La "auténtica locura" de cruzar el Estrecho en patera
Nafiseh, de 24 años, llegó a Motril ayer tras una travesía "sin rumbo" en la que todos pasaron "mucho miedo"
La inmigrante ghanesa de 24 años que viajaba con su bebé en la patera interceptada ayer en Motril(Granada) ha contado que todos los inmigrantes pasaron "mucho miedo" al saber que se habían perdido y ha recomendado que nadie intente entrar de esa forma ilegal en España porque es "una auténtica locura".
Durante el tiempo que pasaron en el mar, después de zarpar desde un punto de la costa marroquí cercano a la frontera con Argelia en la mañana del sábado, no se despegó de su segunda hija, de 10 meses, salvo para ayudar a achicar el agua que las olas introducían en la embarcación, según ha explicado en una entrevista.
"Pasamos miedo, las olas movían mucho la patera, no teníamos ni comida ni agua y estábamos perdidos y sin rumbo, por lo que lo único que hacíamos era rezar y pedirle a Jesús que nos ayudara, por eso vimos el cielo abierto cuando llegaron a salvarnos", ha narrado entre lágrimas.
Nafiseh H.A.-cuyo marido vive clandestinamente en Barcelona tras una aventura similar que compartió con su hijo mayor, actualmente en un centro de acogida de menores de Almería- asegura tras esa experiencia que no recomienda "a nadie" que lo haga porque es "una auténtica locura arriesgar la vida de ese modo".
Y eso que ésta constituye su mejor experiencia, ya que esta joven se embarcó en otra patera hace algún tiempo, después de abandonar su país en 2003 con su esposo y su hijo, pero naufragó y fue de los pocos pasajeros que lograron sobrevivir. Su esposo, Mustapha y su hijo Musaki, de 5 años, están en España desde julio de 2006, pero ella, pese a que tenía el viaje pagado, no pudo embarcar porque estaba a punto de dar a luz a su niña.
Deseosa de reunirse con su familia, lo primero que hizo al llegar al puerto de Motril fue pedir a los miembros de la Cruz Roja que la atendieron un teléfono móvil para hablar con ambos y tranquilizarles sobre el estado de ella y su bebé. La joven africana ha narrado, emocionada, la aventura vivida desde 2003, los dos años que tardaron ella, su marido y su primogénito en llegar a Marruecos atravesando la parte más dura, el Sahara, "parte andando y un largo trayecto en autobús", según les alcanzaba el dinero que pedían de caridad por los pueblos que cruzaban.
"Desde 2005 hemos estado en distintos puntos de Marruecos, donde me quedé embarazada de Latifa -la bebe con la que llegó el domingo- y hemos estado esperando el momento oportuno para salir, mendigando para comer y a la vez ahorrando algo para poder pagar el viaje hacia España", ha recordado.
Su avanzado estado de gestación le impidió acompañar a Mustapha y Musaki cuando embarcaron en una patera para Almería, que también fue interceptada, tras lo que padre e hijo fueron separados, aunque han mantenido el contacto entre ellos y con su madre. Nafiseh se quedó ocho meses más hasta que el pasado sábado le llegó la oportunidad de embarcarse junto a su pequeña rumbo a la costa española, aunque la travesía fue mucho peor de lo que todos podían temer.
Después de momentos de pánico, sobrellevados entre plegarias, la salvación se perfiló en el horizonte en forma de un pesquero, al que poco después siguieron las embarcaciones de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil que, pese a poner fin a su sueño ante la posibilidad de la repatriación en los casos en que sea posible, también acabó con la pesadilla de la muerte.
"Nos dieron mantas, agua y algo de alimento y nos llevaron a tierra; se han portado muy bien con todos nosotros", ha dicho, sinceramente agradecida.
Aunque sabe que es difícil, su esperanza es reunir a la familia y empezar la nueva vida soñada, pero insiste en su consejo de que nadie intente esta vía de entrada en España, mientras se despide antes de ser trasladada a un centro de la Junta de Andalucía en un punto no determinado de la región donde espera al menos que lleven a su hijo Musaki.
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