_
_
_
_
Entrevista:Mariano Fernández Bermejo | Ministro de Justicia

"Creo que los dirigentes de Batasuna no condenarán la violencia"

El ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, en su despacho.
El ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, en su despacho.RICARDO GUTIÉRREZ

Mariano Fernández Bermejo, 59 años, apenas conocía al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuando éste le invitó al Palacio de la Moncloa, la tarde del 7 de febrero. Aunque, como él mismo suele decir, soñar es gratis, este fiscal de toda la vida jamás había atisbado la posibilidad de ser ministro. Al oír la decisión de labios del presidente, le preguntó: “¿Estás seguro de que quieres que yo sea ministro de Justicia?”. Zapatero le dijo que “absolutamente”. “Te lo pregunto porque el que no está seguro soy yo”, apuntó Fernández Bermejo.

Esta decisión, “que no podía no aceptar”, rememora Fernández Bermejo la tarde del viernes pasado, en su despacho de la calle de San Bernardo, cayó cuando ya estaba “normalizada” su vida como fiscal de Sala del Tribunal Supremo, tras los años de plomo de la depuración que sufrió por iniciativa del entonces ministro José María Michavila y el fiscal general del Estado, Jesús Cardenal. “Eso sí, a los minutos de aceptar el cargo, ya generaba la adrenalina de otras épocas”, bromea. Hace poco más de un mes que trabaja bajo el retrato de Manuel Alonso Martínez, pero parece que llevara aquí toda la legislatura. He aquí los tramos de la amplia conversación que mantuvo con EL PAÍS:

"ETA hablaba de un alto el fuego, y Batasuna se fundamentaba en eso para muchas cosas. Esa tregua saltó por los aires en forma de muertos"
"No nos podemos permitir el lujo de que la Sala del 61 [que juzga a Batasuna] esté bajo sospecha. Si algo se ha hecho mal hay que rectificarlo"
"El PP está dirigido por un grupo de frustrados. Esta descripción no es peyorativa. Perdieron unas elecciones con expectativas de ganarlas"
"El PP no hubiese podido movilizar a la gente diciendo la verdad. La mentira es rentable al menos a corto plazo; a la larga, ya se verá"
Más información
Batasuna registra un nuevo partido

Pregunta. Hemos llegado al límite de plazos para los dirigentes de la Batasuna ilegalizada. ¿Cuáles son las posibilidades de que Otegi y los suyos presenten un proyecto de partido en regla para las elecciones municipales de mayo próximo? ¿Está trabajando usted en esto o simplemente espera el momento?

Respuesta. Trabajo en este asunto desde que llegué aquí. Nosotros no podemos esperar. El servicio jurídico del Estado está absolutamente en tensión. Era un tema en ciernes cuando llegué. Esta mañana [viernes 16 de marzo] hemos tenido la última reunión con el Ministerio del Interior a nivel técnico porque tenemos en marcha un operativo, sobre el cual lógicamente debo ser discreto. Su finalidad es que la ley se cumpla. Es sencillo: hay una ley de partidos vigente y debe cumplirse. Creo que esa ley debe mantenerse mientras existan en este país grupos que no aceptan el juego democrático. Y debe aplicarse con la contundencia que exige el momento. Batasuna está ilegalizada, por tanto no puede comparecer en sus condiciones. Pero sí pueden intentar, y lo harán, naturalmente que lo harán, comparecer con otras alternativas. Desde su ilegalización han ido afinando sus métodos en cada una de las sucesivas elecciones. Siempre han tenido un plan a, b y c, como opciones que ponían en marcha sucesivamente. A mí me tocó ilegalizar la marca Aukera Gustiak. No hubo problemas. Demostramos que era una sucesión de Batasuna con las pruebas que según el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional hay que aportar a un tribunal para demostrar que determinado partido o agrupación, en aquel caso una agrupación, era continuidad o sucesión de la ya ilegalizada. Se consiguió y punto. Y ahora vamos a un escenario que tendrá un parecido enorme? porque se intentará de nuevo...

