Una forma distinta de despedir a los seres queridos

Brindar con un botellín de cerveza mientras suena Mi carro de Manolo Escobar; una aparición sorpresa de un grupo de gaiteros gallegos; que un grupo flamenco interprete Eso que tú me das de Pau Donés o poder plantar encinas, olivos y madroños con las cenizas de un ser querido fallecido. Son solo unas pocas ideas que familiares y amigos han materializado para despedir a sus allegados en el bosque de 15 hectáreas en Méntrida (Toledo) —a media hora de Madrid— que ofrece la empresa Recordarium. Una de sus cofundadoras, Ana González Alonso, asegura que “ofrecen una manera diferente de decir adiós, una alternativa para aquellas familias que no sepan qué hacer con las cenizas de sus seres queridos”.

González reconoce que la idea de fundar Recordarium surgió de la experiencia personal de despedir a un ser querido en un cementerio tradicional, al igual que su socia, Fernanda Matoses García-Valdés. Relata que sintió que solo “era un número más” y cuenta que Matoses “no visita a dos de sus familiares fallecidos porque están en un sitio horrible”. Tiempo después, González fue a ver a una amiga a Estocolmo, donde pudo conocer un bosque funerario vikingo y posteriormente viajó a Japón país donde los espacios similares son tradición.

Tras una larga espera para obtener todos los permisos necesarios, Recordarium se convirtió en una realidad en 2020. González asegura que presentó el proyecto en varias ubicaciones y que no todas las administraciones lo vieron con buenos ojos. Afirma que las los Gobiernos de Castilla-La Mancha y el ayuntamiento de Méntrida “entendieron desde el primer momento” lo que querían hacer y ahí se instalaron. Así, el comienzo de la empresa no fue sencillo, relata González, pero desde 2022 crecen a doble dígito hasta alcanzar una facturación de casi 500.000 euros en la actualidad y han tenido beneficios todos los trimestres de 2025 con un Ebitda superior al 30%.

González detalla que la parcela en la que se ubica el bosque de más de 15 hectáreas es propiedad de la compañía. A pesar de la gran extensión, afirma que “representó menos del 5% de la inversión total del proyecto”. Así, la mayor parte del coste para poner en marcha Recordarium fueron los gastos de relativos a la ingeniería, la urbanización y el diseño paisajístico, afirma la cofundadora.

Su despegue está ligado al cambio de tendencia a la hora de decidir si incinerar o enterrar a los seres queridos. Según la Radiografía del Sector Funerario 2025 publicada en octubre por la Asociación Nacional de Servicios Funerarios, la patronal del sector, la mitad de las personas prefieren la primera opción, que califican como “una tendencia sólida que por primera vez supera a las inhumaciones”.

Sin embargo no faltan los tropiezos. El incendio que se desató en julio entre Méntrida (Toledo) y Navalcarnero (Madrid) —uno de los primeros de la oleada de fuegos que arrasó España el pasado verano— rodeó el perímetro del espacio natural donde se halla su parcela. Gracias a que habían realizado labores de desbroce, riego, ajardinamiento, y gracias también al cortafuegos que realizaron desde la Unidad Militar de Emergencias se pudo preservar el espacio natural.

El precio de los servicios ofrecidos, asegura la cofundadora de Recordarium, está al alcance “de todos los bolsillos”, ya que parten de 249 euros. El servicio básico consiste en esparcir las cenizas sobre campos de lavanda, viñedos o directamente en el agua, algo que en su espacio natural es legal, ya que hacerlo libremente está prohibido. Los precios suben si se deciden enterrar las cenizas para plantar algún árbol, algo que puede llegar a costar 2.600 euros. Con esta opción también entregan un certificado con las coordenadas para ubicar el ejemplar plantado.

Las características que diferencian Recordarium de los cementerios tradicionales, según González, son principalmente dos: la perpetuidad, ya que al soltar las cenizas en la naturaleza “se completa de alguna manera el ciclo de la vida, al volver a la tierra” y el ecologismo, porque “al plantar un árbol se deja un planeta mejor para futuras generaciones”.

González también resalta que las ceremonias pueden ser religiosas o laicas. “Queremos generar un espacio de libertad”. Para ejemplificarlo, asegura que se puede celebrar “una ceremonia católica y judía a la vez, puede ir un sacerdote a bendecir el árbol o llevar un coro góspel gregoriano, lo que quieran”.

Una de los recuerdos que más emociona a la cofundadora de este empresa es un grupo personas que va todos los días de fin de mes para tomarse una cerveza en un olivo donde reposan las cenizas de su amigo fallecido. Por ello, González resalta que las experiencias que ofrece Recordarium son también “una manera de celebrar la vida, de honrarla y de cuidar el planeta que al final heredarán otras generaciones” y, por eso, su objetivo es que “en el futuro haya cementerios, columbarios y ‘recordariums’, lugares para tener un recuerdo precioso”.