“¡Es el Hombre Radioactivo!” “¡No! ¡Es Armando Benedetti!”
El político que rodea en el círculo más cercano a Gustavo Petro carga a cuestas una cantidad inmensa de problemas judiciales y dudas sobre la rectitud de su carácter
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Muy larga fue la vuelta que tuvo que dar el presidente para dejar a Benedetti como jefe de la política en Colombia. Larga y dispendiosa. ¿Habría sido igual de tortuoso el camino si Benedetti fuera un técnico o, al menos, un político libre de cuestionamientos? Tanta vuelta es la mejor prueba de que hasta al mismo Petro le ha costado tener que dar semejante paso que convierte a su proyecto político en un capricho personal sin escrúpulos antes que en el ejercicio genuino de avanzar con rectitud y ética en la senda del cambio que tanto se pregonó.
Según se ha sabido, Benedetti ya ha estado sosteniendo reuniones con los congresistas que necesita el presidente Petro para conseguir los resultados electorales que se ven casi imposibles de alcanzar en el año 2026. Difícil será que el Pacto Histórico consiga los mismos votos que tuvo hace cuatro años porque, aunque el presidente lo niegue, decenas de miles de colombianos que votaron por él en 2022 están decepcionados. Cientos de ellos han visto en su desempeño como gobernante el reflejo de todo lo que no ha de ser un estadista: poca capacidad de negociación e incita al odio, pone a su equipo a pelear entre ellos, divide al país, busca peleas por doquier, impulsivo, irrespetuoso con quienes piensan diferente y un largo etcétera que concluye con su bajísima capacidad de ejecución.
Otros tantos han vivido en carne propia los descuidos inexcusables de una política de seguridad débil, por no decir inexistente. Unos más han visto como el presidente prefirió anteponer su rencor hacia ciertos políticos y sus regiones antes que poner por delante el hecho de que todos somos habitantes del mismo país que él gobierna. El listado puede ser más largo, pero mejor concentrémonos en el nuevo motivo que Gustavo Petro da a aquellos que confiaron en su promesa de cambiar a Colombia para llevarse una decepción: Armando Benedetti.
Comencemos por el final: Benedetti es el verdadero Hombre Radioactivo. Y no me refiero al superhéroe que con ciega admiración siguen Bart Simpson y su amigo Milhouse cuyas aventuras son las de un superhéroe que combate a los villanos. Este Hombre Radioactivo, así como otros que rodean a Petro, es uno que carga a cuestas una cantidad inmensa de problemas judiciales y dudas sobre la rectitud de su carácter que en vez de ayudar a consolidar la imagen de un Gobierno que busca lo mejor para el país termina por reflejar que lo que busca es asegurar a través de los métodos de siempre la gobernabilidad y una prolongación en el tiempo.
¿O acaso Benedetti va a convencer a los políticos liberales, conservadores, verdes y de la U que el motivo para acompañar al Gobierno y al petrismo en las campañas de 2026 es por pura voluntad de cambiarle la vida a los colombianos más pobres? Si esa fuera la esencia de la labor política del Hombre Radioctivo, no habría necesidad de pedirle que haga el trabajo. Los mismos congresistas deberían apoyar el proyecto petrista sin exigir nada a cambio. Lamentablemente, no es así: el Hombre Radioactivo está ahí para darle átomos, todos los átomos posibles, con cuantos protones, neutrones y electrones necesiten los políticos, siempre y cuando estos se reflejen en la platica que necesitan para hacer las campañas electorales.
¿Qué moléculas serán descompuestas ahora por el Hombre Radioactivo? Un émulo suyo, menos inteligente eso sí, antes de las elecciones para autoridades locales aprovechó la emergencia en La Guajira para irrigar moléculas monetarias entre unos cuantos. Tal vez a nuestro superhéroe le toque hacer algo similar. Ya fue declarada la emergencia en el Catatumbo.
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