Locura, dinero, corrupción y deseo
Las fallas critican la versión más 'exitosa' de Valencia y pasan de puntillas sobre los problemas más graves de la ciudad
Los grandes eventos, la clase política o la degradación de algunos barrios de Valencia son protagonistas de los monumentos falleros 2010. En ellos están desde la Fórmula 1 a la Copa del América, pasando por el plan de El Cabanyal o el abandono de los barrios del centro histórico, el caso Gürtel y sus protagonistas. Los artistas falleros han elaborado alegorías de los males de la sociedad, desde los abusos de poder, a la superficialidad, desde el dinero fácil y la decadencia, por ejemplo, de la programación televisiva a la soledad, el abandono de los mayores, la tiranía de la estética...
Vicente Llácer Rodrigo propone para la Falla de Na Jordana, en torno a la figura del doctor Jeckyll y Mister Hyde, una reflexión sobre la locura y la cordura a través de los rostros más populares de Valencia, entre ellos el doctor Pedro Cavadas, autor del primer trasplante facial de España; la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá; la portavoz socialista en el Ayuntamiento, Carmen Alborch; la secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín, o la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. El monumento, con un presupuesto de 140.000 euros, lleva el lema Pel que veig estas boig, que sirve también como un homenaje al primer hospital psiquiátrico que fue creado por el Pare Jofre ahora hace 600 años. El singular sanatorio psquiátrico no pierde de vista las mayores locuras políticas y las mayores necesidades sociales.
La falla de La Mercé, con un presupuesto de 120.000 euros, invita a pasear en tren (Passeig per la ciutat), por la ciudad de los contrastes que es Valencia: de la aquitectura de Calatrava a la degradación del centro histórico. Lleva la firma de José Ramón Espuig. Convento Jerusalén cierra su larga relación con el artista Paco López, con un presupuesto de 300.000 euros, con una composición que nace de las raíces de un árbol para desplegar un universo de personajes marcados por las estaciones del año. Es su Rumbo al Paraíso. Y en él están desde Isabel Pantoja a la SGAE (que pide canon cual San Pedro a Michael Jackson para entrar en el cielo).
Cuba-Literato Azorín, que ha ganado el primer premio de iluminación, cuenta con una creación de José Latorre y Gabriel Sanz, con un presupuesto de 160.000 euros y con el lema La familia Skala, se entretiene en los diferentes tipos de familia, cómo se ven, cómo se viven, cómo se critican, cómo se celebran. Su eterna rival, Sueca-Literato Azorín, con un presupuesto de 300.000 euros, ironiza sobre cómo sería el mundo si sólo existiera la festividad valenciana. El monumento, que lleva el lema de Planet falles, narra el sueño de un dormilón, figura sobre la que se asienta la falla, que imagina, por ejemplo, cómo serían Las Vegas si se jugara al truc. El monumento de la Plaza del Pilar, con un presupuesto de 210.000 euros y el lema Tiempos modernos, ofrece una panorámica de los avances que se han conseguido en la época moderna, desde los antiguos coches hasta las figuras de arte más modernas. Y lo que con ellos se ha perdido, en tiempo, en relaciones, en valores...
Y casi a las afueras de la ciudad, como gran aspirante al primer premio, Nou Campanar ha puesto al artista Pere Baenas, con diseño de Julio Monterrubio, en un compromiso profesional de 600.000 euros. El beso es un retrato de complementariedad entre los opuestos: la mujer el hombre, la tierra y el mar, el genio y la ternura. Y casi todo en clave cómica.
Junto a cada una de las fallas que más se visitan, que más expectativa generan, está el mundo infantil. Los personajes de cuento y las fábulas vuelven a ser protagonistas de las historias para los pequeños. Hay 381, que esta mañana han quedado instaladas por todos los barrios de la ciudad y que suponen el arranque oficial de las fallas de 2010. Aunque la fantasía, la magia y las tradiciones valencianas siguen siendo el tema predominante, los monumentos dirigidos a los más pequeños van incorporando contenidos más acordes con las experiencias de niños y jóvenes (con sus travesuras, juegos o preferencias gastronómicas) y recreando nuevos valores sociales, como el respeto al medio ambiente o la revalorización de diferentes aspectos culturales (como la música, las artes o la ciencia).
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