Se acaba la fiebre del 53

Salió el 53 y se rompió la maldición. Después de 20 meses y 180 sorteos ausente de las combinaciones ganadoras, el bombo de la lotto de Venecia volvió ayer a escupir el fatídico número y rompió una racha inédita en la historia de los juegos de azar italianos. La trama, en la que se han entremezclado el azar y la pasión por el juego, ha provocado una auténtica fiebre colectiva en la que no han faltado bancarrotas, suicidios y asesinatos.

La lotto de Venecia es un juego en el que los apostantes eligen de uno a cinco dígitos entre el 1 y el 90 y obtienen premios en función de los aciertos. La historia comenzó en junio de 2003 cuando el citado número, simplemente, dejó de salir. A medida que transcurrían los meses y los sorteos, la fama del 53 se fue extendieno. Primero, por la ciudad, luego por la región del Veneto y, finalmente, por toda Italia hasta convertirse en un fenómeno nacional.

Atraídos por la historia, jugadores de todas las edades y condiciones se volcaron a apostar al fatídico número. En algunos casos, con verdadero furor que acabó en tragedia. Un empleado bancario de Pavía sustrajo un millón de euros de las cuentas de varios clientes para apostar Una mujer de Carrara, arruinada por una exorbitante apuesta, se suicidó arrojándose al mar. Otro caso fue aún más dramático: Un jubilado mató a su esposa e hijo y luego se quitó la vida tras dilapidar su fortuna en el aciago número.

Llamadas a la prudencia

Los italianos, propensos a la exageración, no han escatimado, esta vez con razón, adjetivos hiperbólicos al acontecimiento. Los informativos, que anoche se emitían a la hora del sorteo, hicieron una breve interrupción para dar la noticia, El fin de una pesadilla, como la califica hoy Il Messagero. Incluso el ministro de Economía, Domenico Siniscalo, que recientemente había instado en el Parlamento a apostar "con cabeza y sentido del límite", se ha sentido obligado a hacer una declaración al respecto. "Me alegro por los ganadores y lo siento por los perdedores", ha afirmado.

El Estado, el que siempre gana en los juegos públicos de azar, ha sido, pese a las llamadas a la moderación de Siniscalo, el gran beneficiario de esta historia. A lo largo de estos 20 meses han sido nada menos que 4.390 millones de euros lo que los incansables jugadores han desembolsado en los dígitos en cuestión, de los que

1180 millones han acabado en las arcas públicas. A cambio, el 53 repartirá cerca de 600 millones de euros entre los afortunados, aunque la cantidad exacta aún se desconoce ya que varía en función de lo que cada jugador haya decidido apostar.

La frenética búsqueda del número ha puesto de manifiesto la pasión de los italianos por el juego, un sector que supone una lucrativa fuente de ingresos para las arcas públicas: sólo el año pasado gastaron cerca de 23.000 millones de euros en los diferentes juegos de azar que existen en el país. Ahora la maldición del 53 parece haber terminado pero otra fiebre está empezando a despertar en el corazón de los jugadores: Ya hay quien se ha apresurado a señalar que hace más de trece meses que el número cuatro no sale en la lotto de Milán.