P. Sin trampa?

R. Sí, claro que hay un modo de hacerlo legítimamente. Ya saben cuál es: atenerse a la legalidad democrática. Cumplir estrictamente la Ley de Partidos. En este caso no habrá problemas. Pero, claro, uno tiene la sospecha?

P. Digámosla

R. Estamos hablando de un colectivo que ha sido ilegalizado, de alguien sobre el que ya se ha declarado su vinculación con una organización terrorista, razón de su colocación fuera de la ley. Si ahora se pretendiera acudir a las elecciones locales legalmente debería quedar meridianamente clara la desvinculación. Por ahí hay que empezar. La condena de la violencia terrorista. Sin esta condena no hay viabilidad. ¿Cómo se va a creer nadie que hay una voluntad democrática si alguien que ha sido ilegalizado por su vinculación, por dar cobertura política al terrorismo, no se desvincula de esa situación? Por ahí hay que empezar. Si eso no se hace, es inviable.

P. Aunque la ley no exige la condena explícita de la violencia, en este caso, en el de una organización ilegalizada en presunto tránsito hacia la acción democrática, ¿no es acaso una condición tanto más ineludible cuando la banda terrorista ETA acaba, el 30 de diciembre pasado, de atentar en la T-4 de Barajas con el saldo de dos muertos?

R. Sí, claro, ése es el tema. Quizá desde el mundo de Batasuna las cosas se ven de otra manera. Supongo que ellos la verán de otra manera. Pero no es nuestra manera de ver este tema. Para nosotros, lo que ha habido es gravísimo. Porque la organización terrorista ETA hablaba de un alto el fuego y Batasuna se fundamentaba en esa tregua para muchas cosas y de repente, unilateralmente, esa tregua saltó por los aires en forma de muertos. No puedo aceptar el discurso del accidente, vamos. Es un sarcasmo que no vamos a tolerar. No hay accidentes en estas cosas. Cuando se coloca la dinamita ocurre exactamente eso. Nadie se puede llamar a andanas ahora. El tema está como está. Conclusión: en estas circunstancias ?sólo han pasado dos meses y medio desde el atentado de Barajas? hay que resultar muy convincente. ¡Ellos saben cómo tienen que hacerlo, si no?! El tema es que uno tiene que estar preparado para lo cree que va a venir, que es que no lo van a hacer. Y a partir de ahí, el Estado democrático se tiene que defender. No podemos seguir en un juego en el que no estamos dispuestos a seguir.

P. No pasan, pues, por el aro.

R....A mí me gustaría que sí. Sería magnífico. Y sería más fenomenal todavía que ETA anunciase el abandono de las armas. Sería maravilloso. Pero a uno le pagan para estar aquí pensando que las cosas son de otro modo? y para actuar en consecuencia?

P. La pregunta de si van a pasar por el aro o por la ventanilla de la Ley de Partidos suscita inmediatamente la imagen de que ETA va proclamar que deja las armas, ¿por qué? Porque podría darse que ellos condenasen la violencia sin que ETA diga que lo deja.

R. Bueno, aquí se pueden dar todos los escenarios y hay que ver qué hacer luego; es decir, cómo valoramos jurídicamente eso. Como soñar es gratis, y la inmensa mayoría de este país desea ese momento, el mejor escenario sería que ETA anunciara que se disuelve? Si eso ocurriera, habría desaparecido la razón de ser de todo lo demás.

P. Evidente. Pero como no es ETA quien, al menos formalmente, la que debe pasar por ventanilla, sino los dirigentes de la ilegalizada Batasuna que dicen querer hacer política en el marco democrático?

R. Ya saben: hay que desvincularse de una manera convincente de la organización terrorista, porque si no? Estamos hablando dando vueltas a la noria?

P. El presidente del Gobierno ha dicho que el caso De Juana no forma parte de ningún proceso, y el ministro del Interior también lo subrayó. Se trata de evitar males mayores, provocaciones. El desenlace de la legalización o ilegalización de una fuerza originada en Batasuna, el eventual cierre de puertas, ¿acaso no supone potenciales males mayores?, ¿no va a producir excitación?

