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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Arquitectura inacabada acabada de Nieto y Sobejano

Anatxu Zabalbeascoa

FOTOGRAFÍAS: ROLAND HALBE  

 

 Una arquitectura inacabada, un muro vegetal de metal perforado, que modificará el aspecto del Museo San Telmo con el transcurso del tiempo, fue la propuesta con la que Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano ganaron hace cinco años el concurso para la ampliación de dicho centro en San Sebastián. Tras un proceso de readaptación y cambios, muy pronto inaugurarán el edificio. Ya acabado, en el pie abrupto de Monte Urgull, el nuevo inmueble se disuelve y pone de relevancia los nunca resueltos límites entre lo natural y lo artificial que caracterizan el urbanismo de San Sebastián.

 La idea es que el muro, en cuyo troquelado han colaborado los artistas Leopoldo Ferrán y Agustina Otero, desaparezca forrado de musgo o consumido por líquenes en invierno y reaparezca denudo en verano. Los arquitectos buscaban un muro vivo, imperfecto, una fachada dinámica que se quiebre visualmente o se funda con la vegetación del monte Urgull “componiendo una metáfora inesperada de la difícil relación que toda arquitectura establece con el tiempo”, cuentan.

La paradoja es que sea esa arquitectura inacabada la mejor manera de acabar un proyecto de ampliación difícil en el que Nieto y Sobejano trabajan desde hace cinco años para fundir arte y arquitectura. Ante la dificultad, los arquitectos se han crecido y, a pesar de ser una ampliación, el proyecto es, con el futuro Centro de Creación Contemporánea de Córdoba, un inmueble de los que inauguran nueva etapa –menos cartesiana y de gran frescura y soltura a la hora de proyectar- en el currículum de sus autores. Y fue la decisión de no imponerse sino de ayudar a recoger el paisaje para relacionarlo con el edificio histórico y para organizar los recorridos lo que singulariza el diseño.

 Así, otra paradoja de este espléndido proyecto es la de conseguir convertir un muro de contención en un edificio de aspecto ligero. No se trata sólo de la membrana trabajada gráficamente, son también los quiebros y cambios de dirección del muro-edificio -los que permiten el acceso peatonal- y sus usos –el de la terraza cafetería y el de las áreas de exposición al aire libre- los que convierten un muro escultórico en un magnífico espacio público. De este modo, una arquitectura voluntariamente inacabada se transforma en un proyecto respetuoso con el pasado, capaz de adelantarse al futuro y preparado para adaptarse al paso del tiempo.

Comentarios

Me gusta la idea y me gusta la realización. El edificio histórico cobra aún más relevancia, los volúmenes guardan armonía y además acercará el entorno natural al espacio arquitectónico cuando se cubra de musgo, siguiendo las estaciones como algo vivo, como un árbol. Perfecto, de verdad.
La idea es espléndida... además de profundamente lírica: el paso del tiempo enriquecerá el diálogo de los espacios.
In situ y a falta de que crezca la vegetación me gustó mucho el guiño al ángulo del baluarte de la muralla , arriba en el monte .
Siempre es interesante poder ver un edificio que con el tiempo, va adquiriendo matices y variaciones como un personaje en un buen guión de cine.
Porqué muchos de los edificios se parecen últimamente por todo el mundo, especialmente en el tratamiento formal. ¿Estamos enfrente de otro estilo internacional?
Los edificios de este estudio son bastante decepcionantes. Les falta un segundo y decisivo escalón de calidad, parecen maquetas aumentadas de escala sin la sutileza de las obras proyectadas con cariño, tiempo y maestría.

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