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Reportaje:

Don Quijote ya es paisaje

Un escultor aragonés plasma en la tierra con un tractor un retrato de medio kilómetros del personaje cervantino

Don Quijote, Sancho, Rocinante y su rucio cuentan desde hace unos días con una insólita representación. Su peculiaridad reside en las dimensiones del retrato de los personajes cervantinos que el escultor aragonés Ángel Orensanz (Larués, Huesca, 1946) ha realizado sobre una finca yerma del término municipal de la localidad toledana de Dos Barrios.

Abarca una extensión cuadrada de medio kilómetro de lado que discurre en paralelo a la carretera Madrid-Bailén en su margen derecha y en dirección sur, a un kilómetro del centro de la toledana villa manchega.

Para plasmar su idea sobre el baldío, Orensanz dibujó primero al hidalgo castellano, su escudero y sus cabalgaduras sobre un papel. Arrendó luego el predio, propiedad del lugareño Ricardo Jaén. Alquiló más tarde un tractor y acto seguido, durante seis días completos —"incluso bajo la luz de la luna llena", aclara— guió sobre el terreno al tractorista que quiso trabajar con él, de nombre Leopoldo Sánchez, apodado Polo, para inscribir en la tierra la forma que las siluetas exigían.

La figura de Don Quijote se ve tocada de su vacía. "Sus ojos miden unos cuatro metros de diámetro cada uno", añade Orensanz. Algunos de los rasgos del rostro, como la nariz y la boca, han sido trazados mediante aspas de grandes dimensiones. "Este recurso permite definir muy bien cada elemento del dibujo", señala. Del gran retrato destaca la lanza del caballero, dispuesta en diagonal, de casi 300 metros de longitud: "Nos regimos con una cuerda para garantizar su linealidad", detalla el artista.

El faenar de la máquina atrajo la atención de los moradores de Dos Barrios. Desde su alcalde, Bautista Martínez-Raposo, que confiesa sentirse encantado con la idea, "pues promociona la imagen de nuestro pueblo", hasta muchos de los moradores adultos y colegiales de la localidad, todos quedaron sorprendidos. Su sorpresa fue transformándose en interés y en un deseo creciente por participar en su hechura.

Fue entonces cuando el alcalde de Dos Barrios puso a disposición del autor del proyecto una grúa municipal, de unos 13 metros de pluma, hasta cuya cúspide el escultor se encaramó para supervisar desde allí la fidelidad de los surcos a los perfiles silueteados del primigenio dibujo. Más adelante, en el aeroclub de la cercana villa de Ocaña, el artista aragonés alquiló una avioneta con la que sobrevoló la finca hasta conseguir las correcciones y ajustes necesarios para culminar su obra.

"Homenaje a la tierra"

La expectación crecía entre los lugareños. El escultor explicó su proyecto a cuantos quisieron escucharle. "Lo concibo como un homenaje de la tierra y del paisaje al caballero andante que Miguel de Cervantes universalizó junto con su escudero", les dijo. "Por ello he llamado a mi obra El Universo abierto de Don Quijote".

Ángel Orensanz ha dispuesto completar su obra merced a la siembra de cebada en los surcos del rostro quijotesco. Cada hendidura mide 0,50 metros de anchura por un palmo de profundidad. En la siembra, parcialmente culminada, colaboró decisivamente el padre del tractorista, de igual nombre de pila.

Cuando la cebada crezca, la próxima primavera, el enorme dibujo cobrará esplendor. "Me gustaría formar entonces un retablo con la participación de los niños de Dos Barrios, a los que proveeré de flores de colores vivos y tonos diferentes". De este modo, el artista oscense persigue perpetuar la estampa del caballero.

"Me atribulaba la idea de que Don Quijote quedara siempre encapsulado en el territorio cerrado y angosto de una conferencia o de una sala de pintura", cuenta Orensanz. "Por ello", añade, "he querido aquí, en plena tierra de La Mancha, liberarlo de tanta estrechez y plasmarlo sobre la tierra, para que dialogue con el viento y el paisaje, como él siempre quiso hacer durante su peregrinar por estas tierras manchegas abiertas al cielo y a los campos por las que cruzó".

Trazo del rostro de Don Quijote en la finca de Dos Barrios.
Trazo del rostro de Don Quijote en la finca de Dos Barrios.EL PAÍS

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