Robótica, un salto a la creatividad y el pensamiento crítico
Los entornos de trabajo multidisciplinares de esta materia fomentan el desarrollo de nuevas habilidades y fortalece el análisis sistémico
Es un aula muy amplia, con grandes ventanales en una de sus paredes que ayudan a que la luz entre a borbotones. En el interior, un grupo de estudiantes de Secundaria, distribuidos en equipos, se afana en colocar meticulosamente cables, sensores y engranajes sobre una pequeña plataforma con el objeto de crear un robot. Paco Ferrer, profesor de Física en el colegio Trilema Soria, donde tiene lugar esta experiencia dentro de la asignatura de Tecnología, habla de la importancia que tiene la robótica para que chicos y chicas adquieran competencias vinculadas con las materias STEM (acrónimo de Science, Technology, Engineering and Mathematics) y para entender el entorno actual en el que vivimos.
“La enseñanza de la robótica en el aula ofrece a los alumnos dos cosas, familiarizarse con las máquinas y el conocimiento de un lenguaje nuevo”, aclara Ferrer, quien hace un paralelismo entre música y robótica para explicar qué ofrece la enseñanza de esta última al alumnado. “La música puedes disfrutarla sin tener conocimientos musicales previos, pero si los adquieres podrás desarrollar tus propias composiciones. Con la robótica pasa igual: a todos nos maravilla lo que hacen los robots, pero si sabes programación también puedes conseguir que hagan lo que tú quieres”.
Tecnología y creatividad
¿A qué nos referimos cuando hablamos de robótica educativa? Francisco José Ruiz Rey, de la Facultad de Educación de la Universidad de Málaga, apunta al concepto recogido por Ruiz-Velasco en 2007, como “aquella disciplina que tiene por objeto la concepción, creación y puesta en funcionamiento de prototipos robóticos y programas especializados con fines pedagógicos”. Estamos, según este experto, “ante una enseñanza multidisciplinar que potencia el desarrollo de habilidades y competencias en el alumnado, generando aprendizaje a partir de la propia experiencia durante el proceso de construcción y robotización de objetos”.
Su interdisciplinariedad se debe a que abarca conceptos relacionados con las áreas de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, así como áreas de Lingüística y también de Creatividad —en este sentido, podemos hablar de STEAM si añadimos el arte y otras habilidades denominadas blandas o soft skills—. “Los ambientes multidisciplinares de trabajo de la robótica educativa”, prosigue Ruiz Rey, “ayudan al desarrollo de nuevas habilidades y conceptos, fortaleciendo el pensamiento sistémico de los estudiantes. La creación de un dispositivo robótico implica conocimientos de mecánica, electricidad, electrónica e informática”. Y centrándonos en la ESO, “se justifica para el aprendizaje de temas de diferentes áreas, estimulando el acceso al conocimiento de temáticas difíciles de aprender y poco motivantes para su estudio. En estos contextos educativos, hay que generar ambientes de aprendizaje que superen las meras experiencias extracurriculares, reconociendo la robótica como elemento articulador del conocimiento involucrado en diversas disciplinas”, sostiene este profesor.
Por su parte, Ricardo Luengo González, catedrático de Didáctica de las CC Experimentales y de las Matemáticas en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura, considera necesaria la implementación de la robótica en el currículum de Secundaria desde dos enfoques distintos: “como una asignatura del currículum y como un recurso transversal a emplear, en un momento determinado, en otra asignatura”. Este catedrático de Didáctica cree que “el primer enfoque nos lleva a una asignatura de Tecnología en la que los proyectos pueden dedicarse a la construcción de robots y a la solución de pequeños problemas robóticos (el mundo Maker, tan en boga hoy en día). El diseño de las materias de Robótica en Secundaria debe de tener en cuenta, por una parte, el uso de recursos adecuados a este nivel y, por otra, la preparación de actividades de enseñanza-aprendizaje basadas en esos recursos”. El segundo enfoque, prosigue, “debería apoyar temas concretos de las distintas asignaturas, o bien a un tema interdisciplinar en el que intervengan varias asignaturas y profesores (proyectos STEM). Para ello, debemos de disponer de robots más precisos y controlados mediante el correspondiente software, muy distintos a los robots más elementales que construyen los alumnos, y tener una organización de los horarios de los centros mucho más flexible”.
Entre las competencias que la robótica educativa potencia en el alumnado, desde un enfoque pedagógico, estarían, según Ruiz Rey, “el aprendizaje por proyectos, el trabajo en equipo y la resolución de problemas, desarrollando al mismo tiempo la creatividad del alumnado. El uso de la tecnología como medio para el aprendizaje evidencia la capacidad transformadora de la educación y favorece la reducción de la brecha de género”. Unas destrezas a las que Ricardo Luengo añade “la ampliación de la capacidad de abstracción a través de procesos de análisis y síntesis, el desarrollo de su pensamiento lógico a través de la programación estructurada, el pensamiento crítico, el desarrollo de la competencia en la expresión oral y escrita y la estimulación, de forma lúdica, del interés por las ciencias y las tecnologías”. A su vez, desarrolla competencias personales “como la autoconfianza, el manejo de entornos digitalizados y, a través de ellos, el contacto con colegas y adultos en comunidades virtuales, el conocimiento de sus valores personales y respeto por los demás, o el uso responsable de la tecnología”, asegura el catedrático.
Mayor acceso femenino
En España, el porcentaje de mujeres que se gradúan en grados STEM sigue siendo bajo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 la tasa de graduados en ciencias, matemáticas, informática, ingeniería, industria y construcción (por cada 1.000 habitantes entre 20 y 29 años) era de 29,7% en hombres y 11,9% en mujeres.
Lara Orcos, docente en el área de Didáctica de las Matemáticas y las Ciencias Experimentales de la Facultad de Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), junto con la doctora Nuria Arís Redó y el doctor Ángel Alberto Magreñán Ruiz, ha llevado a cabo un estudio de género sobre robótica educativa —publicado en la editorial Dykinson— que concluye que tanto la motivación por el aprendizaje de programación computacional, como la capacidad de encontrar soluciones a los problemas, así como la mejora en la creatividad, se vieron mucho más potenciados entre las chicas que entre los chicos. Aun así, la población juvenil femenina que cursa este tipo de disciplinas es inferior a la masculina. Por eso, dice esta experta, “la forma a través de la cual, probablemente, se pueda conseguir que las chicas se interesen por la robótica educativa es que evidencien, desde prontas edades, la necesidad de la tecnología en el mundo que nos rodea y, sobre todo, en el futuro que les espera. Para tal fin, es interesante que sean conscientes del papel que han tomado muchas mujeres en la ciencia a lo largo de la historia, aspecto que ahora se está potenciando, y el que están tomando en la actualidad”. Para afrontar este reto, la docente de la UNIR aboga porque “los niños y las niñas empiecen cuanto antes a trabajar el pensamiento computacional. De esta manera, verán potenciadas más pronto todas estas habilidades tan necesarias para hacer frente a lo que la sociedad científico-tecnológica demandará de ellos en el futuro”.
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