Nueve meses parados esperando que la depauperada Complutense reparta 2,6 millones en proyectos científicos
Un total de 76 investigadores no van a poder terminar su trabajo porque el plazo “improrrogable” es de dos años


La Universidad Complutense (UCM) arrastra una deuda inasumible por la asfixia financiera que viven los campus públicos de Madrid desde 2012, pero 76 profesores se esperanzaron al ganar una “convocatoria pública de ayudas para la realización de proyectos liderados por doctores emergentes”. Desde enero deberían haber puesto en marcha sus investigaciones, pero no ha llegado la partida de 2,6 millones de euros que tienen que gastar antes del 31 de diciembre.
“Se ha notificado a todos los adjudicatarios que ya tienen disponible la partida económica”, afirmó la UCM el martes a preguntas de este diario. Pero la información es muy confusa y, en cualquier caso, ya han perdido casi un año. Los doctores explican que en la madrugada del miércoles ―es decir, después de este anuncio de la universidad a EL PAÍS―, muchos recibieron un correo con un número de contabilidad y un adjunto con el presupuesto que les dio esperanzas. Pero la alegría duró poco. A mitad de mañana del miércoles llegó otro mail en el que se dice claramente que el anterior no implica que dispongan de los fondos. Solo hay un “compromiso de crédito”. Pero las informaciones son contradictorias, porque horas más tarde se presentó una gestora por correo animando a hacer las compras a cargo al proyecto.
El biólogo Rodrigo Megía, que estudia especies afectadas por el cambio climático, lo resume con sorna en una frase: “Conclusión. Dejad de hacer ciencia, por favor. Eso nos transmite la UCM y la Comunidad de Madrid”.
De facto, los problemas no terminarían con la llegada de los fondos a repartir entre 64 proyectos. Tocan en torno a 41.000 euros por cada uno. El principal escollo radica en que casi han agotado un año de los dos de su proyecto de investigación, que se agota el 31 de diciembre de 2026. En las bases del concurso se afirma que la fecha es “improrrogable”, pero a preguntas de EL PAÍS la UCM se abre a estudiar alargar los meses: “Somos conscientes de la preocupación por el tiempo transcurrido y por ello se está consultando la posibilidad de prórroga, con el fin de garantizar que los investigadores dispongan del tiempo necesario para llevar a cabo sus proyectos”.
“No sabemos qué va a ser del dinero presupuestado para el primer año. ¿Se pierde? ¿Tengo que gastarme 40.000 euros a partir de cuando me lo indiquen? No tenemos información", lamenta la psicóloga Irene Rujas, que supuestamente recibirá junto a Irene Hidalgo esa cuantía para desarrollar herramientas de evaluación del lenguaje temprano. “Tenemos presupuestado comprar material, contratar..., pero han pasado nueve meses de los 24 y no hemos empezado. Para contratar hay que pasar por una comisión y desde que se reúne a que empieza a trabajar la persona, pasan otros dos meses. Se agota el tiempo”, remarca.
El objetivo es que con esta partida los doctores se integren y consoliden su posición dentro de sus departamentos y que adquieran méritos para acceder a otras ayudas competitivas. Pero su caso es un ejemplo más de la situación comatosa de la Complutense. De la presidenta Isabel Díaz Ayuso depende que la UCM reciba un crédito del Gobierno regional de 34,4 millones, con un interés menor que el de la banca privada, para poder afrontar los “gastos estructurales”. Madrid es la comunidad que menos invierte por alumno de España (21% menos que la media), pese a ser la más rica (36% más).
En noviembre de 2024, se publicó la convocatoria para este programa para doctores emergentes que empezaba en enero de 2025. Contaron con 13 días escasos para formar un equipo para el proyecto, elaborar una memoria con su presupuesto y entregarla. Y la primera sorpresa es que el concurso no se resolvió hasta mayo y tuvieron que hacer trámites hasta julio, entre ajustes del presupuesto y reclamaciones.
La UCM justifica la demora: “La entrega de los fondos se ha retrasado debido al elevado volumen de solicitudes recibidas en la convocatoria, lo que obligó a un proceso de evaluación más complejo y prolongado de lo previsto”.