R. Nadie cierra las puertas aquí a nadie. Las puertas están abiertas para todos. Es la misma puerta por la que hay que pasar. Hay quien pasa y hay quien no quiere. La puerta de la legalidad está abierta para todos. No hay más que trasponerla. Es un acto voluntario. Nosotros ni añadimos ni quitamos. Desde el punto de vista de la justicia la cosa es muy clara. La puerta de la legalidad democrática está para el que la quiera abrir. Es un acto libre?

P. En materia de legalidad, ¿ya sabe usted lo que ha pasado con el ingreso de un magistrado conservador en la Sala del Tribunal Supremo que decidirá sobre la legalización de la ex Batasuna y a quien no le correspondía estar allí?, ¿cómo se va a reparar la situación? ¿El magistrado que no debió ser destinado a esa Sala, la del 61, [Antonio Salas] será enviado a otra Sala, y la magistrado progresista que debió ir a ella por ley [Encarnación Roca] será designada allí?

R. Pues algo más sé yo, y también mis colaboradores que están trabajando sobre ello. Ha habido cierta confusión, pero vamos sabiendo qué ocurrió. Hay un escrito del secretario general del CGPJ [Celso Rodríguez Padrón] que lo aclara bastante. Allí se pone de relieve que ha habido unas instrucciones del presidente [del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Francisco José Hernando]. Esas instrucciones se han traducido en que las cosas han salido bastante raras. Quiero dejar claro que no puedo ni quiero hablar de malas intenciones o de manipulación. No. Aclarado por delante esto, sí quiero decir que algo se ha hecho mal. Algo se ha tenido que hacer mal porque el resultado es obvio. Los servicios jurídicos están analizando la situación. Desde el punto de vista del Ministerio de Justicia, no nos podemos permitir el lujo de que la Sala del 61 esté bajo sospecha. De ninguna manera. Por tanto, si se confirma que algo se ha hecho mal y que el resultado es que no está allí quien debe estar, hay que rectificarlo. Los servicios jurídicos están viendo qué se puede hacer, que parte nos puede tocar a nosotros para que eso se rectifique.

P. El que no debía ir a esa Sala tiene que dejar el lugar a quien debía, en legalidad, ocupar ese sitio, ¿cuál es el problema?

R. Esto no se arregla haciendo la segunda parte. Parece que el problema está en la decisión que se adoptó anteriormente, en la última ocasión en que hubo cuatro magistrados en la Sala de lo Civil y que acabó yendo a la Sala del 61 el que no correspondía. Esto es lo que hay que intentar analizar. Y si se confirmara que no fue aquel al que le correspondía ir, repito, hay que rectificarlo. Porque el escenario de una Sala del 61 baja sospecha de mala constitución no es el escenario en el que debe trabajar la justicia.

P. El tiempo vuela, ¿cuándo se va rectificar caso de que se trata de un error?

R. Es una decisión que se tomó hace dos años. Los plazos en derecho son relevantes. Por eso estamos viendo qué se puede hacer. Hay que establecer si está mal y si es subsanable.

P. ¿Cuándo tomó conocimiento usted de esta situación?

R. Un grupo de vocales progresistas del Consejo General del Poder Judicial se había preocupado a través de un escrito al Pleno en el que mencionaban una noticia, filtrada al parecer por parte de la mayoría conservadora, en sentido contrario. Les estaban acusando a los progresistas de una presunta manipulación por la cual en la última hornada fuera un magistrado progresista al Consejo. Ellos se quejaron. Y se empezó a ver que el criterio que se aplicaba ahora no es el que se utilizaba anteriormente. Cuando se indaga se empiezan a saber cosas. Pareció al principio que era un error puramente mecánico de los órganos técnicos; más tarde se creyó que era un error en el envío de los decretos, y ahora, a la luz del escrito del secretario general del CGPJ las cosas están más claras. Hay órdenes del presidente del CGPJ. Otra cuestión, insisto, es que aquí nadie prejuzga intenciones sino análisis para ver si algo que se ha hecho mal y si es así cómo subsanarlo.

