ETA asesina a tiros en San Sebastián al director financiero de 'El Diario Vasco'
El análisis de los siete casquillos encontrados revela que fueron dos las pistolas utilizadas y, por tanto, se descarta la participación de un único terrorista
El atentado tuvo lugar sobre las 8.30 horas, cuando Oleaga, de 54 años, casado y con dos hijos, bajó de su automóvil en el aparcamiento del Hospital Matía para acudir a rehabilitación, rutina que realizaba a diario desde hace un mes antes de acudir a su puesto de trabajo, según fuentes de El Diario Vasco, que han precisado que este directivo no llevaba escolta. Santiago Oleaga se estaba recuperando de una lesión que había sufrido en el hombro y las cervicales.
La víctima cayó muerto junto a su coche por siete disparos. Tres en la cabeza, otros tres en la espalda y uno en el cuello. Los análisis balísticos, que han encontrado dos tipos de casquillos en el lugar del crimen, indican la participación de dos terroristas que según testigos, huyeron a pie en dirección al barrio antiguo.
El directivo de El Diario Vasco quedó tumbado en un pequeño jardín, al lado de su coche. Médicos de la Fundación Matía fueron los primeros en intentar auxiliarle, pero desde el primer momento se comprobó que la víctima carecía de pulso. Poco después llegó a la zona una unidad medicalizada que intentó reanimarlo sin éxito.
Explosión de un coche
Casi una hora después del atentado, a las 9.25, se produjo la explosión de una bomba colocada en un Renault 5 estacionado a la altura del número 3 del Paseo de Lamberri, a menos de un kilómetro de distancia del lugar donde había sido asesinado Santiago Oleaga.
El Renault 5, que llevaba unas placas de matrícula de San Sebastián falsas, había sido robado el pasado domingo en la capital guipuzcoana. Según la Ertzaintza, este vehículo pudo ser el utilizado para huir por los miembros de ETA que perpetraron el crimen.
Se sospecha que tras abandonar el R-5, los terroristas utilizaron un segundo coche para alejarse del lugar.
Ataques a los medios
Este atentado es la quinta acción de ETA contra profesionales de los medios de comunicación desde que la organización terrorista rompió la tregua a finales de 1999. Dos de ellos han resultado mortales: el cometido esta mañana y el que acabó con la vida de José Luis López de la Calle.
El anterior atentado etarra contra informadores tuvo lugar el pasado día 15, cuando el periodista Gorka Landaburu, colaborador de Cambio 16, resultó herido de gravedad al explotarle un paquete bomba en su casa, en la localidad guipuzcoana de Zarautz.
El 10 de noviembre del pasado año se produjo otro atentado en San Sebastián, dirigido contra los periodistas Aurora Intxausti, de EL PAÍS, y Juan Francisco Palomo, de ANtena 3, que salvaron la vida al no estallar el artefacto colocado por los terroristas en el rellano de su vivienda.
El 7 de mayo, en Andoain el columnista de El Mundo José Luis López de Lacalle fue asesinado a tiros cuando volvía a su domicilio tras comprar los periódicos.
Además, el 27 de marzo, la policía desactivó un paquete bomba remitido por ETA a Carlos Herrera, ex director del programa Buenos Días de Radio Nacional. El paquete, oculto en una caja de puros, fue enviado a través de una mensajería a los estudios de la emisora en Sevilla, desde donde el periodista avisó a la policía al sospechar del contenido.
Al margen de estos hechos, los miembros del comando Barcelona de ETA intentaron en siete ocasiones a lo largo del pasado año atentar contra el periodista Luis del Olmo, sin lograr su propósito en ninguno de los intentos. En Sevilla miembros de ETA estuvieron esperando al periodista Antonio Burgos para dispararle, pero el atentado no se consumó porque la víctima no fue localizada.
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