La "depresión por soledad" de María
Una juez encausa al sobrino de una anciana minusválida por invertir en acciones los ahorros de la mujer
Una juez de Madrid ha ordenado "el ingreso involuntario" de María V. H., de 82 años, en un centro geriátrico de Madrid. La anciana padecía "depresión por soledad" y no se valía por sí misma: necesitaba dos bastones, uno en cada brazo, para caminar. La juez ha encausado al único familiar que tenía María, su sobrino, porque, lejos de ayudarla y atenderla, le sacó los 40.000 euros que tenía la mujer en una cuenta bancaria y los invirtió en acciones. En esa cuenta, el sobrino figuraba como autorizado. Cuando la juez ordenó el ingreso de la mujer en una residencia comprobó que no tenía dinero suficiente para pagar la estancia.
La historia de María, que trabajó casi toda su vida de enfermera, es un claro exponente de la tristeza que azota a muchos mayores y de los abusos de que son objeto por parte de algunos parientes. María no tenía hijos.
El servicio de emergencias Samur de Madrid halló a María en la calle el pasado mes de mayo. Con dos bastones, uno para cada brazo, deambulaba sin rumbo por Madrid. Y desnutrida. No recordaba donde vivía y pedía ayuda al azar a los transeúntes para localizar la ubicación de su casa. También preguntaba insistentemente por su amiga Carmen, una pensionista con la que vivió y compartió piso durante un año. Con ella se había sentido realmente a gusto, y protegida. Pero los años también pasaron para Carmen y, finalmente, ésta fue internada en un geriátrico. Ya no podía cuidarse ella y ni mucho menos a María.
Siempre reacia a ir a un asilo, María prefirió estar sola, pero en su casa, un piso del barrio de Tetuán de Madrid. Al mediodía, solía ir a almorzar al centro de mayores de Tetuán, cercano a su domicilio. Allí fue donde los servicios sociales advirtieron de que María necesitaba ayuda constante y que no debía estar sola. Muchas veces se perdía por el camino y los transeúntes tenían que ayudarle a encontrar el centro. No sólo le fallaba la memoria de vez en cuando. Lo peor era que sus piernas ya daban muy poco de sí. El problema con sus piernas devino de la vejez, pero también de un atraco que sufrió María en las calles de Madrid, cuando un ladrón la arrastró tirándole de su bolso. Sus piernas quedaron lesionadas.
Su familiar más directo era un sobrino. Pero éste se había desentendido de ella, aunque antes prácticamente le vació la cuenta corriente sin ella saberlo. Le extrajo 40.000 euros de la cartilla. María era la titular, la dueña del dinero, de sus ahorros. Pero su sobrino podía sacar dinero sin consultarle. Ella temía morir algún día y que el dinero se lo quedase el banco por falta de herederos. Lo que María no imaginó nunca es que su sobrino la dejaría sola y sin dinero.
Después de que efectivos del Samur la encontraran en la calle, sola y sin rumbo, María ha sido internada por orden judicial en una residencia geriátrica del Corredor del Henares. Ella no quería irse de casa, pero la juez ha ordenado su internamiento a la vista de que no puede "valerse ni gobernarse por sí sola".
La residencia que acoge ahora a María, bajo supervisión judicial, cobra la asistencia que le presta con su pensión, que no es de las bajas: trabajó como enfermera casi toda su vida y cotizó como tal. Aun así, la pensión, aunque elevada (1.400 euros) es insuficiente para cubrir su estancia en el geriátrico (1.600 euros mensuales).
La actitud del sobrino, sacarle el dinero para invertirlo en acciones, se ha descubierto tras el ingreso de María en el geriátrico. La residencia preguntó al banco cómo era posible que la mujer no dispusiera de más dinero para sufragar los gastos de la residencia pese a tener tres pisos, uno en alicante y dos en Madrid. La entidad informó de que el sobrino de María figuraba como autorizado y que había dispuesto de distintas cantidades en los últimos meses. En concreto, de un total de 40.000 euros. La juez citó al sobrino y éste reconoció que había extraído ese dinero "para invertirlo en acciones". La magistrada le pidió que los devolviera y le ordenó que se abstuviera de tocar de nuevo la cuenta. Y además, le ha deducido testimonio por un supuesto delito de abandono de familia. El sobrino ha devuelto el dinero al ver la que se le venía encima.
El sueño de volver con su amiga
Los primeros que dieron la voz de alarma respecto al caso de María fueron los servicios sanitarios del centro de mayores de Tetuán, al que María, tras marcharse su amiga Carmen, empezó a ir para almorzar, en noviembre de 2005. Hasta su ingreso en mayo de este año en el geriátrico, María lo pasó realmente mal. Cada vez que trataban de ayudarla en el centro, respondía con reveses y comentarios incoherentes fruto de su longevidad y desazón. Los servicios sociales informaron de la situación de María: necesitaba ayuda las 48 horas. Y la casa en la que vive no es la adecuada para ella, y menos si vive sola: un cuarto piso sin ascensor, al que podía subir a duras penas con los bastones. El informe revela el calvario de María: "Es incapaz de organizar y decidir su vida. Y no acepta ayuda, pese a que tiene problemas de comunicación y con su vista.En el centro, según el informe, se queja constantemente del precio de la comida, y sólo quiere buscar a su amiga Carmen". "Su vivienda", añade el informe, "está sucia y destartalada, con comida tirada por el suelo, y hay cajas por los pasillos con enseres de una mudanza que un día inició y que nunca llegó a realizar". Quería irse a vivir definitivamente con su amiga cuando ésta, impedida, tuvo que ingresar en el geriátrico. Muchas cajas y embalajes se quedaron en el pasillo de su casa.El forense que la exploró en mayo pasado, antes de que el juez decidiera su internamiento involuntario, vio en ella, aparte de su problema de movilidad, a una mujer frágil, "desnutrida, desprotegida socialmente y que sufría una fuerte depresión por soledad". María ya está en un geriátrico, atendida, pero sigue pensando en un sueño imposible: volver a estar con su amiga Carmen.
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