Un año de amor
Hoy se cumple un año desde que decidí no ponerle más largas a un nuevo jefe y me armé de valor para tratar de entender qué podía ser el nuevo periodismo digital. En eso no me equivoqué. Ha sido un año de aprendizaje. Y las primeras conclusiones son que para participar en esta nueva época informativa uno debe aprender primero a curtirse. Segundo, a razonar con lo irracional. Y tercero, a aprender de los fallos. También de lo que no quiere ser. En todos estos días (más de ciento veinte entradas) han desfilado por este blog palabras de arquitectos y nuevos proyectos en España y en el mundo, temas de urbanismo (con y sin dinero: de Urbanismo para Náufragos a Medellín o la nueva Abu Dhabi), diseños de las grandes multinacionales y de grupos que producen lo que diseñan. Han aparecido ciudades y personajes, he reseñado libros, subrayado y recomendado textos y narrado visitas a edificios. He procurado hablar de arquitectos poco conocidos que merecen toda la atención (Lelé, Joan MacDonald) y he tratado de no descuidar la actualidad reseñable de los más conocidos.
Entre las arquitecturas sin etiqueta, los trabajos de las estrellas que continúan deslumbrando y los brotes verdes de la arquitectura nacional, se han colado personajes como Alejandro Aravena, asuntos como el interiorismo en España y cuestiones políticas como la transformación de las ciudades. El post más valorado indagaba precisamente en ese asunto a partir de una carta: la paulatina transformación de Barcelona en parque temático de sí misma. Entiendo que podría ser esa mezcla ecléctica que debe ser un periódico lo que ha colocado este blog de arquitectura como el más visto de España y como el segundo, de arquitectura en lengua castellana, más visto del mundo. Gracias a todos los lectores.
En el lado anónimo de los comentarios también ha habido de todo. Gente dispuesta a ampliar informaciones, gente dispuesta a corregirlas (gracias), gente dispuesta a discutirlas con argumentos, gente que corregía sin ni haber leído bien y lectores dispuestos a poner sus ideas y conocimiento al servicio de quienes visitan el blog. Gracias también. Lo que motiva a un bloguero puede ser tan variable y sorprendente como lo que motiva a un ser humano. Si no me pagaran no podría hacer este blog. Aunque quisiera. Pero, mientras lo hagan, motiva la ilusión por dar a conocer labores sobresalientes en proyectos y personas que no siempre llegan al papel.
Aquí estaré mientras no me fallen las fuerzas y el jefe no se harte. Por una vez, a los que hablan sin conocimiento de causa les recomendaría que se informaran antes de hacerlo. Justo lo que ellos demandan de un periódico. Solo eso. Hasta el próximo post.
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Babelia
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