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Relevo en la Justicia

Crónica de un cazador cazado

El PSOE festejó el fichaje de Bermejo y terminó hartándose de sus broncas

Los socialistas buscaron en el ya ex ex ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, (Arenas de San Pedro, Ávila, 1948) un valladar contra las despiadadas embestidas que llegaban en 2007 desde las filas del PP. Pero su retórica atizadora y a menudo cargada de provocación, pese a que en un principio fue motivo de aplauso entre los suyos, a la postre se convirtió en una rémora para el Gobierno, que se ha visto obligado a desautorizarle en más de una ocasión. Bermejo quedará inscrito en los anales como el primer ministro de la historia bajo cuyo mandato la judicatura española fue a la huelga. Y eufemísticamente se le recordará como un cazador cazado.

Nieto de un represaliado del franquismo e hijo de un empresario de gasolineras, Bermejo desarrolló parte de su carrera como fiscal jefe del Tribunal Superior de Madrid. Fue nombrado para ese cargo por el ex fiscal general socialista Eligio Hernández, en 1992, y en él permaneció durante 13 años hasta que fue relevado por el Gobierno del PP en la época en que el fiscal general era Jesús Cardenal.

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Desde ese cargo de fiscal jefe de Madrid ordenó la detención del ex gobernador del Banco de España Mariano Rubio porque supuestamente guardaba dinero opaco al fisco en una cuenta privada de su amigo Manuel de la Concha. El juez que llevó ese caso se enfadó con el proceder de la fiscalía en este asunto y sólo unos días después del ingreso de Rubio en prisión le dejó en libertad bajo fianza. Los choques de Bermejo con el ex fiscal general Jesús Cardenal y con el ex ministro de Justicia José María Michavila, ambos del PP, fueron sonados. Hasta el punto de que Michavila, siendo ministro, modificó el estatuto del ministro fiscal e impuso un límite de cinco años, prorrogables, a los mandatos de los fiscales jefes, que entonces eran vitalicios. Y la idea no era otra que apartarle de la jefatura de Madrid. Era su bestia negra. Tanto que Michavila reformó el Estatuto del Ministerio Fiscal para purgar a Bermejo, al que llegó a acusar, sin pruebas, de haber "boicoteado" la implantación de los juicios rápidos en Madrid y le tildó de ser "un fiscal en rebeldía".

Expedientado por el PP y encerrado en un cuarto oscuro de la fiscalía, la llegada del PSOE al poder fue providencial. El nuevo fiscal general, Cándido Conde-Pumpido, le nombró fiscal jefe de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo. Y desde ahí, el 12 de febrero de 2007, fue aupado a la cartera de Justicia. Su nombramiento para sustituir a Juan Fernando López Aguilar se atribuye al ámbito de influencia de la vicepresidenta Fernández de la Vega.

Gran aficionado a la música, al Real Madrid y empedernido amante de la caza, Bermejo llegó al ministerio con proyectos de gran calado: una nueva oficina judicial, quitar a los jueces la agenda de señalamientos y dejarles en un segundo plano en la instrucción de los casos en favor de los fiscales... Y se va con algunos de estos planes en marcha, ninguno materializado y otros muchos, descartados. Lo que sí hizo al poco de acceder al ministerio fue modificar el Estatuto del Ministerio Fiscal para crear nuevas figuras jurídicas dentro de la carrera y extender la limitación de mandatos a altos cargos de la fiscalía. Por esa vía se quitó de en medio, por ejemplo, a quien había sido su teniente fiscal durante años en Madrid. Y ha logrado, eso sí, colocar a hombres suyos en puestos clave de la carrera fiscal.

La etapa de Bermejo al frente de Justicia ha sido muy convulsa. Ni en la carrera fiscal, a la que pertenece, y, menos aún, entre los jueces, que le tachan de persona soberbia y con escasa capacidad de diálogo, cuenta con demasiados simpatizantes. Las dos asociaciones que han convocado la huelga de jueces le reprochan que utilizase la primera hora de la última reunión que mantuvieron con él para espetarles que carecían de legitimidad. El PP nunca le ha querido como interlocutor. Lo normal es que el ministro de Justicia tenga un papel destacado en las negociaciones para conformar y nombrar a los vocales del Consejo del Poder Judicial. El presidente Zapatero, consciente de ello, ha encargado en esta ocasión ese cometido a su amigo y ex juez José Antonio Alonso, actual portavoz del Grupo Socialista en el Congreso.

Las huelgas

De hecho, Zapatero, para franquear obstáculos, le dejó en un segundo plano para la renovación del anterior Poder Judicial.

En Bermejo concurren datos llamativos: en su mandato se han rebelado todos los estamentos judiciales: funcionarios secretarios y, la semana pasada, los jueces. Con él de ministro, los funcionarios judiciales protagonizaron hace algo más de un año una de las huelgas más largas y sonadas que se recuerdan en la justicia. Querían más dinero. Posteriormente, y a cuenta del caso Mari Luz, los secretarios judiciales efectuaron un paro de tres horas en solidaridad con la secretaria del juzgado del Sevilla que tramitó las diligencias sobre el presunto asesinato a manos del pederasta Santiago del Valle de la citada niña onubense. No gustó a los secretarios que su compañera de Sevilla Juana Gálvez fuese suspendida dos años de empleo y sueldo por el caso Mari Luz. Pero si ha habido una huelga sin precedentes durante la etapa de Bermejo, sin duda ésa ha sido la de los jueces, la primera de la historia de España.

La cacería que hace tres fines de semana compartió Bermejo con el juez Garzón, en pleno fragor de la operación Gürtel, una trama de sobornos que afectan a varias administraciones del PP, ha terminado de ponerle en el disparadero, y ha forzado, finalmente, su dimisión. Dentro de una campaña mediática de acoso y derribo por el PP y sus medios afines, deja el ministerio pero Bermejo seguirá como diputado por Murcia, donde logró movilizar a la derecha en las últimas elecciones.

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