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No ofenderás a tu hija

Ana Pantaleoni

Como un mandamiento me lo tomo: no ofenderás a tu hijo en vano. Los niños tienen sus propias opiniones y si no que se lo pregunten a ella. La situación fue la siguiente: primer día de circo en el pueblo. Largas colas para entrar. Mucha emoción. Actúa Spiderman y ya se sabe. Tras pelear por un buen sitio (es lo que tienen las entradas de 10 euros, que no te dejan elegir sitio y te tienes que pelear con otra familia a partir de la fila seis -una buena entrada vale 25 euros-), logramos sentarnos y sacar los bocatas de pan de chicle (la madre no da para más). Medio mordisco después, los niños devuelven el bocata: no gracias, dicen ambos, se me ha pasado el hambre suelta la mayor, de cinco años.

Total, en la cuarta actuación aparece una mujer vestida de rosa cantando, lo más parecido a la bella de La bella y la bestia. ¡¡¡¡Y cómo cantaba!!!! Mal, muy mal. La niña, en la sexta fila, ni pestañear podía de la emoción... Fue su momento. Superadas una decena de actuaciones más (lo mejor, para el niño, las piruetas de Spiderman) y tras comprar las espadas láser que jamás debí adquirir, volvemos a casa. En el camino recalco lo mal que cantaba la señora de rosa. Lo digo con tono de cachondeo. Una broma a la que se suma su padre. "Sí la chica cantaba horribleeee". Y reímos.

Y es entonces cuando la niña se pone hecha una fiera como nunca antes la había visto: "¡Cómo podéis decir esto!". Y se pone a llorar, aprieta los dientes, hace una mueca de cabreo, que dura más de media hora. Un drama. Una semana después sigue defendiendo su tesis: "La mujer de rosa cantaba muy bien".

Esta es solo una anécdota. La pregunta es si hay que decir a los niños siempre la verdad, o lo que uno piensa que es verdad. Responde el psicólogo clínico Josep Maria Panés: "Tratándose de un tema que concierne a la subjetividad y a la infancia, esta pregunta no puede -como tantas otras- tener una única respuesta. ¿Cuáles serían, a mi juicio, los extremos a evitar? Por un lado, mentir a un niño sobre una cuestión de la que, más tarde o más temprano, tendrá que saber la verdad; aunque sea con el pretexto de protegerlo de lo doloroso o lo incómodo de esa verdad. Solemos juzgar la capacidad de un niño para entender las explicaciones de un adulto en función de su capacidad de expresión; craso error: un niño de tres años es capaz de entender cosas mucho más complejas y sutiles de las que es capaz de expresar, sobre todo si se refieren a lo más próximo e importante para él: la madre, el padre, las cosas que les suceden, las emociones que expresan, o las que dejan traslucir en lo que dicen o en lo que callan".

"En una situación como la descrita, probablemente lo más conveniente será darle al niño una explicación lo más cercana posible a la verdad, poniendo el acento en la capacidad de los padres para decidir lo más adecuado, y en el afecto de ambos hacia él", opina Panés. "Se trata, con eso, de no caer en el otro extremo: imponerse e imponerle al niño la tiranía de la verdad, haciendo de esta un ideal que hay que cumplir a rajatabla, y al que hay que sacrificar el sentido común y el respeto al otro. ¿Quién puede pretender que sabe toda la verdad, la verdad verdadera de algo tan complejo y lleno de matices como un problema emocional?"

"El niño tiene derecho a la verdad, pero seguramente también tiene derecho a que los adultos que le quieren y que se ocupan de él, velen algunas de las cosas que forman parte de la verdad, protegiéndole de todo aquello que ni necesita ni desea saber", continúa el experto. "Por ejemplo, el caso de una niña que, después de decir cuánto le gusta una cantante a la que acaba de escuchar, recibe de su madre un comentario crítico demoledor. Quizás esa madre tiene conocimientos para evaluar tanto las cualidades vocales de la cantante como su dominio de la técnica, y pretende, con su comentario, transmitirle a su hija que conviene tener una perspectiva crítica, ser riguroso en los juicios y las opiniones... Pero, ¿es ese el efecto que produce? No es seguro. Más allá de las buenas intenciones con las que se pretenda justificar una actitud así, probablemente esa niña recibirá ese comentario de su madre como la descalificación de algo valioso para ella; y, por tanto, es muy probable que ella misma se sienta descalificada por esa crítica, que resta todo valor a algo que para ella sí lo tiene. Más aún: es muy probable que sea la propia madre la que resulte, a su vez, descalificada por su gesto: porque no ha podido escuchar en las palabras de su hija la expresión de su capacidad para gozar y emocionarse escuchando una canción, más allá de la perfección técnica que, quizás, algún día apreciará".