P. ¿Esto no nos lleva, acaso, a un problema con el que se ha enfrentado el llamado proceso de paz desde sus comienzos? A saber: ¿cómo lanzarse en un mundo judicial donde sobrevive el poder de la derecha en las instituciones?

R. Cuando ese proceso comenzó, no estaba yo aquí, pero tengo razones para afirmar que el Gobierno, este Gobierno, no podía dudarlo. Se daban unas condiciones que permitían vislumbrar una posibilidad de andar ese camino y todo Gobierno tiene la obligación de hacerlo. No se puede decir “no” por unas razones que también hay que matizar. Es verdad que el paisaje de una justicia después de una época de mayoría absoluta está ahí, pero?

P. Fue una de sus reflexiones en voz alta nada llegar a este despacho.

R. Sí, pero distingamos entre el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y la justicia. El Consejo es una cosa, un órgano político-administrativo de gobierno de los jueces, con unas reglas de juego de carácter político, y la justicia es otra cosa. Es cierto que después de ocho años de gobierno de la derecha, la última mitad con mayoría absoluta, hay rastros en puntos clave de la justicia, pero no lo es menos que existe un depósito de confianza en la justicia? Hay rastros procedentes de un Gobierno de la derecha, me parecen obvios, pero existe suficiente grado de credibilidad en la justicia como para que no fuera considerada un obstáculo. Nunca me lo hubiese planteado como impedimento, en absoluto. Creo que hay mucha responsabilidad en la justicia, un altísimo grado de responsabilidad, y si algunas veces se detectan algún otro tipo de cosas pienso que el problema no está ahí. Y lo que acabamos de ver en la Sala del 61 nos sitúa, precisamente, en el CGPJ, no en la jurisdicción. Insisto en que alguien ha tomado una decisión y no quiero hablar de intenciones que ha producido un resultado anómalo. Habrá que rectificarlo, pero estamos hablando de un ámbito que no es la jurisdicción, sino de quienes gobiernan la jurisdicción. El problema durante el proceso de paz, entiendo, no ha sido la justicia, la jurisdicción. A mí me parece que la clave de lo que ha ocurrido es otra, muy distinta.

P. ¿Cuál es esa clave?

R. Es lo que ha ocurrido con el núcleo duro de dirigentes del pasado que perdieron las elecciones el 14 de marzo de 2004 y que no han aceptado la derrota. Y que no se resignan a tenerse que ir. Si hubiesen sido dirigentes responsables que uno presume en ellos de cara a su partido, se hubieran ido? Se pierden unas elecciones como se perdieron y lo lógico es que se marcharan.

P. O corregido el rumbo?

R. Siempre que tengas la capacidad para corregirlo. Pero el problema es que se quedan para transmitir su frustración al partido. Tenemos un gran partido, el Partido Popular, que tiene capacidad para gobernar este país y que lo hará en algún momento, espero yo que muy tarde, pero ese partido está ahora mismo dirigido por un grupo de frustrados, de gente que ha sufrido una enorme frustración. Esta descripción no tiene un átomo de sentido peyorativo o acritud. Se pierden unas elecciones en las que hay unas expectativas de ganarlas. Se pierden porque se han cometido errores gravísimos. No nos confundamos: hay un enfrentamiento con la mayoría de los españoles a raíz del apoyo del Gobierno del Partido Popular a la guerra de Irak. Hay un atentado por parte de un grupo terrorista internacional y hay una gestión pésima de esa crisis que hemos visto adónde condujo. En este marco, hay un grupo de personas que se derrumban, se caen, y que no son capaces de superar el trauma de frustración. No sólo eso: se lo transmiten a la estructura del partido y la convierten en su estrategia. Y se lanzan por un camino enloquecido, en una escalada de confusión, de crispación, animando un ataque brutal contra las instituciones. Aquí está el problema. Volvamos ahora a la pregunta planteada: un Gobierno advierte una posibilidad de éxito en el gran problema que ha tenido este país durante los últimos cuarenta años, está, pues, obligado a explorarla, y no creo que ni éste ni ningún Gobierno haya tenido la idea de que en el horizonte la justicia podía ser un obstáculo. No, la justicia no. Por eso: distingamos entre lo que es el gobierno de los jueces, el CGPJ, con la importancia que pueda tener en este momento, que entiendo como muy coyuntural, y la justicia. La justicia no hubiera sido obstáculo. El gran obstáculo es la estrategia de acoso y derribo y de tierra quemada del Partido Popular. Mejor dicho: de quienes lo dirigen ahora.

