Plazas desiertas en Medicina pese al enorme tirón de la carrera
Hay 13 candidatos por puesto, pero cada curso sobran porque muchos alumnos se cambian de facultad con el curso empezado. Este año no pueden permitirse vacantes tras recibir una partida económica extra
En junio de 2022, 202.900 alumnos aprobaron la Evaluación de Acceso a la Universidad (EVAU) y las universidades públicas recibieron 77.175 solicitudes en primera opción para estudiar Medicina. Una cifra desorbitada y muy difícil de gestionar que solo se explica por el extremo interés en estudiar la carrera, que lleva a muchos alumnos a echar la preinscripción en hasta 16 comunidades (La Rioja no oferta el grado) ―cada una con sus propios plazos―, porque Selectividad sirve en todo el territorio. Ello provoca un baile de plazas al conocerse la lista de admitidos que afecta a otros grados sanitarios (Enfermería, Odontología o Fisioterapia) cuyos inscritos querían Medicina. Este año, a través de la conferencia de rectores (CRUE), se cerró un acuerdo oral para que ninguna facultad de Ciencias de la Salud aceptase alumnos nuevos desde el 15 de octubre, pero no todas lo han cumplido y ha continuado el goteo de novatos que se han perdido semanas de clase.
El fallido acuerdo interuniversitario no es casual, sino que responde a una necesidad de llenar todas las plazas como sea. El Gobierno reservó 52 millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado de 2023 con el objetivo de mejorar la docencia del grado de Medicina y crear 750 plazas en las 35 facultades públicas. Estas finalmente optaron por aumentar en 706 puestos este curso. Reciben 15.000 euros por cada plaza nueva durante seis años y hasta que se gradúen tres promociones, pero no puede haber un asiento vacío. “No hemos tenido una financiación tan importante para ningún proyecto de las facultades en los últimos años”, admitió a este diario en abril el presidente de los decanos, Pablo Lara.
“Este año hay más presión porque tenemos que mandar una garantía al ministerio [ahora de Ciencia, Innovación y de Universidades] de que hemos cubierto todas las plazas”, relataba Alino Martínez-Marcos, vicerrector de Ciencias de la Salud de la Universidad de Castilla-La Mancha a finales de noviembre. “Esto es un tetris y en el momento en que un alumno se va, abre un hueco y la facultad tiene que llamar a otra persona. Se cerró el acuerdo de la fecha porque unos nos hacíamos daño a los otros”, prosigue. Reconoce que hay “miedo a perder la subvención si no tienes el cupo de alumnos comprometido”. Castilla-La Mancha tiene 137 nuevos estudiantes en Albacete y 83 en Ciudad Real, dos más de los previstos. “Un pequeño colchón por si alguno se marcha”. Tienen una lista de espera de 2.000 estudiantes en cada facultad.
EL PAÍS ha preguntado a las 35 universidades públicas (hay 13 privadas) si, como otros años, hay plazas desiertas, pero de la veintena que ha contestado solo una lo reconoce. “Hemos ‘perdido’ tres alumnos. La decana, Anna Casanovas, quiere dejar constancia de su malestar por este hecho”, explicaron desde el departamento de prensa de la Universidad de Lleida a finales de noviembre. “Casanovas añade que todas las universidades catalanas cerraron la posibilidad de incorporar nuevos alumnos el 27 de octubre y que hay que tener en cuenta que a estas alturas de curso ya se han hecho evaluaciones y actividades de carácter obligatorio”.
Según los datos del saliente Ministerio de Universidades, en el curso pasado sobraron el 4% de las plazas en la de Cádiz, el 3,3% en la Rey Juan Carlos de Madrid, el 2,3% en la de Barcelona, el 2,2% en la de País Vasco, el 1,5%, en la Miguel Hernández (Elche), el 1,3% en la de Oviedo y el 0,8% en la de Extremadura, la Autónoma de Madrid y la de Santiago de Compostela. Cientos de aspirantes hubiesen aceptado ingresar con semanas de demora, pero dejaron de llamar a más suplentes con el curso avanzado.
