Britney Spears, desintoxicada
La cantante "ha completado satisfactoriamente su tratamiento", según su manager
Britney Spears está desintoxicada y lo ha logrado en apenas un mes. Su agente, Larry Rudolph, ha confirmado que atormentada cantante estadounidense, de 25 años, ha terminado su tratamiento de rehabilitación y ha abandonado la exclusiva clínica de Malibú (California) en la que se apartó del fulgor de la fama por primera vez en su carrera.
Spears ha sido dada de alta hoy del centro médico, tras haber "completado satisfactoriamente su tratamiento", según indica su manager en un comunicado hecho público por la discográfica Jive Records. Se desconoce a qué hora se ha producido su salida de la clínica. "Pedimos a los medios que respeten su privacidad así como la de su familia y amigos", añade el comunicado.
La princesa pop ingresó en la clínica el pasado 22 de febrero tras mostrar un comportamiento público cada vez más errático, con extravagancias como raparse la cabeza. Este descenso a los infiernos se inició hace unos meses a raíz de su divorcio y coincide con una parálisis de su carrera como cantante. Pero los médicos consideran que ya ha superado sus problemas. Y en un tiempo récord. Mientras que en la mayoría de los centros de este tipo la estancia mínima es de 30 días -los que ha estado Spears-, el fundador de Promises, Richard Rogg, asegura que el ingreso medio en su clínica es de unos 45 días.
Caída en picado
Pero lo habitual es que este tipo de problemas requieran un tratamiento más prolongado. Por ejemplo, el cantante de country Keith Urban, marido de Nicole Kidman, pasó tres meses en el centro especializado en alcoholismo Betty Ford. El tratamiento completo de 12 pasos en 30 cuesta en Promises unos 48.000 dólares. Antes de llegar a Promises, un imán de celebridades situado en las montañas de Santa Mónica con vistas al Océano Pacífico, la artista pasó menos de un día en el centro Crossroads en Antigua, propiedad del guitarrista Eric Clapton. A su regreso a Los Ángeles, estaba totalmente descontrolada.
Ante los ojos atónitos de sus fans, se rapó su melena rubia y se tatutó unos labios para ingresar, el 20 de febrero, en Promises, clínica de la que se escapó a la mañana siguiente pero a la que regresó al final de ese mismo día. Estos días, las imágenes de su caída en picado han dado la vuelta al mundo, incluida la de una enfurecida Britney golpeando con un paraguas el coche de unos fotógrafos, al tiempo que han corrido todo tipo de rumores sobre sus problemas. Se ha hablado de un trastorno bipolar, de bulimia, de adicción a drogas altamente peligrosas... e incluso de una campaña para relanzar su carrera.
Spears se divorció de su segundo marido, el bailarín Kevin Federline, el pasado mes de noviembre tras dos años de matrimonio y dos hijos en común -Jayden James, de seis meses y Sean Preston, de 18-. Entonces, se aficionó a salir y era habitual en los circuitos nocturnos. Mientras tanto, su carrera languidecía. El último disco con nuevo materal, In the Zone, salió a la venta en 2003.
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