Vestir con piedra para desnudar
FOTOS: FERNANDO ALDA
El fallecido chef Santi Santamaría no estaba solo a la hora de tratar de recuperar la tradición para, a partir de ésta, construir una vanguardia gastronómica. La piedra abujardada del casco antiguo gerundense se cuela por las ventanas del nuevo restaurante del chef Pere Massana (una estrella Michelín) para vestir un local cuyo nombre, Nu (desnudo), es toda una declaración de intenciones.
Piedra granítica de las canteras locales, materiales del lugar y reconocibles, desnudez arquitectónica para retratar la búsqueda de la esencia. Esas son las bazas empleadas por el interiorista Francesc Rifé para comunicar los valores de Massana ante los fogones: el producto en estado natural.
Formado en la escuela Elisava de Barcelona, Frances Rifé (Igualada, 1969) es un tipo que se juega los proyectos a un par de decisiones drásticas, un par de materiales contrastados y una fórmula infalible: la resta. Aquí, era la piedra natural la que iba a ser capaz de coser pasado y futuro, interior y exterior de un mismo lugar. El objetivo era trabajar la piedra de forma contemporánea, evocando la tradición con un material autóctono y apoyando la apuesta de futuro sobre la actualización de esa tradición.
No es esta la primera vez que Rifé coge el cincel. En el reciente restaurante Arrop de Valencia ya hizo mano de la recuperación de este elemento, favorecido por las instalaciones del propio local, y convirtiendo la piedra en un elemento de sorpresa en un interior minimalista. En Girona, en cambio, la piedra granítica abujardada se anuncia en la fachada. Diferentes relieves cubren parcialmente la cara externa del restaurante para equilibrar un muro que deja entrar luz y protege la intimidad de los comensales. Esta apertura a la calle deja que el despiece pétreo del techo del comedor –que Rifé diseñó siguiendo el esquema de una cuadrícula y creando espacios en negativo para camuflar las instalaciones de luz, acústica y climatización- se asome a la ventana y pueda ser admirado desde la acera.
La convivencia entre interior y exterior, entre comensal y cocinero, trabajando en una gran barra, también de piedra clara pero revestida con opalina verde, tiene un eco en la disposición de las mesas de este local, que quiere ser más esencial que exclusivo y prefiere que los comensales se sienten en banco y se asomen a la ventana que protegerlos y aislarlos. El ejercicio de interiorismo de este restaurante pone el foco en la convivencia. Un ambiente cuidado y acogedor enmarca una comida natural. Aquí todo se entiende y todo se disfruta. Ahora y dentro de quince años.
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