Con matrícula y sin piso: el problema de miles de estudiantes internacionales en Países Bajos
El imán de las universidades holandesas hace que haya escasez de viviendas para todos los alumnos, entre los que hay muchos españoles. El año pasado faltaban unas 26.500 casas, mientras los propietarios suben precios e imponen restricciones
Carmen es una alumna española matriculada en la universidad holandesa de Wageningen. Se trata de uno de los centros punteros del mundo en temas agrícolas y de protección de la naturaleza, pero ella no encuentra casa en la ciudad, de unos 40.000 habitantes. El problema se arrastra desde hace años, y Carmen es un nombre ficticio porque prefiere proteger su identidad. Como ella, miles de alumnos extranjeros están matriculados en el curso 2022-2023 en Países Bajos y no hallan un lugar donde vivir.
Según las cifras más recientes, el año pasado faltaban en conjunto unas 26.500 habitaciones, de acuerdo con los datos de Kences, la organización que representa a las empresas de vivienda social para todos los estudiantes. Aunque los centros académicos reservan alojamiento a los inscritos internacionales, esa bolsa no cubre la demanda, de modo que varios aconsejan ya en su página de web que se anule o posponga el ingreso como último recurso. En el sector privado, se llega a pedir más de 600 euros mensuales por un cuarto en una casa compartida.
La Vrije Universiteit (VU), de Ámsterdam (Universidad Libre), es una de las que advierte a los estudiantes extranjeros de los riesgos que afrontan. “Podemos acomodar a cerca de la mitad de los nuevos alumnos internacionales. Si no tienes vivienda un mes antes del inicio de tu programa, te aconsejamos que reconsideres tus planes. Piensa, por ejemplo, en retrasar tus estudios para que tengas más tiempo de encontrar sitio”, reza la nota. La Universidad de Ámsterdam, el otro centro superior de la capital holandesa, abunda en que “nuestro acuerdo con proveedores locales es limitado ―unas 3.000 habitaciones― y ello cubre cerca de la mitad de los recién llegados de otros países”. La falta de habitaciones afecta también a los estudiantes holandeses, pero sus compañeros de otras nacionalidades no cuentan con redes locales de apoyo, y suelen desconocer la realidad del sistema más allá de la información proporcionada por los propios centros.
Carmen dice al teléfono que está “metida en Facebook a todas horas en busca de alguna oferta en Wageningen”, y si bien “van saliendo cosas”, asegura: “Todavía no me han llamado para ver una habitación”. Se puso en contacto con un grupo de residentes españoles en la zona, y una familia le brindó cobijo temporal para que no se quede “en la calle si todo falla”.
En Ámsterdam, la historia de Carmen se repite con J. P. otro estudiante español, en su caso de ingeniería. Matriculado en la VU, habla con EL PAÍS mientras visita el campus, y dice que los caseros particulares ponen muchas condiciones a la hora de alquilar. “A veces admiten solo a partir de 20 o 21 años. Otras, para compartir un piso solo es para chicas, o bien hay que irse muy lejos. Estoy mirando radios de unos 30 kilómetros. He mandado cerca de cien solicitudes y han contestado unas diez. De esas, he conseguido hacer una entrevista. Y hoy [por el pasado jueves] iba a hacer otra y me la han cancelado. Me dijeron que sí y luego me han escrito que no”. Él está ahora en un hostal en Utrecht, a unos 44 kilómetros de la capital holandesa, que espera ir renovando cada mes mientras sigue buscando.
En el curso académico 2021-2022, se inscribieron en centros de educación superior en Países Bajos 115.000 estudiantes extranjeros. En el conjunto de las universidades, un 40% de todos los alumnos de primer año procedía de otros países, señala la Oficina Central de Estadística. El mismo organismo recuerda que las cifras han aumentado mucho en los últimos 16 años: en el periodo 2005-2006 este grupo concreto de universitarios sumaba 33.000. Por su parte, Universidades de Países Bajos, que reúne a 14 instituciones, dice que en octubre de 2021 había 340.346 alumnos apuntados entre cursos de grado (bachelor) y de máster. En función del programa de estudios y de la carrera elegida, los de la Unión Europea pueden pagar hoy entre 1.800 y 4.000 euros al año de matrícula. Para el resto de los países, la tasa oscila entre 6.000 y 20.000 euros anuales, según explican las guías universitarias.
Potencia universitaria mundial
Los Países Bajos son una potencia universitaria de primer orden pese a tener solo 17 millones de habitantes. En el ‘ranking’ de calidad de Shanghái hay nueve campus holandeses antes del primer español. En total atesora 13 de las 700 mejores universidades. El Brexit ha convertido al país en un foco de atracción mayor para los europeos de la UE ―hay carreras completas en inglés― que disfrutan de matrículas menos elevadas que las británicas y la tarjeta sanitaria comunitaria.
En 2018, la universidad de Groningen montó una gran tienda de campaña para los estudiantes ―en su mayoría extranjeros― sin otra alternativa. Había camas para 90 personas y una noche costaba 12,5 euros. “Es una solución de emergencia”, dijo Jorien Bakker, la portavoz universitaria.
Otras universidades holandesas, entre ellas, las de Maastricht, Utrecht, Twente, Eindhoven y la misma Groningen, han hecho advertencias similares a la de la Vrije Universiteit, de Ámsterdam. “Sentimos decirte que, si no has encontrado casa antes de septiembre, es aconsejable que busques otro lugar para estudiar”, indican en la página digital de Maastricht. En el mismo espacio, se glosan las bondades de formarse “en una ciudad internacional donde más del 10% de sus habitantes son estudiantes”. A la escasez de habitaciones se suman las exigencias del sector privado. Aquí, hay caseros que prefieren solo a holandeses, a pesar de que ello es discriminatorio. Puede haber ofertas fraudulentas, como en otros sectores, y el repunte del turismo ha reducido el número de hostales y hoteles baratos como recurso. En la universidad de Eindhoven advierten también de posibles fraudes y de “evitar giros a bancos que no sean holandeses”, señal de que algo no va bien.
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