Comentarios

Por favor aprende a escribir. Se escribe cuesta no vale, además no te vendría nada mal un curso de redacción.Es una vergüenza que un diario como el país permita estas aberraciones. Con razón nos infravaloran a los periodistas cuando cualquiera tiene cabida en un diario.
Es complejo no ofender a los niños, pero tampoco creo que sea mejor protegerlos de todo y que no vivan nunca decepciones. Sino, acabas diciendo tonterías como Rafa: se escribe cuesta y se escribe vale. Ambos son correctos.
Pues si a la niña le había gustado y tú te habías dado cuenta, no veo qué necesidad había de decirle que cantaba muy mal. No me extraña que se enfadase tanto de que le reventases la ilusión. Quizás te dio envidia que tu hija admirase a la cantante.
Pues todo depende del tipo de verdad, de lo que haya en juego contándola. En este caso, la verdad es una chorrada, así que la niña se puede quedar con su criterio sin ningún problema. Se le dice que la mujer cantaba bien y punto.
Pues yo creo que tienen que aprender el sentido del humor y diferentes opiniones, que no les va a pasar nada.
Qué bien la comprendo! A mí me ha pasado con un comentario más bien crítico sobre Bob Esponja, y la niña me ha dejado frío al responderme que debía respetar las opiniones de los demás, que yo no tenía el monopolio de la razón. En fin...
Buenas tardes, disculpa la molestia, me gusta mucho tu blog, me podrías decir como lo hiciste o donde sacaste la plantilla, para poder utilizar la misma plantilla en mi blog. de ante mano te agradezco Entre a país.com pero no encontrado el mismo modelo.
solo el necio confunde valor y precio.No es lo mismo valer que costar. El valor es intrínseco a algo independientemente de su precio o coste .Ejemplo 1:escribir bien vale de mucho a un periodista y le cuesta poco. Ejemplo 2: una entrada para el circo tiene mucho valor para un niño y no cuesta nada si te la regalan.Rafael tiene razón y más valía que alguno se leyera el diccionario antes de criticar aunque le costase un poco,¿vale?
Si la actuación de la "mujer de rosa" arrebató a la niña y la dejó sin palabras, esa mujer le dio a la pequeña el regalo más valioso: le hizo sentir el éxtasis que provoca la revelación de la belleza; la felicidad inefable que puede proporcionar el arte. La niña lo intuye, y la defiende de las burlas desconsideradas de los adultos. Bien por ella.
y sino que se lo pregunten a ella: por favor, y SI NO, que se lo pregunten a ella. Conjunción si + adverbio no, diferente a la conjunción SINO, cuyo significado se aproxima al de PERO. Gramática básica al menos si se va a escribir en un periódico.
Diccionario de la RAE: "Valer: 4. tr. Dicho de una cosa: Tener un precio determinado para la compra o la venta". Como periodista, agradezco e intento aprender de las correcciones que me hacen los lectores, pero pido que se hagan con respeto. No es necesario descalificar a nadie para hacer notar errores que creo que nadie está libre de cometer en su trabajo diario (la diferencia es que en esta profesión los errores quedan mucho más expuestos). Respecto al tema que plantea mi compañera Ana, no me ha ocurrido todavía nada parecido, pero supongo que los padres tenemos que aprender a recordar que los niños, sobre todo tan pequeños, no tienen aún ni nuestro sentido del humor ni nuestras vivencias, para refrenarnos a veces en nuestros comentarios. ¡Lo tendré en cuenta!
En este caso, la verdad, es bastante opinable, a mi me parecen aberraciones cantantes que están en lo más alto. Solo habría que decirle a la niña que a ti no te ha gustado, yo con mis hijos lo hago y no se ofenden, se asombran de que no me guste y me intentan convencer de lo guay que es. En el caso de que fuera una verdad real, también hay maneras y maneras de decir las cosas, no hay que ser tan contundente.
Rafael, te sugiero que aprendas a puntuar, ya que tanto criticas los fallos de los demás. Las comas existen para algo
Rafael, se agradece la lección de ortografía pero creo que vale mucho más la de respeto que te da Cecilia.
Creo que es bueno respetar el sentimiento subjetivo de la niña. "A ti te ha gustado ¿no, mi amor?". Porque a la niña, más allá de apreciaciones técnicas, le ha evocado una serie de cosas que la emocionan: princesas, cuentos de hadas, amor, la chica buena que convierte al ogro en príncipe..., en definitiva, mucha belleza que admirar. La técnica de la cantante queda muy en segundo plano para ella. En cuanto a decirles o no la verdad, los niños en general, y mucho más los de esta edad (antes de los 7), no distinguen entre realidad y fantasía, para ellos todo es posible... ¿quiénes somos los adultos para arrebatarles la ilusión? ¿tenemos que decirles "la verdad" acerca de, por ejemplo, los Reyes Magos? Dejémosles vivir su infancia llena de ilusión, sin engordar las falsedades pero sin arrasar su mundo de fantasía con nuestra racionalidad. Poco a poco, de la mano de unos padres amorosos y sensibles, irán ellos mismos descubriendo la realidad de las cosas. Y si no, esperad a los 7 años o así y me contáis si os preguntan acerca de los Reyes, o de Mickey Mouse... motu proprio.

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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