En el después
En un detalle no habitual, Zapatero propulsó el discurso de la candidatura de Rubalcaba. El relevo, en la política y en la vida, suele ser un trámite cargado de sospechas, si no zancadillas. Cuando Zapatero aseguró que tras el discurso habría un antes y un después calentó la expectativa. Tras los balbuceos promocionales, desde el "llamadme Alfredo", a los misterios de la Ppunto, parece que la firma Rubalcaba se impone, resumido en el popular erre que erre del vídeo que lo presenta con todos los adjetivos que la R da de sí. La R proviene del signo fenicio ros, cabeza, y algo hay de eso en Rubalcaba, cabeza del futuro socialista.
Pero llegados al Después aún pesa el Antes. Rubalcaba tendrá que arrancarle a su Después todos los Antes a los que muchos electores aún le asocian. Tarea complicada. Rajoy, otra erre que erre, no parece dispuesto a perdonarle los fardos. Pero la coincidencia del acto de Rubalcaba con su presencia junto a Aznar en los cursos de la Faes ejemplificaba que uno siempre carga con sus Antes hasta llegar a sus Después.
La estrategia de demolición basada en repetir que la gente quiere elecciones ya y que la llegada al poder del partido conservador será la milagrosa receta sanadora tiene un punto débil. Los populares gobiernan una cantidad enorme de comunidades donde ni las reformas, ni la dinamización, ni los estímulos de empleo parecen tener más éxito que las políticas nacionales. A juzgar por los institutos madrileños, a nuestros niños les espera un curso más depauperado y rácano que el pasado, y así sucesivamente. La urgencia para que Rubalcaba abandonara el Gobierno, escuchada al fin, deja otro detalle en el limbo. Rajoy salió del Gobierno de Aznar tras ser señalado como candidato un 31 de agosto, rumbo a aquellas elecciones de marzo. Así que Rubalcaba le ha ganado por 50 días en el alejamiento higiénico del poder por parte del candidato. Eso si no especulamos con la fecha electoral, deporte del verano, más que el surfing y el tenis de playa. Lo que está claro es que en la pelea noble de los candidatos por imponer sus Después a los Antes, que tan bien recordamos, va a residir la fe democrática de los españoles.
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