El edificio más sostenible de Holanda
FOTOS: Christian Richters
En algunos países, las instituciones han decidido llamar la atención de los ciudadanos con un tipo de arquitectura que concentra la espectacularidad en un funcionamiento sostenible. El instituto neerlandés para la ecología Nioo-knaw ha querido dar ejemplo inaugurando el que, aseguran, es ya el edificio institucional más sostenible de todo el país. Se trata de un inmueble levantado por los arquitectos Claus en Kaan junto al campus de la universidad de Wageningen, en el interior del país.
El edificio es un zócalo de vidrio abrazado por marquesinas de madera que actúan como parasoles y controlan el sol que entra en los laboratorios. En la parte trasera, persianas tradicionales sirven para decidir la cantidad de luz y calor que penetra en las oficinas y tres patios de luces centrales llevan también iluminación y ventilación natural al resto de los servicios que el edificio congrega en su interior. Sobre ese zócalo transparente, un cuerpo forrado en madera es la cara del auditorio, pero contiene también el restaurante, la cantina de los empleados y una terraza para el uso de los trabajadores. También la estructura de hormigón favorece la vida de las 170 personas que la semana pasada comenzaron a usar el instituto. Con huecos en los forjados, que posibilitan una comunicación más fácil, espacios de doble altura y lugares para reunión, el inmueble consigue que la apariencia de ligereza y flexibilidad se convierta en realidad a la hora de utilizarlo.
Esa paradójica fragilidad sólida que es la ligereza no es el único atributo que convierte al inmueble en modélico. El centro recicla sus aguas grises, está equipado con sistemas que reducen el consumo de agua y produce casi toda la energía que consume, además de evitar arquitectónicamente (con los parasoles y el aislamiento de la madera, los dobles vidrios y los patios de luces) el consumo inútil. El inmueble está además levantado con materiales craddle to craddle (provenientes del reciclaje y aptos para, llegado el caso, poder reciclarse de nuevo). Rodeada de estanques y de un zoo botánico para los cultivos experimentales, la sede del Instituto holandés de ecología es, en boca de los arquitectos, “la traducción racional de un programa”. Tiene 14.500 metros cuadrados y, según los proyectistas, su coste ascendió a 16 millones de euros.
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