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Millet y Montull callan ante la comisión del Parlament

Los diputados retan a los saqueadores confesos al Palau de la Música a que se expliquen

Era el día de la comisión, y los diputados se han puesto sus mejores galas para recibir a los máximos protagonistas del saqueo confeso del Palau. Fèlix Millet y Jordi Montull, que han correspondido: lejos del look desenfadado que lucían al salir de la prisión, ambos se han presentado trajeados y perfectamente afeitados. La expectación, parlamentaria y mediática, solo ha servicio para arrancar escuetas palabras, las que ambos han pronunciado para proclamar su derecho al silencio ante la comisión.

Ambos han llegado en taxi a la cámara catalana, primero Montull y luego Millet, acompañados por sus abogados. Montull se ha sentado primero ante los diputados, con Millet en la sala siguiendo de cerca las comparecencias. Ha asistido impasible y tranquilo a las declaraciones de los diputados, pese a que algunas han tenido un tono fuerte, como la de Maria Àngels Cabasès, de ERC, que le ha espetado. "Si tiene una brizna de dignidad, hable". No ha contestado.

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En el PSC, Jordi Terrades ha estado más suave, y se ha dedicado a desgranar, a modo de pregunta retórica, las evidencias que ligan el saqueo del Palau con una presunta financiación irregular de CDC. Cabasès ha abundado: "Tras días en esta comisión, queda claro que su enriquecimiento personal va ligado a una trama política. ¿O alguien duda que no son dos caras de la misma moneda?".

"¿Ustedes utilizaron la política para beneficiarse, o la política les utilizó a ustedes para beneficiarse?", le ha soltado Santi Rodríguez, del PP, resignado ante el silencio de Montull: "Entendemos que no harán ningún favor ni en su defensa ni en la de la ciudadanía".

Millet, cómodo ante los focos

Millet se ha sentado después, claramente más cómodo ante los focos y dominando los tiempos. Cuando tocaba hablar, ha leído una breve declaración en todo grave y pausado. Con cara apesumbrada, ha seguido las primeras respuestas, aunque se ha ido animando a medida que iban hablando los diputados e iba saliendo a relucir su relación con la presunta financiación irregular de CDC. Pere Bosch, de ERC, que durante toda la comisión ha destacado por poner en aprietos a algunos comparecientes, no se ha amilanado ante Millet: "Usted ha hecho mucho daño. Al Palau de la Música, al mundo fundacional, y a la buena gente de este país. No hay ninguna tribuna mejor que esta para aclarar las dudas que aún quedan por resolver". Bosch, que en otras sesiones de la comisión ha lamentado el silencio de algunos comparecientes, también se lo ha reprochado a Millet: "Los documentos hablan, y los silencios también. Bajo su silencio se esconde la culpa y el intento de encubrir a otras personas".

También ha disparado con bala el diputado de ICV Daniel Pi, que ha iniciado la comparecencia mostrando su "privilegio" por poder decirle a Millet "lo que muchos quisieran decirle". Pi ha puesto el foco en los privilegios de Millet y el respeto que tenía su apellido, toda la vida relacionado con el Palau: "La patria en la boca y la cartera en Suiza. Aquí los que no tienen apellidos ilustres y sufren por su trabajo están indignados con usted". Y lo ha rematado: "Sin sus palabras también encontraremos la verdad".

Buscando el 'capo'

El turno de Albert Rivera, de Ciutadans, ha provocado el murmullo en la sala que, hasta el momento, había asistido en silencio a las declaraciones. "Yo no he venido aquí a darle lecciones de moral a usted", ha dicho Rivera, que se ha lanzado en un duro alegato contra la política catalana. "Usted no es un crack de las finanzas. Es un crack de la ingeniería social, en leer como funciona la política catalana y la sociedad catalana. Ha provocado que la gente se centre en la confianza. Aquí se ha funcionado como una mafia a la catalana. La pregunta es si usted es el capo o uno más de la banda. Estoy convencido que usted no es el capo. Algunos, por acción u omisión, lo han permitido todo."

Millet ha sonreído ante el murmullo que ha provocado la declaración de Rivera. Se ha marchado contento, a su casa de L'Ametlla. Antes ha tenido un momento para fotografiarse, cigarro en mano, y ser requerido por los periodistas, que le han preguntado por sus vacaciones. Como en la comisión, Millet ha tenido una única respuesta: sonreir.

CARLES RIBAS
CARLES RIBAS

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