Indignación y reclamos al Gobierno por las calles de Madrid
La mayoría de los asistentes a la manifestación rondan la cincuentena, se declaran votantes de derechas y han aprovechado la manifestación para dejar clara su oposición al actual Gobierno
Sentada en el borde de la acera de la calle Génova, Ángeles García (78 años) "arregla el mundo" en una acalorada discusión con un hombre tranquilo que calla mientras descansa a su lado, apoyándose sobre un bastón. Es Ramón Monasterio, una víctima colateral de la barbarie de ETA. Este 9 de abril, se cumplen 42 años de la muerte de su hermano, Fermín Monasterio. Cuatro balas de la marca belga FN-HERSTAL hirieron mortalmente al taxista burgalés. Una se alojó en su corazón, otra en el tórax, una tercera en la ingle y la última en la mano. Sin embargo, la única herida que aún sigue supurando, la llevan sus familiares. "El Gobierno nos ha abandonado totalmente, pero yo he perdonado. Solo estoy aquí para reivindicar nuestra memoria", cuenta con la mirada hundida en el suelo. A su alrededor, varios jubilados le reprochan su resignación y cacarean mensajes de odio hacia el Ejecutivo de Zapatero: "Los del PSOE le deben mucho a los terroristas. Se llevaron de calle las elecciones de 2004 por el 11-M".
Esta escena tiene lugar minutos antes de que comience la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo bajo el lema Por la derrota del terrorismo: ETA fuera de las elecciones, en una clara alusión a la posible participación de Sortu o un partido con raíces de la ilegalizada Batasuna en las próximas elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo. Sin embargo, pocos de los 10.000 asistentes conocen la situación del partido abertzale, ilegalizado por el Tribunal Supremo el día 23 del mes pasado. "Confío en las leyes que rigen este país, no ya tanto en la justicia. Pase lo que pase en los tribunales, era necesario protestar para que ninguna organización etarra se meta en un gobierno autonómico o local con nuestro dinero. El dinero de todos los españoles", espeta Pilar (madrileña, 62 años) ante la sede del Partido Popular. Lleva horas manteniendo su estratégica posición en primera línea de barandilla para poder saludar a la comitiva que abre la protesta y llora emocionada cuando por fin ve aparecer a María del Mar Blanco (hermana de Miguel Ángel Blanco, el concejal por el Partido Popular de Ermua asesinado por ETA) tras unas gafas oscuras.
La mayoría de los asistentes rondan la cincuentena, se declaran votantes de derechas y han aprovechado la manifestación para dejar clara su oposición al actual Gobierno. El primer lema que han entonado los participantes ha sido "Zapatero, dimisión" y el segundo, "Zapatero, embustero". Su indignación se ha concentrado alrededor de dos temas fundamentales: la rebaja de condena a presos etarras y el caso Faisán. Este ave de corral ha estado muy presente a lo largo de todo el recorrido, incluso se ha podido ver algún ejemplar vivo acompañando a los miembros del colectivo Regeneración, que coreaban: "Se va el faisán, se va Rubalcaba". Otros, como Manos Limpias, han sido aún más duros y han gritado a pleno pulmón pidiendo prisión para vicepresidente primero del Gobierno.
En mitad de esta marea de banderas rojigualdas, regionales e incluso alguna preconstitucional, quien más y quien menos ha hecho su negocio. Varios vendedores ambulantes perseguían a los participantes con unos carritos precarios cargados de botellines de agua, cerveza, banderines y otros souvenires patrios. "Hemos hecho menos caja de la que esperábamos. No se han llevado ni una veintena de banderas. Con la crisis, la gente se guarda las que les regalan el Día de la Patria", cuenta esquivo uno de ellos ante la atenta mirada de tres agentes de Policía. A las cafeterías que ya habían abierto sus terrazas de verano les ha ido mejor. "Estamos que no paramos", afirma sonriente y acelerada una de las camareras del Gran Café Santader mientras ayuda a una anciana a colocar en la pared del establecimiento su estandarte de Peones Negros.
Las asociaciones de víctimas también aprovecharon para recolectar fondos: "No sé cuanto habremos recaudado, pero la gente no para de soltar pasta", manifestaba con orgullo una voluntaria de Alcaraz(Albacete) mientras agitaba ruidosamente la hucha. No es la única que intentó captar la atención de la muchedumbre congregada. Colectivos de corte político como Alternativa Española repartieron octavillas tratando de convencer a todo el que pasaba de que "es necesario un cambio de Gobierno". Un par de adolescentes de 15 y 16 años, escuchaban atentos el discurso de uno de los voluntarios de Regeneración como dos creyentes, hasta que empezó a sonar el himno de España en la plaza de Colón y se hizo el silencio de pronto. Un silencio parcial, porque muchos tarareaban la Marcha de Granaderos. Después, un aplauso cerrado y la gente se fue dispersando, hasta que en Colón solo quedaron los servicios de limpieza borrando las huellas de una tarde de protesta.
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