más allá de lo propio y lo conocido. A continuación, una pequeña selección de “libros del año” que pueden servir para abrir las miras.
Muerte y vida de las grandes ciudades (Capitán Swing), de Jane Jacobs.
Nuestro mundo no es la América de los años sesenta, pero sería necio despreciar la lección de los inconvenientes del crecimiento urbano y absurdo no repensar por qué no triunfaron las protestas humanizantes de Jacobs en un tiempo en el que podemos comprobar los efectos del triunfo de los coches sobre los peatones en pueblos y metrópolis y las consecuencias de la urbanización bunquerizada que convierte los condominios en guetos y las calles en lugares peligrosos.
Para ir más allá en el propio conocimiento, el libro Formalismo Puro (Tenov), de David Bestué, invita a repensar la historia de la arquitectura española del siglo XX y de esta primera década del XXI. El artista catalán emplea la arquitectura como retrato social y psicológico de épocas y autores. Así, de Gaudí a Alejandro Zaera, el libro analiza tanto la esencia de los maestros como la de los grandes olvidados de la arquitectura española: Emilio Pérez Piñero, Alfons Soldevila o Casto Fernández Shaw, entre los rescatados con memoria.
Para un experto en arquitectura latinoamericana como el arquitecto barcelonés Miquel Adriá, la chilena es hoy “tras una existencia marginal, la arquitectura más interesante y original de todo el continente americano”. Pueden comprobarlo con el libro Blanca Montaña (Editorial Puro Chile), donde se dan cita proyectos que dialogan con el arte y el territorio, -como los Hoteles Explora Atacama o Remota en Puerto Natales de José Cruz Ovalle y Garmán del Sol-, obras que devuelven a la arquitectura una versión autóctona de la modernidad, -como las “cajas” de Mathias Koltz- o trabajos que reviven la tradición constructiva de la escasez, -como las viviendas Incrementales de Alejandro Aravena y Elemental-. También, y de la mano de Cecilia Puga, el estudio FAR o Smiljan Radic, el libro analiza los proyectos que, en opinión de Adriá, mejor conectan con el debate internacional. Con la voluntad de ir más allá, la antología ofrece una sorprendente mirada panorámica, y crítica, sobre la arquitectura chilena de los últimos 20 años.
Finalmente, otro libro, Arquitecturas colectivas –que se hizo este año con el premio FAD de pensamiento y ensayo (Editorial Vibok), narra la vida de 42 módulos prefabricados en su periplo del desmantelamiento de un asentamiento provisional a su transformación en todo tipo de arquitecturas para evitar un desguace anunciado. Esas arquitecturas de subsistencia se han convertido en un modelo capaz de solucionar muchos de los problemas que la arquitectura académica todavía no ha detectado siquiera.
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