En la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria reciben 3.000 solicitudes para 150 plazas y, sin embargo, han tenido que cubrir en las últimas semanas seis vacantes. Aseguran desde prensa que ellos se ajustaron al acuerdo del 15 de octubre, pero no lo han hecho otros y les ha afectado.
“No hay vacantes. El problema estaría si hubiera universidades que abrieran ahora la matrícula (podría ser) y algún alumno que tenemos se fuera. Este problema se solucionaría si hubiese un distrito único en España para todas las solicitudes de titulaciones de alta demanda, como es Medicina”, señala el decano de Córdoba, Luis Jiménez Reina. Ahonda en esta idea Jorge Pérez, vicerrector de Estudios de Grado y Acceso de la Universidad de Alcalá: “Sería interesante avanzar hacia una lista única y un único plazo para elegir universidad, tras el cual no fuese posible cambiar de centro. Es complejo porque supone poner de acuerdo a muchas instituciones. Un estudiante que se incorpore a unas clases casi dos meses después, no tiene muy fácil continuar con un aprovechamiento razonable”.
Ante la previsión de deserción, las universidades tienden a aceptar a más alumnos que las plazas que ofertan porque las tienen autorizadas, pero no se publicitan. El curso pasado, por ejemplo, concedieron 9% más en Alcalá de Henares, 5% más en Jaén y Jaume I (Castellón); un 4% en Málaga, Salamanca y Zaragoza o un 3% en Baleares y la Autónoma de Barcelona. Se ofrecieron 5.904 plazas en primero de Medicina, aunque las universidades estaban autorizadas para impartir clase hasta a 6.106 estudiantes.
Gonzalo Baquero, presidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, quiere que exista “un examen de acceso homogéneo en todo el Estado” y que el estudiante “en vez de realizar 16 solicitudes, haga una única con un orden de preferencia de universidades”. En su opinión, existe “una incertidumbre brutal sobre el lugar de residencia y por los infinitos trámites burocráticos que hay que hacer”. Baquero cree que se peca también de “falta de transparencia en cuanto a alumnos admitidos”. Y pone un ejemplo: “Si un estudiante pide la Universidad Pública de Navarra y la Zaragoza, y es admitido en ambas, cuando escoja una plaza, la otra se queda vacía y podría llamar al siguiente de la lista. Pero lo que sucede es que la universidad llama a más de una persona para asegurarse que esa plaza se cubre y, si todos aceptan, luego no pueden quitarle la plaza al estudiante que ya ha aceptado”. Lo sabe bien y remarca: “Admitir alumnos en noviembre es un disparate. El modelo está desfasado”.
A Antonio Campañ, decano de Medicina de la Universidad Miguel Hernández, no le consta que se llamen a varios candidatos para la misma plaza. Le preocupa la logística. “Es muy fácil que un alumno con muy buena nota entre en cinco o seis sitios y tenga que ir renunciando a colegios mayores y residencias. A veces te devuelven el dinero, pero otras no”. Hace años que la conferencia reclama un proceso único estatal, pero reconoce que “desde el punto de vista del Estado parece que no se puede hacer uno específico para una titulación como Medicina”. Con lo cual genera “un caos burocrático y político”. Explica que nadie en el ministerio les ha dicho que es inviable, pero han dado largas. El ministerio, por su parte, afirma que la admisión depende exclusivamente de las universidades, pero tienen un compromiso de estudiar con ellas procedimientos de admisión especiales si así lo piden.
Los aspirantes en primera opción han pasado de 7,8 por plaza en 2015 a 13,3 en 2022, y eso que cada vez más universidades ofertan la carrera estrella. La media de aspirantes en todo el catálogo de carreras ha pasado de 1,5 preinscritos a 2 y en Ciencias de la Salud también ha crecido mucho (de 3,4 a 5,2) pese a la extensión de la oferta. Matricularse en Medicina en la privada puede costar hasta 21.000 euros al año (son seis) tan solo de docencia. Muchas familias piden créditos para hacer frente a ese gran desembolso.
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