Sueños de fútbol en Somalia
Por un día los medios no hablaron de Somalia como país en guerra y azotado por la hambruna. O al menos no hablaron sólo del hambre y la violencia en Somalia.
El miércoles 16 de noviembre, los Ocean Stars se enfrentaban a los Walya Antelopes en Addis Abeba. O lo que es lo mismo: la selección de fútbol de Somalia se enfrentaba a la de Etiopía en la capital de este país. En juego, seguir soñando con ocupar uno de los cinco puestos que África tiene reservados para el Mundial de Fútbol de 2014 en Brasil. Era el partido de vuelta de la primera ronda, que da lugar a una fase de 10 grupos en la que los primeros de cada grupo se jugarán a doble partido la clasificación para Brasil.
Aunque llegar al mundial es para ambos equipos poco más que un sueño, había mucha expectación ante la celebración de este partido entre Somalia y Etiopía. También porque aunque los ‘antílopes’ eran claramente favoritos, no habían podido pasar del empate a cero en el partido de ida, celebrado en Yibuti una semana antes debido a la imposibilidad de jugar en Somalia por cuestiones de seguridad.
Etiopía empezó fuerte y a los cinco minutos consiguió marcar el primer gol de la eliminatoria a través de Omod Okwury, un delantero de 21 años. Entonces pareció que la victoria etíope iba a ser fácil y abultada pero los locales no acertaron en varias ocasiones claras y la primera parte finalizó con un arriesgado 1-0 para Etiopía.
A partir de este vídeo, en YouTube se puede ver el partido entero.
Al final, 5-0 para Etiopía en el partido de vuelta y en el total de la eliminatoria. En la siguiente fase, los etíopes han quedado encuadrados en el grupo A junto con Sudáfrica, Botswana y la República Centroafricana, con los sudafricanos como claros favoritos para pasar a la siguiente ronda.
Mientras tanto, fin del sueño para la selección de Somalia. Aunque nadie lo habría dicho viendo la emoción de los miles de somalíes que acudieron al estadio. Hamdi Wardhere, un refugiado somalí citado por Voice of America, dijo que el resultado final era “estupendo” teniendo en cuenta las circunstancias. “Estoy encantado de cómo he visto a mi equipo y de cómo han jugado, estoy muy contento, de verdad”, dijo Wardhere. “Porque sé que mi equipo no ha tenido mucho entrenamiento mientras que Etiopía ha entrenado en Alemania, tuvieron tiempo de entrenar. Pero nosotros no tenemos un gobierno que pueda controlar esto y aportar fondos, así que estoy muy contento”.
En Etiopía viven cerca de 500.000 refugiados somalíes, 200.000 de ellos en la capital, Addis Abeba.
No es fácil ver o jugar al fútbol en Somalia, un país del que sólo solemos hablar por su perpetuo estado de guerra y ahora por la hambruna. Además, la milicia islamista rebelde Al Shabab prohibió ver partidos de fútbol en las zonas bajo su control, que aún comprenden grandes partes del centro y sur del país.
Grupos de chavales se disponen a jugar al fútbol en Mogadiscio (Foto: Somalia Campaign to Ban Landmines / Flickr)
La selección de Somalia ocupa el puesto 192 de 203 en el ránking de octubre de la FIFA. Como comparación, Somalia tiene 23 puntos en esta clasificación por los 1.624 que tiene España, que está en el primer lugar. Pero podría ser peor. Somalia está por delante de países como Yibuti, Mauritania, Andorra o San Marino, a pesar de que el país vive prácticamente en estado de guerra desde 1991. De hecho, hasta hace poco el Estadio de Mogadiscio era en realidad utlizado por Al Shabab para ejecuciones públicas.
Según los datos sorprendentemente precisos de la FIFA, en Somalia hay 546.268 futbolistas, lo que no está nada mal para un país con unos 9 millones de habitantes. De éstos, 28.868 están federados aunque en todo el país sólo haya 56 equipos reconocidos por el organismo internacional.