P. Dice que no hubiera, pero si se recopilan las decisiones judiciales desde antes del verano de 2006, el cuadro que sale al menos plantea dudas razonables.

R. Yo no lo veo así. Lo que no se puede pedir es que, en tan corto espacio de tiempo, de repente haya cambiado tanto la etapa histórica para que los tribunales hayan de cambiar su lógica. No, no. No pidamos a los tribunales que actúen con lógica política. Los tribunales deben actuar dentro de la lógica de la justicia. Siguen vigentes las mismas leyes y están enjuiciando actos anteriores a esta etapa. Ellos deben seguir aplicando la ley y los políticos dedicarse a construir la paz. Lo que falló no fue la justicia. El Gobierno anduvo ese camino sin preocupación por el lado judicial. Es que el problema no venía de este lado, sino del principal partido de la oposición que decide romper el pacto antiterrorista y hacer de la política antiterrorista su único tema de debate.

P. ¿Puede analizarse lo que ocurre en el sistema judicial como si fuese una isla?

R. No creo que el sistema judicial sea una isla. Todos los sistemas son diferentes. Recordemos que aquí, a diferencia del sistema judicial anglosajón, no nos manejamos, sobre todo en el ámbito del derecho penal, con el principio de oportunidad, y rige el principio de legalidad, incluso en la actividad del ministerio fiscal. Hay que tener esto en cuenta. No es obstáculo. No lo va a ser. Da igual en qué momento se vuelva a plantear ?porque se volverá a plantear?, no lo va a ser. El Estado sabe que mantiene la estructura de la jurisdicción para lo que está. Y la jurisdicción debe seguir con su propia lógica, y no pretendamos que tenga que asumir la lógica política. No, no es eso. Tiene que aplicar la ley que existe de acuerdo con el momento en que lo hace. Y sí puede, la jurisdicción, estar en el horizonte, habrá un matiz. Y seguro que lo está. La justicia no es el problema. Lo digo porque vengo de allí, lo he vivido y no percibo que ella sea el problema. Esto no excluye anécdotas puntuales. El grueso del aparato de justicia en funciona en el tema antiterrorista con una lógica que es la que es. Es el poder político el que tiene contar con que ello es así. Hay que maniobrar políticamente por otro lado. Insisto: esta deriva viene de la ruptura del pacto antiterrorista y de la utilización política del terrorismo por primera vez en más de veinte años.

P. Pero ese pacto refleja una etapa concreta en la lucha contra el terrorismo que el Gobierno, de facto, considera desfasada. Por eso tuvo lugar el proceso de paz. El PP, asimismo, utiliza la formalidad de ese pacto contra el Gobierno por razones propagandísticas.

R. Ésa es una descripción que yo llamaría equidistante. No sé quién tiene razón. El principio fundamental del Pacto Antiterrorista, ¿cuál es? El elemento nuclear es que la política antiterrorista la dirige el Gobierno, por ahí empieza todo. Yo llamo ruptura, para ser exactos, a ignorar este principio, cuando no se acepta. Es lo que ocurre cuando se pretende desde la oposición ejercer de Gobierno. A partir de ahí, hay aspectos parecer formales, que no lo son. Los trapos se lavan en casa. Jamás se hacía cuestión de estos temas y ahora se hace en todo, incluso en la política penitenciaria. Hemos ido viendo cómo se traspasan las líneas rojas del pacto. No acepto, pues, la equidistancia. No es el Gobierno el que ha dado pasos en materia de tensión. Está claro quién los ha dado. A falta de otro bocado político, el Partido Popular ha centrado toda su labor de oposición en lo que aparentemente es lo único que queda, habida cuenta de que la situación económica es excelente, la labor del Gobierno en el terreno de la situación social a la vista está, y en la construcción del Estado autonómico ya hemos podido apreciar en qué se quedaban los vaticinios funestos. ¿Dónde está, pues, el gran tema de la oposición? El único es la política antiterrorista. Eso es lo que yo llamo ruptura del consenso antiterrorista.