Ha llegado octubre y siguen parados. Sus consultas han ido saltando de un departamento a otro. “Los proyectos en ciencia habitualmente no empiezan en la fecha y sabes que hay un delay (demora) razonable de unos meses. Pero de ahí a que no te digan nada en un proyecto tan corto que no contempla prórrogas...”, detalla la microbióloga Alba Blesa, de la facultad de Farmacia, que trabaja en vacunas. Y pone un ejemplo: “Los proyectos nacionales para cuatro años a lo mejor se retrasan cuatro meses, pero luego dejan un margen y puedes pedir una prórroga para un quinto año”.
El médico Ignacio Juárez estudia las señales que envían los tumores de cáncer gástrico y de colon rectales ―en forma de una molécula (HLA-G)― que impiden que funcione el sistema inmunitario con el objetivo de buscar la manera de impedir que ocurra. Este retraso en los plazos complica mucho su labor. “El proyecto cuenta con una parte de muestras de pacientes, y ha habido que tramitar con los hospitales el paso por los comités de ética...”, relata. Y, por otra parte, hay “una colaboración internacional para estudiar posibles opciones terapéuticas que tengan como diana estas moléculas”. Juárez piensa que de facto va a contar solo con un año de trabajo: “Recibir la financiación en el momento de comenzar el proyecto retrasa también los pedidos, y con la falta de material, todos los procesos posteriores”.
El físico David Sánchez Manzano rota membranas ferromagnéticas de óxidos complejos con el propósito de obtener dispositivos que almacenen información. Para ello necesita comprar sustratos sobre los que crezcan los materiales con la mayor calidad posible o botellas de gases. También ha presupuestado 3.000 euros para la difusión de los resultados. Mientras, Belén Picatoste estudia la resistencia a la insulina en daños vasculares.
Laura Ranero, de Filología Clásica, por su parte indaga sobre la transmisión y circulación de los textos falsamente atribuidos a Séneca durante la Edad Media. Dedicará su partida a visitar bibliotecas en España y fuera, digitalizar fondos, comprar literatura científica, organizar un congreso o publicar dos memorias.
“No podemos adelantar los pagos”
Enrique Paredes, de Historia Antigua, se desespera: “Estamos obligados a realizar en 15 o 14 meses un proyecto pensado y planificado para dos años. Resulta imposible si se tiene en cuenta la enorme carga docente, toda la gestión administrativa del departamento o las actividades de formación que ya tenemos de normal en la universidad. No solo yo, como investigador principal, sino el equipo”. Su proyecto versa sobre patrimonio romano en torno a la antigua Vía de la Plata. Junto con él trabajan investigadores de Salamanca, Santiago o la UNED y aspira a invertir los 40.000 euros en viajes de investigación y en material para hacer los análisis necesarios. “Tampoco nos es posible pagar o adelantar personalmente algunos gastos, y que luego se nos reintegre”, denuncia.
Además de la espera, muchos de los científicos han visto reducirse su partida porque, tras las alegaciones, otros profesores ayudantes doctor lograron que se aprobase su proyecto. “En la resolución provisional asignaron una cierta cantidad, que en la definitiva redujeron considerablemente. En mi caso, casi un 50% de lo solicitado”, relata Diana Núñez, de Ciencias Físicas, una facultad muy movilizada contra los recortes. “Pedí casi 80.000, me concedieron provisionalmente algo más de 65.000 y sin previo aviso, en la definitiva fueron 42.000″. El objeto de su proyecto es estudiar regiones donde existen fallas activas, para ayudar a preparar planes de actuación más eficaces. En la falla de Alhama de Murcia, del terremoto de Lorca, harán el trabajo de campo.
Los ayudantes doctor claman mientras otros estamentos de la UCM también se resienten. Como las partidas para bibliotecas, los materiales para prácticas, las ayudas a los grupos de investigación (700.000 euros), las salidas al campo o el número de asignaturas optativas. No habrá más proyectos tampoco para los doctores emergentes. “No está prevista una nueva convocatoria en 2026, ya que los fondos disponibles se han destinado íntegramente a esta edición, lo que ha permitido financiar un número mayor de proyectos competitivos”, avanza la UCM.
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