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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Valencia por dentro

Anatxu Zabalbeascoa

Valencia pasada por el tamiz de la visión de los diseñadores. Lo que un arquitecto o un diseñador recomendarían a un colega, o a alguien que se interese por el diseño. Una guía, gratuita (puede solicitarse al Colegio Oficial de Diseñadores de Interior y Decoradores de la Comunidad Valenciana: 96 394 4504) se adentra en las callejas, los rincones y los interiores de ayer y de hoy de la ciudad.

 La cultura de la calle, los espacios del ocio y del comercio pueden visitarse guiados por esta publicación con textos de Carles Gámez y grafismo de Marisa Gallén. De la antigua torre gótica del Miquelet, la vieja ferretería Collado, la singular sombrerería Albero, la Plaza Redonda o el tradicional bar la Pilarica –que la ciudad ha sabido conservar- a las nuevas voces del Mercatbar, la boutique Chapeau o Madame Bugalú y su caniche asesino. Un mundo plural de estéticas, propuestas y proyectos convive en las calles de Valencia. Muchos de ellas se asoman a las páginas de esta guía que recorre la ciudad del Turia pateándola por barrios (Ciutat Vella, Ensanche, Ruzafa, Marítimo y Ciutat de les Ciencies) y también por tipologías (comprar, comer y beber, dormir). Las fotografías de Héctor Rubio ayudan a poner un pie en Valencia.

 

1-Bodegas Baviera. Corretgería, 40

Centenaria y con colección de instrumentos de viento. Vinos finos, de mesa y vermut a granel.

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2- Mercatbar. Joaquin Costa, 27

Quique Dacosta en los fogones, Julio Guixeres en el interiorismo.

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3-Ferretería Collado. Plaza del Doctor Collado, 4

Todo un ejercicio de escaparatismo efímero realizado a diario para llevar al exterior la mitad de la tienda.

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4-Flash Flash. Roger de Lauria, 24

Sucursal del local barcelonés firmado, también, por Correa y Milá.

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5-Chapeau. Hernán Cortés, 10

Minimalismo rubricado por Ramón Esteve para dejar ver prendas de Prada, Gucci, Balenciaga o Marc Jacobs.

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6-Guixeres Valencia. Cirilo Amorós, 24b

La cantera de las ideas de Julio Guixeres, uno de los interioristas más radicales de la ciudad.

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7-Madame Bugalú y su caniche asesino. Danzas, 3

Tienda antiglobal. Bohemia y vintage de la mano de vestidos chic y neohippies.

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8-Ubik Café. Literato Azorín, 13

Librería-café-galería. Tapas y libros.

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9-39º. Marina Real Juan Carlos, 1

Una terraza sobre el puerto mirando a la Malvarrosa firmado por Ramón Bandrés y Janfri Design.

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10-La Pepica. Paseo Neptun, 2,6 y 8

Paella para el álbum de recuerdos de los valencianos.

Comentarios

Un único comentario. El bar especializado en "Clotxines" y habas picantes, amén de otras sabrosas tapas, no se llama La Pilarica, sino "La Pilareta"
Para el 1: El bar en realidad se llama Bar Pilar, lo que ocurre es que en el boca a boca, se conoce como La Pilareta, está en la calle Moro Zeit, cerca de la Lonja y el Mercado Central.
Con respecto al nº 9, las vistas son más bien ( y por este orden) a la Playa de Las Arenas (barrio de El Grau), la Playa del Cabanyal y Canyamelar y finalmente la Playa de la Malvarrosa. La Malvarrosa sólo es un trozo de playa correspondiente al barrio del mismo nombre, que ha acabado por denominar a toda la franja de arena de la ciudad, lo cual es incorrecto. El Cabanyal y El Canyamelar tienen sus trozos de playa, y el anterior justo al puerto es Las Arenas, en El Grau.
Creo que el Miquelet realmente se conoce como Micalet.
Efectivamente Miguel Angel, Originalmente se llamaba Bar Pilar, pero como la tradición oral es tan fuerte, ya tiene el cartel sobre la puerta de entrada de La Pilareta.
Cuando estudié en la politécnica de Valencia, vivía en un décimo piso de la prolongación de Blasco Ibáñez. Desde el balcón ya se podía adivinar como había sido proyectada dicha prolongación para que el barrio del Cabanyal apareciera como un estorbo de casas viejas que tapaban la salida al mar, a la Malvarrosa, de esa ancha, amplia y ajardinada arteria de la ciudad que era Blasco Ibañez. Era la perspectiva que se tenía desde el décimo piso del edificio donde vivía. Pero si uno bajaba a la calle y se adentraba por el Cabanyal, paseando por sus calles uno tenía la sensación de palpar la autenticidad y la esencia de una cultura mediterránea asentada allí desde hacía siglos.A pesar de la dejadez y la desidia por cuidar el barrio por parte del Ayuntamiento, a pesar de la aparente humildad de las casas que forman el barrio, pasear por el Cabanyal era gratificante, evocador y enormemente más enriquecedor que sentarse en los jardines rodeados de coches de Blasco Ibáñez.Me pregunto si en dicha guía aparece el bello y auténtico barrio del Cabanyal.

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