P. ¿No cree que ha podido haber una sobreactuación judicial durante todo el periodo del alto el fuego?

R. Veamos. Cuando hablamos de la entrada en el proceso de paz uno tiene que dar un paso previo, debe mirar hacia el campo político. Hay que crear unas condiciones en el ámbito político, y cuando se consiguen entonces se avanza. Analicemos: tenemos una foto fija en la cual hay cese de la violencia y una manifestación de la banda terrorista ETA sobre el alto el fuego permanente. Este nuevo marco, con todos los matices del caso, genera unas expectativas en el terreno político en un marco judicial que es el que es y que continúa con su dinámica. Insisto: no pidamos al sistema judicial que se transforme y actúe como si ETA hubiese dejado las armas definitivamente y el entorno de Batasuna aceptase, inequívocamente, la legalidad democrática porque le estaríamos pidiendo algo imposible. Es que ese no es el escenario. La justicia, ante una etapa provisional, que, por otra parte, ya ha tenido lugar en muchas veces, actúa con una lógica que es la que le corresponde. Ha habido matices. En las dos direcciones. Pero son anécdotas.

P. ¿Acaso el caso De Juana no es un botón de muestra de esa sobreactuación?

R. Es paradigmático, pero de lo que yo acabo de decir. La justicia ha actuado en su lógica. La Audiencia Nacional en la suya. Si echamos un vistazo a las resoluciones de la Audiencia Nacional que han sido revisadas por el Tribunal Supremo a la baja veríamos que el porcentaje es altísimo, lo mismo que resoluciones de otros tribunales inferiores. Para eso están el Tribunal Supremo. Y no tiene nada de particular en el caso De Juana. Una petición de pena que se explica mal, una sentencia condenatoria de doce años y siete meses, un recurso y una rebaja sustancial. El Supremo dice la última palabra: tres años. Es el sistema ha funcionando con normalidad. ¿Qué ha habido anomalías? Yo las que veo no son las del funcionamiento de la justicia. Son otras. Me parece un ejercicio de hipocresía brutal por parte de la oposición, que utiliza un hecho que no debería haber pasado de una anécdota, y lo transforma en un verdadero mito. Y no es casual: se ha aprovechado una inercia que se llevaba y se ha intentado catalizar con De Juana una oposición por esos mismos dirigentes que desde el poder gestionaron la política penitenciaria con criterios diametralmente contrarios a los que ahora invoca al dirigirse al Gobierno. Han puesto en pie un castillo de manipulación y mentira al servicio de la oposición. Nunca han dicho la verdad. El PP ha mentido en todo. No es verdad que el Gobierno ha puesto en la calle a un asesino. Ha resuelto una medida de prisión atenuada, confirmada por el juez de vigilancia penitenciaria, sobre la base de informes médicos acreditados. Tampoco es cierto que esa medida se aplica a un asesino que cumplía condena por asesinar a 25 personas. Este señor había cumplido su condena, pagó las deudas a la sociedad por muy asesino que sea. Estaba en la cárcel condenado por amenazas. De los tres años de prisión que debía cumplir llevaba año y medio. ¿Por qué se miente de esta manera? Porque la verdad no vende. El PP no hubiese podido movilizar a la gente diciendo la verdad. La mentira es rentable al menos a corto plazo, a medio plazo menos y a la larga ya se verá. Todo lo que se ha hecho es construir un edificio de mentiras y manipulaciones de una realidad difícil de gestionar, cosa que nuestros opositores saben bien. Sí, muy difícil de administrar. Porque no nos engañemos. Cuando alguien decide protagonizar una huelga de hambre contra una sentencia que estima desorbitada lo hace y creyendo probablemente que la pena es injusta y que no merecía tanto. Bien, por lo que sea, lo hace. Y llega a una situación tan delicada que está en riesgo su vida. Siguiente mentira, escandalosa, casi obscena: eso era una dieta blanda, no hay riesgo de vida. ¿Cómo se llega a estos niveles de mentira? Lo supongo: cuando no tienes otro bocado político que llevarte a la boca. Pero es una mentira. La situación de De Juana estaba al borde de la muerte. Y resulta que no, que sus problemas de salud eran el resultado de una dieta. En el ámbito mediático hay quienes en otras circunstancias ?pienso en la huelga de los GRAPO, durante los años noventa, contra el Gobierno socialista- mantuvieron exactamente la posición contraria de la que sostienen estos días con el único fin de desgastar al Gobierno. En aquella ocasión el Gobierno resistió esa huelga. La gente no tiene por qué tener memoria pero algunos tenemos la afición de consultar las hemerotecas ya que no olvidamos. El Gobierno ha tenido que optar en el caso De Juana entre una mala decisión y otra peor. Y, bueno, pues la menos mala. ¿Libertad? No, prisión atenuada.

