Sudán: barra libre de pirámides
Una de las cosas que más me impresionó cuando recorrí Sudán, el país africano que esta semana decide en referéndum si se parte en dos o no, fue que en mitad del desierto, solitarias, abandonadas, sin más compañía que la ardiente arena, te podías encontrar un campo de pirámides como éstas. O criptas enterradas llenas de sarcófagos y paredes decoradas con frescos de colores de más de 4.000 años de antigüedad. O esfinges. O estatuas. Barra libre de historia para quien lograra llegar hasta aquí. Si lo comparas con el turístico Egipto, donde para ver una esfinge o una tumba tiene que hacer tres horas de cola y pelearte con miles de turistas enrojecidos por el sol para salir tu solo en la foto, esto era el sueño de todo aficionado a la arqueología. El regreso al pasado.La Gran Curva del Nilo del desierto de Nubia y las seis cataratas que alteran su curso vieron crecer al reino de Kush, que fue contemporáneo del Egipto faraónico. Incluso hacia el 747 a. C, aprovechando la ausencia de poder causada en el Delta del Nilo, los kushitas sudaneses conquiston el bajo Egipto, fundando la XXV Dinastía. Un periodo que duró apenas noventa años y al que los historiadores conocen como el de los faraones negros.De aquella época dorada son los principales yacimientos arqueológicos de Nubia, como la ciudad de Meroe o los templos y necrópolis del Djebel Barkal, cerca de Karima, a la que pertenece la foto de arriba.
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