Crónica de la Contracumbre: desesperadamente lento, desesperadamente poco

Después de casi 5 días de negociaciones, el ritmo es desesperadamente lento. Se vuelven a abrir asuntos ya acordados, se vuelven a enmendar textos que ya estaban cerrados en Cancun hace un año, se ponen nuevas trabas… y el tiempo sigue pasando y seguimos incrementando las emisiones de CO2 y por tanto seguimos calentando el planeta.

El rumor por los pasillos es ahora que los países se dan por vencidos en ir más lejos en las reducciones de emisiones de gases antes del 2020, que era el objetivo inicial, y empiezan a hablar de reducciones post 2020. Básicamente se trata de mezquinos posicionamientos políticos por los que los gestores actuales pasan la bola a los futuros. Simplificando mucho se puede resumir así: Como algunas de las medidas pueden no ser del agrado de mis electores, negocio esas medidas a partir del 2020, cuando yo ya este disfrutando de mi pensión vitalicia de exministro, exparlamentario o exalgo, y se come el marrón el que este en ese momento. Uno no puede sino desesperarse con tanta inacción. Lo más triste es que si se actuara ahora con urgencia y con determinación, lo peor todavía se puede evitar, y es una pena, cabrea, ver como dejamos pasar el tiempo, un tiempo que dentro de poco nos va a faltar.

La sensación de impotencia y de cabreo es más grande estando aquí, tan cerca, viendo todo el día a los negociadores entragetados y repeinados entrando y saliendo de las reuniones. Dan ganas de agarrar a un negociador de USA de la chaqueta (es el país que más iniciativas bloquea), zarandearle y exigirle a voces, que se dejen de dar tantas vueltas y se comprometan de una puñetera vez a tomar medidas para evitar que el clima se caliente más, para conseguir que el planeta donde van a crecer mis dos hijos sea un sitio más fácil, pero no valdría más que para arrugarle la chaqueta y meterme en líos.

Ayer recibí un email de un amigo en Barcelona que se ha quedado en paro. Otro más. Entiendo que la situación en casa está muy fea y que no haya espacio para hablar de lo que va a pasar dentro de pocos años, sobre todo de los que les va a pasar a otros, pero estaría bien prestar más atención. Me entristece ver que los medios de comunicación en España siguen sin hacerse eco de las negociaciones; que los intereses a los que España coloca su deuda siguen siendo la noticia más fascinante del día y no haya ni un pequeño recuadro informando sobre qué está pasando con los que negocian el futuro del planeta.