P. El PP ha utilizado las ilusiones democráticas de mucha gente que ha cree que el Gobierno se ha equivocado, y confiaba al salir a la calle en una rectificación.

R. Gente de perfecta buena fe ha salido a la calle porque los dirigentes del PP les han engañado con una maraña de mentiras. La hipocresía es que si alguien puso en libertad a De Juana antes de tiempo fueron ellos con anterioridad. El expediente penitenciario lo registra todo y allí muestra que el Gobierno popular regaló beneficios hasta 600 días y la razón para ello. Por escribir un libro de enaltecimiento del terrorismo. Este Gobierno dejó sin efecto 175 días de aquellos que le habían regalado. De Juana llegó a estar en condiciones de salir a la calle antes de tiempo porque el PP le dio los beneficios penitenciarios sabiendo que era el asesino que es. Tal cinismo no me extraña. He sufrido las consecuencias de la mayoría absoluta del PP. Sé cómo se las gastan.

P. Por todo esto, el Gobierno, ¿no debería haberse aplicado más a explicar lo que ha ocurrido?

R. Sí, seguramente. Primero, la prisión atenuada de este sujeto, hablamos de una medida que al propio Gobierno no le gusta. Es la menos mala de las soluciones. El Gobierno tiene la obligación de que no se le muera en prisión. El Tribunal Constitucional lo tiene dicho. De ahí nos viene el mandato de la Ley Orgánica General Penitenciaria. Es una obligación?

P. Sea su situación el resultado de su propia iniciativa. La huelga de hambre no es una excepción en el ejercicio de esa obligación.

R. Naturalmente. La doctrina del Tribunal Constitucional se formó a primeros de los años noventa, en 1992, en relación con presos en huelga de hambre. Fueron dos o tres sentencias. El debate: los límites de la libertad del recluso a oponerse que lo alimenten y obligación del Estado a alimentarle incluso con la fuerza. El Gobierno pues no podía hacer otra cosa que optar por mantener a este sujeto con vida. El sistema lo tiene previsto. Y no es la calle. Es la prisión atenuada, medida prevista por el reglamento penitenciario, para casos de salud. Y esta medida no es definitiva. El juez de vigilancia tiene que pronunciarse sobre ella. En caso de no estimar que es procedente la deja sin efecto. El control de la actividad de las instituciones penitenciarias la tiene el juez de vigilancia. El juez contó con un informe del fiscal. Ambos coincidieron en que esa era la medida adecuada para que el Gobierno cumpliera con sus obligaciones. Así funciona. Claro que cuando no cuentas toda la historia, y en su lugar manipulas, mucha gente bienintencionada salga a la calle ilusionada con el objetivo de cambiar una cosa que está mal. Yo he salido a la calle con la ilusión de cambiar una realidad. Tengo todo el respeto por esta gente que actúa bajo una campaña de desinformación. Y esta campaña solo se explica por el dominio impresionante de la derecha sobre medios de comunicación.

