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Los 353 días en dique seco del 'Tireless'

Hace apenas cuatro años, la llegada de otro submarino nuclear averiado a Gibraltar desencadenaba un grave conflicto político

El 7 de mayo de 2001 zarpaba del puerto de Gibraltar, bajo soberanía británica, el submarino Tireless, que había permanecido 353 días varado para ser sometido a una reparación. Tras de sí dejó una estela de alivio entre los ciudadanos de la zona y un tremendo conflicto político y diplomático.

El buque había atracado en la colonia británica en mayo de 2000 tras sufrir una avería en el sistema de refrigeración de su reactor nuclear cuando viajaba entre Sicilia y el norte de África. En esta ocasión, el HMS Sceptre también es un submarino de propulsión nuclear, pero la avería la ha sufrido su motor diésel, según las autoridades británicas.

La estancia del Tireless en Gibraltar provocó una campaña de protestas de ciudadanos y organizaciones ecologistas, respaldadas por la Junta de Andalucía (gobernada por el PSOE) y el partido socialista. La avería del submarino desencadenó además un conflicto diplomático entre el Ejecutivo español, entonces en manos del Partido Popular, y el británico —el primer ministro entonces, Tony Blair, sigue en el poder—.

Londres explicó entonces que el refrigerador del reactor presentaba una fisura de dos milímetros, y aseguró que no se habían producido filtraciones de agua contaminante al mar. También el Gobierno español negó que existiera "riesgo de contaminación radiactiva". En octubre de 2000, el Consejo de Seguridad Nuclear certificó en un informe que los niveles de radiación dentro y fuera del buque eran "normales" y que no había riesgo alguno ni para la tripulación ni para los habitantes de la zona; sin embargo, también precisaba que la fisura era mayor de lo advertido por Londres. El ministerio de Defensa británico cambió entonces el método de reparación, lo que alargó el proceso.

Ese mismo mes de octubre, Aznar y Blair mantuvieron una reunión sobre el tema en Madrid, tras la cual descartaron que la reparación del submarino supusiera riesgos para la población. Sin embargo, dos meses después el presidente del Gobierno español afirmaba: "Lo más razonable, lógico y deseable sería que se lo llevaran al Reino Unido". En enero, José Luis Rodríguez Zapatero, entonces líder de la oposición y ahora presidente del Gobierno, envió una carta a Blair para pedirle que "se lleve" el Tireless de Gibraltar, y advirtiéndole del "posible deterioro" de las relaciones entre ambos países por este episodio.

El Reino Unido garantizó entonces a España que no volvería a reparar un submarino nuclear en la base naval de Gibraltar. Su ministro de Exteriores, Jack Straw, dijo incluso que se iban a desmantelar las instalaciones que se montaron al efecto tras la llegada del Tireless. Este buque volvió en julio de 2004 a Gibraltar para una visita rutinaria de cinco días, lo que provocó el "profundo malestar" del Ejecutivo español, ya bajo signo socialista.

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