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Réquiem por el 'glamour'

Hubo un tiempo en que llovía polvo de estrellas sobre el festival de San Sebastián.- Este año han comido 'pintxos' Glenn Close y Clive Owen.- Contentémonos con eso

Siempre estamos con las mismas en San Sebastián, allá por los idus de septiembre: "Pero, ¿dónde están las estrellas?", se pregunta el respetable por las cuatro esquinas del mapa urbano. Y resulta que las estrellas no están, o están poco. Ocurre que lo que una vez fue, durante unos días, allá por los cincuenta, los sesenta y los setenta, el epicentro universal del boato poblado por los dioses y diosas del celuloide se convirtió hace ya unos años en un bulevar de los sueños rotos. Sí, este año han comido pintxos en San Sebastián Glenn Close y Clive Owen. Contentémonos con eso.

Hubo un tiempo aquí, en San Sebastián, en que Kirk Douglas intentaba sin complejos cocinar y bailar el aurresku entre las mesas de la sociedad gastronómica Gaztelupe; un tiempo festivo en que Dino Restivo, aquel italiano simpático y zorruno con pinta de playboy profesional que ejercía de relaciones públicas del Festival de Cine y que estaba casado con la joyera donostiarra Angelita Martínez, paseaba en Rolls-Royce por la ciudad a una Liz Taylor en el esplendor de su carrera... o ayudaba a vestirse a la mismísima Kim Novak en su suite del María Cristina; un mundo de spleen y lentejuela diletante en el que Hitchcock se hacía fotos con las monjas de las iglesias del casco antiguo antes de asaltar, literalmente, los fogones de media ciudad, y en el que Chaplin provocaba el estupor con su presencia no anunciada en los toros. Llovía polvo de estrellas sobre la ciudad y su festival. Aquel tiempo pasó.

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Pero sería injusto instalar la nostalgia por el glamour perdido solo en aquella época dorada. Hay que recordar que ya en la época moderna del certamen, digamos los ochenta y los noventa, dioses y diosas como Gregory Peck, Lana Turner, Bette Davis, Robert Mitchum, Lauren Bacall, Mickey Rooney o Glenn Ford durmieron entre las sábanas de hilo del hotel María Cristina. Ningún otro superó, y será difícil que lo haga, el caso de la maravillosa Bette Davis, quien en 1989 dejó boquiabiertos a todos quienes tuvimos la fortuna de verla sobre el vetusto escenario del teatro Victoria Eugenia. Embutida en un inquietante vestido negro y tocada con un sombrero del mismo color, salió al escenario fumando en boquilla y mirando con displicencia al público, como diciendo: "Aquí estoy, rendíos a mis pies, pobres mortales". Apenas una semana después moría en su casa de París.

En la historia reciente del festival han acudido nombres de indudable tirón popular y proverbial currículo artístico: Meryl Streep, Richard Gere, Julia Roberts, Al Pacino, Robert de Niro, Michael Caine, Catherine Deneuve, Vanessa Redgrave, Michael Douglas, el músico Lou Reed y Woo­­dy Allen son algunos. Para conseguir que semejante nómina poblara al menos durante unas horas los salones del María Cristina, el festival pudo beneficiarse en tiempos de una colaboración impagable: la del artista y cineasta estadounidense Julian Schnabel, que durante varias ediciones llegó a convertirse en un auténtico embajador internacional de la cita donostiarra. Schnabel estaba emparejado por aquel entonces (ya no, y ahí se perdió la conexión Schnabel para el festival) con la modelo donostiarra Olatz López Garmendia.

Peck, Douglas, Mitchum, Hepburn, Turner, Bacall, Davis... las viejas estrellas lo eran por algo, un algo no solo cinematográfico, sino también icónico y simbólico, y cuando venían al festival solían demostrar con creces los porqués de su estela. Ruedas de prensa emocionantes, sesiones de fotos impagables, situaciones tragicómicas (como el año en el que coincidieron Lana Turner y Mickey Rooney, que se odiaban afablemente), cientos de fans agolpados sobre la alfombra roja que unía las puertas del hotel María Cristina y el teatro Victoria Eugenia... Hoy, salvo personalísimos ejercicios de autenticidad (como el protagonizado por Michael Caine cuando recogió su Premio Donostia y aseguró que esa recompensa le había ayudado a salir de un bache personal), el paso de las estrellas del cine por San Sebastián suele ser fugaz y sin emociones fuertes.

Además, hay pocas megaestrellas actuales capaces de provocar un colapso popular. Las hay. Se llaman Brad Pitt, Angelina Jolie, George Clooney, Tom Cruise... y la posibilidad de que un día lo visiten se aproxima a la utopía. Por otra parte, estamos ante un certamen cuyos responsables nunca han querido oír hablar de estrellas-florero. Y hacen bien.

Al fin y al cabo, San Sebastián aloja un festival de cine... no de majorettes.

FABIAN ESTIVALS (CORBIS)
GIANNI FERRARI (GETTY)
Anne Sinclair
Anne SinclairBRYAN SMITH (CORBIS)

El bulevar de los sueños rotos

BETTE DAVIES. En 1989, la primera dama del cine en blanco y negro recibía en su suite del María Cristina con su sempiterna boquilla humeante. Y así salió al escenario del Victoria Eugenia, fumando y mirando con displicencia al público. Una semana después murió en su casa de París.

LIZ TAYLOR. Aterrizó en 1973 apenas unas horas antes del pase de Una historia en la noche y perdieron sus maletas. Su improvisado sari no impidió el abucheo por llegar con una hora y cuarto de retraso a la gala.

KIRK DOUGLAS- Se le entregó el Premio Zulueta en la cuarta edición por Los vikingos (1958). Llegó dispuesto a demostrar sus habilidades culinarias en la sociedad Gaztelupe.

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