La estrella de la selección, y quizá el único futbolista que juega profesionalmente en el extranjero, es Cisse Aadan Abshir, un delantero de 25 años. Abshir dio el salto al Simba SC de la liga tanzana en 2004 y ese mismo año fichó por el Pietà Hotspurs de Malta. Desde la temporada 2006-07 juega en la liga noruega, primero lo hizo en el Lillestrøm SK de la primera división y desde 2009 en el Eidsvold Turn, que actualmente juega en lo que sería la ‘cuarta división’.
La liga somalí cuenta con ocho equipos. En la última temporada eran todos de Mogadiscio excepto el Horseed, de la ciudad de Merca, en la costa a unos 90 kilómetros al sur de la capital. El actual campeón es el Elman FC, que ha ganado la liga en ocho ocasiones y es uno de los equipos con más títulos del país, junto con el Banaadir Telecom y el Horseed.
Todos los partidos de la temporada pasada se jugaron en el estadio de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Mogadiscio, en un campo de tierra, donde a pesar de todo atraían una buena cantidad de público.
El Savana (de amarillo) y el Super Shell juegan un partido de la liga somalí en febrero de 2011 (Foto: Somalifootball.com)
Pero en ocasiones fútbol y conflicto se acaban cruzando en Mogadiscio. Como el 8 de marzo de este año, cuando un partido entre el Dekedda, -el equipo del puerto de la capital- y el Savana tuvo que ser suspendido cuando enfrentamientos entre Al Shabab y tropas del Gobierno a apenas un kilómetro del campo dejaron un herido de bala entre los espectadores. El día 29 de ese mismo mes, enfrentamientos también cerca del estadio, esta vez entre Al Shabab y las fuerzas de paz de la Unión Africana, AMISOM, dejaron otro herido, esta vez un periodista, que recibió una bala en el abdomen durante un partido entre el SITT y de nuevo el Dekedda. O también en mayo, cuado el presidente de la federación de fútbol, Said Mohamud Nor, sufrió un intento de asesinato en el que varios asaltantes le dispararon cuando se dirigía en coche a la sede de la federación.
La liga de fútbol somalí y dos partidos de la selección jugados en países vecinos no van a acabar con el hambre en Somalia ni va a poner fin al conflicto. Pero historias como ésta, con goles y con fallos delante de la portería, con la victoria y la derrota decidiéndose en un terreno de juego, dándole patadas a un balón, con miles de espectadores gritando el nombre de su equipo, deberían recordarnos a los periodistas que hay vida y realidad e historias que contar más allá de los niños escuálidos y las moscas y los AK-47.
Porque, sí, hay que escribir sobre la tragedia, hay que mostrarla a la opinión pública. Pero también deberíamos ser capaces de escribir sobre todo lo demás, sobre las personas que tratan de estudiar y de trabajar y hasta de jugar a fútbol a pesar de todo.
En las últimas semanas, en gran parte del sur y el centro del país el conflicto se ha visto acrecentado por la ofensiva militar keniana y, desde el sábado, por la entrada precisamente de tropas etíopes en territorio somalí. Sigue habiendo hambre mientras la ONU envía mensajes contradictorios sobre la hambruna, que parece retroceder pero también podría empeorar.
Pero en Mogadiscio, de donde Al Shabab se retiró a mediados de agosto, parece que la vida va poco a poco retornando a la normalidad. Últimamente llegan imágenes que no se veían desde hace años: los somalíes se atreven de nuevo a disfrutar de las playas de película de Mogadiscio.
Precisamente, Somalia también tiene equipo de fútbol playa, aunque de momento con sede en Suiza, donde también juega en la liga de fútbol playa de este país que carece de costa. El sobrenombre del equipo en Suiza es sarcásticamente apropiado: Los Piratas Somalíes. Quién sabe, quizá se acerque el momento de que estos particulares piratas vuelvan a casa, pero ésa será otra historia.
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