Un juez ofrece a los familiares la identificación de los restos de tres maquis hallados en Lugo
La Guardia Civil ordenó exponer los cuerpos tras ser ejecutados en 1943.- Sus familias fueron brutalmente represaliadas
Fueron fusilados el 12 de noviembre de 1943, después de haber permanecido escondidos en un monte gallego desde el inicio de la Guerra Civil. Los había delatado un antiguo colaborador. Ninguno de los tres maquis superaba los 30 años. Ayer, los arqueólogos hallaron sus restos en una fosa en Vilavella (Lugo). Y hoy, un juez de Becerreá (Lugo) ha visitado el lugar acompañado por miembros de la policía judicial y técnicos del Instituto de Medicina Legal de Galicia, después de que el vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Santiago Macías, interpusiera una denuncia por el hallazgo de restos humanos con signos de muerte violenta. El juez ha ofrecido a las familias de las víctimas la identificación de los restos a cargo del Estado, según ha informado la ARMH.
Pedro Voces Canóniga, Antonio Vega Guerrero y Félix Yáñez González, fueron tiroteados por guardias civiles que los esperaban en el lugar indicado. Después, "redactaron una diligencia que obligaba a exponer los cuerpos al público. Era una forma de obtener recompensas", asegura Macías. Por eso, porque sus cuerpos fueron expuestos, algunos vecinos recordaban el lugar donde creían que habían sido enterrados y lo señalaron a los arqueólogos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), dirigidos por René Pacheco. Finalmente no estaban allí, sino a unos metros, como recordó, 66 años después, un testigo del enterramiento que ayer permitió que se localizaran los primeros restos.
Sus familias fueron brutalmente represaliadas. Un hermano de Antonio Vega fue asesinado en 1936. En el caso de Pedro Voces, cuatro de los cinco hermanos varones se echaron al monte: Pedro fue asesinado en Vilavella; Salvador, en Rao (Lugo) en 1948; Gumersindo estuvo dieciséis años preso. Demetrio se entregó para que le curaran las heridas después de que le explotara una bomba en la mano y tras pasar preso unos meses, también fue ejecutado. A su mujer, Cesárea, que también estaba presa, le robaron al único hijo de ambos en la prisión de León, según denuncia la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Sólo se salvó uno de los cinco hermanos, porque no vivía en España.
Una de las mayores fosas franquistas
Mientras, hoy continúa en el paraje de La Pedraja, en la carretera que une el último pueblo de La Rioja con Burgos, la apertura de una de las mayores fosas franquistas, donde se calcula que podría haber hasta 300 cuerpos. Los restos están en mal estado porque el terreno es muy húmedo, pero un equipo de 25 personas, dirigidas por el forense Francisco Etxeberria, intentará recuperar los restos de uno de estos enterramientos clandestinos a lo largo de esta semana. Entre ellos, quizá, al abuelo de Eva Martínez Movilla, Rafael Martínez Moro, que aún tiene hijos y nietas que lo siguen buscando.
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