Los colegios públicos de Madrid pueden ser los nuevos focos de contagio de covid-19
Las “burbujas” o “grupos de convivencia estables” se convertirán en “grupos de contagio letales” si no se adoptan medidas de protección adecuadas
Cuatro meses después de la “primera oleada” de covid-19, nuestros líderes políticos, esta vez ya prevenidos, no dotan a la educación pública de medidas de protección. Se promulgan leyes obligando al uso de la mascarilla y a mantener la distancia de seguridad en todos los ámbitos, excepto en el educativo. Los niños más pequeños y sus familias, con el pretexto de que “a los niños les afecta poco el virus” o de que “su papel en la transmisión es pequeña”, argumentos desmentidos por estudios científicos que demuestran que se contagian igual que los adultos, quedan en situación de desamparo y se vulnera su derecho a la salud pública.
A partir de septiembre y en la Comunidad de Madrid, un niño de tres a 12 años, la edad de educación infantil o primaria, que curse sus estudios en un colegio público, estará más seguro en la calle que en su colegio. En la calle las personas a su alrededor llevarán mascarilla si no hay distancia de seguridad, pero no así en su clase, como recogen las instrucciones divulgadas el 9 de julio por la Comunidad de Madrid. Los profesores de colegios públicos madrileños estarán más seguros en un supermercado que ejerciendo su trabajo. En los centros no encontrarán distancia de seguridad porque allí no se aplicarán las altas multas que, en el resto de las empresas, obligan a mantenerla.
¿Por qué va a ocurrir esto? En infantil y primaria, la Consejería de Educación adopta la medida más barata para no invertir en contratación de profesorado ni en adecuación de espacios: son los llamados “grupos de convivencia estables”, que asemejan una clase de hasta 28 niños a un grupo familiar o de convivientes. Y hace esto sin bajar las ratios de alumnos por clase (como propone el Ministerio Sanidad y el Ministerio de Educación) ni establecer una distancia de seguridad obligatoria.
Esos “grupos de convivencia estables”, también llamados “burbujas”, han sido importados de los países nórdicos, pero, sin tener en cuenta otras medidas imprescindibles que allí se aplican ni las características propias de sus colegios. En los colegios de Dinamarca se formaron porque las clases redujeron drásticamente sus ratios a la mitad o a un tercio: en lugar de 20 niños, el número habitual, hay 10 niños por clase o menos, y se exige una distancia de seguridad de al menos dos metros, como informa la BBC.
Esas ratios de los colegios públicos daneses están muy lejos de las de los españoles, de hasta 28 niños, que la Comunidad de Madrid no tiene previsto reducir. ¿Cómo puede un grupo de hasta 28 niños asimilarse a un grupo familiar? Cada clase tendría hasta 28 familias conectadas entre sí, unidas a sus contactos, habitualmente muy amplios, con lo que el “grupo de convivencia estable” estaría formado, en la práctica, por cientos de individuos.
¿Por qué no se exige, entonces, el uso obligatorio de las mascarillas dentro y fuera del aula? Madrid desoye el consejo de los mayores especialistas, los pediatras. La Asociación Española de Pediatría recomienda el uso de mascarillas en los colegios, obligatoria en la mayoría de los colegios en China. En La Rioja, el curso próximo, los alumnos mayores de 6 años deberán usar mascarilla durante toda la jornada escolar.
Así, el próximo curso, con las ratios actuales en la educación pública, sin distancia de seguridad ni un elemento adecuado de barrera como es la mascarilla, esos “grupos de convivencia estables” se convertirán en “grupos de contagio letales”. Y todo esto sucederá por “falta de medios”. Mientras, en los colegios privados, con más recursos y ratios más reducidas, se implantan protocolos de protección mucho más restrictivos. De no hacerlo, perderían clientes o se arriesgarían a ser demandados.
Los alumnos y profesores de colegios públicos madrileños se enfrentarán el curso que viene a la discriminación por motivos económicos que sufrieron los ancianos en residencias públicas madrileñas durante el “pico” de la pandemia. Recordemos que los ancianos que tenían seguro médico privado fueron trasladados a los hospitales privados sin ningún problema, mientras se impedía el traslado a hospitales públicos de los ancianos que residían en residencias públicas. Murieron más de 8.000, la cifra más alta de toda España. La excusa para no proteger a los menores es que los niños suelen tener un cuadro clínico más leve que los adultos, pero no olvidemos que algunos enferman gravemente y que en la Comunidad de Madrid ya habían muerto en mayo seis niños menores de nueve años víctimas de la covid-19. Aún se desconoce en qué medida contagian la covid los niños, pero sabemos que son contagiados y que pueden contagiar.
¿Y qué sucederá con los padres, los abuelos y los profesores? Sin medidas de protección, se condena al contagio a alumnos y docentes, y, por extensión, a sus familias y a sus contactos próximos. Para impedir un nuevo desastre que se cobrará más vidas, es imprescindible la adopción de medidas de protección efectiva para los niños, sus familias y sus profesores: uso obligatorio de mascarilla durante toda la jornada escolar en mayores de seis años, distancia de seguridad, disminución de ratios, jornada continua para evitar la aglomeración en comedores escolares y otras medidas complementarias de higiene y de detección precoz.
Sin todas ellas, la “vuelta al cole” será una trampa mortal.
Silvia Pérez es madre de un alumno de primaria de un colegio público de Madrid, Doctora en Humanidades y profesora de Universidad.
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