Diseño y alta costura para iluminar las calles
Propuesta de David Delfín
¿Debería la oscuridad reinar en las calles durante estas fiestas en solidaridad con el ánimo de los ciudadanos o tendrían sentido las luces de colores para iluminar y alegrar sus paseos? ¿Venderían menos los comerciantes sin el reclamo de la iluminación navideña? ¿Limitarían sus salidas turistas o ciudadanos si las calles no estuvieran engalanadas? A la idea de celebración, tradición y espectáculo efímero se agarran tenderos y empresarios a la hora de teñir de colores, luces y formas los paseos de urbes y pueblos. Se trata de fomentar el ajetreo callejero en época de frío y de provocar la sorpresa en tiempos de pocos brillos. Con esa voluntad de fiesta y sorpresa las luminarias han renovado su forma, sus brillos y también su mensaje. Una empresa española apuesta por exportar el diseño nacional con ideas capaces de vestir de fiesta calles y centros comerciales con algo más que regalos, espumillones y hojas de acebo.
Hace 65 años, la familia Ximénez montó en Puente Genil una empresa de iluminación decorativa. Tras décadas de llevar luz a fiestas, carnavales y ferias, en 1999 decidieron que el fin, por imperativo legal, de las bombillas incandescentes debía acabar también con el sinfín de tópicos asociados a la iluminación callejera festiva. Así, de la mano de arquitectos, diseñadores y modistos, la nueva firma Ilméx, filial de esa empresa familiar, se ha dedicado a actualizar la tradición de decorar las calles con luces poniendo al día la técnica (renovada con leds), el diseño, el mensaje y hasta la propia idea de decoración luminosa. Lo curioso de esta actualización de los ornamentos es que no sólo pone al día el medio, como resultado de actualizar las luminarias también se altera el objetivo. Ya no se trata solo de llevar luz y color a las calles, la idea consiste también en colgar mensajes. El objetivo es aprovechar la sorpresa para decir algo, para lanzar una pregunta, un comentario o para hacer pensar. Así, si el año pasado eran Purificación García o Sergio Sebastián quienes firmaban los diseños de regalos y cintas luminosas que pudieron verse en las calles de Madrid, este año es el modisto David Delfín quien propone venas y arterias rojas y azuladas, la obra City Beat, para engalanar espacios exteriores e interiores. La arquitecta Teresa Sapey repite encargo y esta vez recurre a los juegos geométricos para colorear el cielo de las ciudades. En el lado más conceptual, otro arquitecto, Luis Úrculo, teje una máscara de ladrillos silueteados en blanco para la Sra Noche “muy tímida, muy reservada y también muy cotilla”, cuenta. Un proyectista más, el madrileño Andrés Jaque hace del propio planeta su motivo navideño y Modesto Lomba abandona el color generalizado para, desde una plata sin brillos, vestir con elegantes brazaletes y gargantillas el cielo de la ciudad.
La búsqueda de la emoción lleva a otra diseñadora de moda, Amaya Arzuaga a rotular villancicos populares en rojo sobre el fondo del cielo oscurecido y, puestos a jugar, a distraer y a sorprender, el grafista Roberto Turégano echa mano del op art y decora con ilusiones ópticas: papel de regalo iluminado. La empresa Ilméx asegura que el año pasado 615.000 viajeros se detuvieron en Madrid para sorprenderse ante las luces navideñas de la ciudad. Desde Puente Genil retan a no menospreciar esa tradición asegurando que su receta para “estimular los sentidos con experiencias que inciten a la compra” pasa por decorar, que no disfrazar, las calles de las ciudades.
Propuesta de Andrés Jaque
Propuesta de Luis Úrculo
Propuesta de Modesto Lomba
Propuesta de Teresa Sapey
Propuesta de Amaya Arzuaga
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.