P. Queda prácticamente menos de un año para el final de la legislatura si se mantiene el calendario de agotar el periodo y usted está empeñado en lograr la asignatura pendiente de renovar el Consejo General del Poder Judicial. ¿Qué va a hacer para lograrlo?

R. Partimos de una evidencia reconocida. A mí se me ha recibido con éstos vítores tan amables de la derecha que saludaban poco menos que al Diablo. Pero hete aquí que el 28 de febrero pasado el pleno del CGPJ llega a un acuerdo, casi por unanimidad. Me felicita por mi llegada al cargo, lo que es un gesto de educación que en la justicia todavía se lleva. Y añade que el Consejo ya ha cumplido con sus obligaciones para su renovación y que cuanto antes las fuerzas políticas lleguen a un acuerdo. Agrega también que estima estar actuando en la legalidad, una cosa que yo jamás he puesto en duda. Bien. Parece que estamos de acuerdo: el CGPJ en funciones no está en las mejores condiciones para seguir actuando y debe renovarse. Lo que estoy haciendo, en consecuencia, es insistir en que el PP deje de una vez de bloquear ese acuerdo. Ahora resulta que el último pretexto de dicho bloqueo soy yo.

P. ¿Por qué va el PP a cambiar una estrategia que tan buenos resultados le ha dado en el ámbito judicial y político?

R. La maniobra es evidente. Llevan largos meses impidiendo la renovación porque este CGPJ les va bien. Están de espaldas a una realidad parlamentaria diferente a cuando se formó el Consejo, pero sobre todo a algo obvio: este Consejo ya no es constitucional. Por no tener, no tiene ni el número de miembros que debiera tener. Pero eso a la derecha no le importa. Pero nos debe preocupar. Porque la Constitución prevé 20 miembros y un presidente. Pues ya no los tiene. Los va perdiendo. Y perderá más ya que la gente envejece y se jubila. Si seguimos así? El mandato de cinco años se ha cumplido, perdiéndose así el marchamo de legitimidad. Sigue siendo legal porque la ley porque la ley no le prohíbe seguir actuando en funciones, pero todos sabemos, incluyendo al actual CGPJ, que un órgano en funciones no es el mismo que el que estaba en plazo constitucional. Lo voy a intentar con dedicación. Creo que puedo hacer una buena oferta de renovación.

P. ¿Cuál?

R. Bueno, quiero decir que no estoy buscando una renovación para seguir de la misma manera, es decir, más de lo mismo. Hay que replantearse a fondo las cosas. Estoy convencido de que para llegar a la situación actual debemos haber hecho muy mal las cosas todos ya que hemos sido incapaces de dar con un modelo que sea aceptado y cumpla su misión. No, por alguna razón, el órgano no está bien diseñado y las reformas adoptadas lo han empeorado. Ahora tenemos que llegar a un acuerdo para su renovación a fin de que represente lo más fielmente al conjunto de la carrera judicial, que es complejo, porque todos deberíamos saber que hay mucho que conservadores y progresistas. Me gustaría que refleje mejor la realidad de lo que la polarización actual permite. Y esta es mi oferta. Cuando pase este ruido podremos avanzar. No soy yo, evidentemente, el motivo para no alcanzar ese acuerdo. Es siempre la dialéctica tramposa del que te imputa a ti aquello que él en realidad no quiere hacer. He vuelto a tender la mano al PP. Tengo para mí que el portavoz del PP, Ignacio Astarloa, ya va entrando en razones. Aunque él diga que no, creo que nos acabaremos entendiendo. Es una pena que Astarloa se haya deslizado hacia el núcleo duro, hacia una minoría que ha arrastrado al partido. Ese es el espectáculo actual. La gente debe saberlo. No es un debate de ideas ni de supervivencia del partido. Se juegan la supervivencia quienes dirigen este partido, los que le llevaron a la ruina de las últimas elecciones generales. Guardo, en cambio, de Astarloa un recuerdo de un hombre de talla?

Mariano Fernández Bermejo, durante la entrevista.
Mariano Fernández Bermejo, durante la entrevista.RICARDO GUTIÉRREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_