El PNV rinde homenaje a Gorka Agirre
La sede del partido nacionalista en Bilbao acoge la capilla ardiente del histórico dirigente, fallecido ayer viernes a los 60 años
El lehendakari en funciones, Juan José Ibarretxe, y el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, han recibido esta mañana el féretro con los restos del histórico dirigente nacionalista Gorka Agirre, fallecido ayer a los 60 años. Numerosas personas se han acercado ya a la capilla ardiente instalada en la sede bilbaína de Sabin Etxea, que ha permanecido abierta hasta las 17.00.
El cuerpo de Agirre fue recibido con un aurresku de honor e introducido a hombros en la sede del PNV por familiares y allegados. El féretro se encuentra en la sala principal de la sede del partido en Bilbao, acompañado de la mujer del dirigente fallecido, Usune, y sus tres hijos. Los principales dirigentes peneuvistas y representantes de la izquierda abertzale, como Arnaldo Otegi, han mostrado sus condolencias a la familia a lo largo de la mañana. El funeral se celebrará este domingo en la cercana iglesia de San Vicente, a escasos cien metros de la sede de Sabin Etxea.
Diálogo con la izquierda 'abertzale'
Gorka Agirre falleció ayer cuatro días después de cumplir los 60 años tras una larga enfermedad. Dirigió a lo largo de 20 años las relaciones internacionales del PNV, pero al mismo tiempo, y desde una década antes, fue la antena de su partido en el mundo de ETA, aprovechando las relaciones personales que estableció en el País Vasco francés en los primeros años de la transición. Este segundo papel, desarrollado siempre con la discreción característica del personaje, afloró a la superficie a raíz de su imputación en 2006 en la investigación judicial de la red de extorsión de ETA, que fue retirada dos años más tarde por Garzón.
El histórico dirigente nació en 1949 en Amberes (Bélgica), donde se había asentado su familia, se licenció en Ciencias Económicas en la Universidad de Lovaina y comenzó a militar desde muy joven en el PNV. Gracias a su conocimiento de los idiomas, se responsabilizó en la etapa final del franquismo de las relaciones del partido en el seno de la Internacional Demócrata Cristiana (IDC). Tras la muerte de Franco, ya como miembro de la ejecutiva nacional (EBB) en la clandestinidad, se instaló en San Juan de Luz, donde conoció a dirigentes históricos de la ETA de Txomin Iturbe.
Esta experiencia le condujo con posterioridad a asumir la interlocución con la izquierda abertzale y las misiones delicadas que le encomendó su partido en el entorno de la organización terrorista. Agirre formó parte junto con Joseba Egibar y Juan María Ollora de la troika que llevó las negociaciones que culminaron en el Pacto de Lizarra de 1998 y la subsiguiente tregua de ETA.
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