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Cuando el tiempo sabático se hace realidad: “Me he tomado unos meses para agradecerle a la vida todo lo que me ha dado”

Muchos trabajadores necesitan coger aire. Algunos, salen de sus empresas y deciden descansar; y otros aprovechan las pausas que les pagan sus compañías

“Necesito barbecho”. Así anunció Pablo Alborán un parón temporal en su carrera el pasado año. Una estela que ha seguido ahora el grupo musical Vetusta Morla: “Nos apartarnos para fortalecernos”, y de la que se hacían eco estos días Ana Mena: “Echo el freno para respirar” y Lola Índigo: “Estoy agotada mentalmente”. Tomar distancia unos meses, y hasta un año sabático, es una tendencia que arraiga en las plantillas. Los trabajadores piden tiempo a sus empresas. “Un movimiento global e imparable que hace añicos el modelo laboral establecido. Avanzamos hacia una hiperpersonalización del empleado. Y esto va a pasar”, vaticina el director general de talento de ManpowerGroup, Orestes Wensell. Según un informe de Worldatwork, un 27% de las organizaciones mundiales ya ofrece sabáticos no remunerados (frente al 18% de 2016) y un 10% los retribuye.

Con un desplome al 21% de la tasa de compromiso, según la encuesta de Experiencia Empleado 2025 de la plataforma Nailted, “incorporar períodos sabáticos puede ser una herramienta de cohesión y una poderosa forma de fidelización”, señala Cristina Orejas, directora del Área Jurídico Laboral y Recursos Humanos de Grant Thornton España. Aunque advierte: “Siempre que se gestione con claridad, equidad y visión estratégica. No se trata de irse, sino de volver mejor”. Lo que, de acuerdo con la directiva, supone todo un reto para los departamentos de recursos humanos. “No solo por autorizarlos. Hay que gestionar su impacto legal y organizativo y dotar a estos beneficios de una estructura jurídica sólida, ya que no cuentan con una regulación legal y podrían generar conflictos internos. Agravios comparativos, reclamaciones por discriminación o por alteración de las condiciones laborales”.

En España, IBM es la empresa tractora con su plan de año sabático para que el empleado dedique este tiempo a descansar o a proyectos personales recibiendo el 35% de su salario. También Hiscox ha incorporado el programa Sabbatical que permite al trabajador, con una antigüedad de cinco años, disfrutar de un permiso retribuido de cuatro semanas, sin limitarse a una sola ocasión. “Es una oportunidad para desconectar, disfrutar de la familia y dedicar tiempo a nuevos propósitos. También de recargar energía y motivación”, destaca Nerea de la Fuente, directora de suscripción de Hiscox Iberia, que ha disfrutado de un descanso de casi tres meses “al combinar dos sabáticos con tres semanas de vacaciones, que he aprovechado para viajar con mi familia a Canadá”. Y anima a más compañías a implementarlo porque “fortalece la relación con la empresa y la cultura organizacional y marca una diferencia real”. Propuesta a la que se suma Alfonso Jiménez, socio en la firma Essex Avenue: “Aconsejo a las empresas ofrecer estas pausas, incluso un año sabático, si no quieren perder para siempre el talento”.

Cambio cultural

“Estas fórmulas, que reflejan un cambio cultural del trabajo admitiendo descansos para replantear la carrera profesional, cuidar la salud mental o formarse, van a ir en aumento”, vaticina Jiménez. Son fórmulas de éxito para retener también a los perfiles más técnicos que no abundan en el mercado. Meta es otra de las compañías que sigue la senda. Cuenta con el programa Recharge, un permiso retribuido de 30 días para empleados con cinco años de antigüedad. Un descanso que la tecnológica Alan amplía a un mes y medio. Si bien el empleado puede extenderlo hasta seis meses sin remunerar. “Evaluamos caso por caso valorando un rendimiento y productividad altos. El empleado que se ausenta debe dejar todo organizado para que el equipo no asuma su trabajo”, apuntan fuentes de la entidad. Y detallan: “Hay quienes viajan a Indonesia para hacer surf o a los Alpes para esquiar, se vuelcan en un proyecto de jardinería o realizan talleres artesanales”.

Hay profesionales que van más lejos y dejan definitivamente sus compañías para tomarse un respiro. Parar las máquinas es una tendencia en auge entre mandos medios y directivos con estresantes carreras y buenos ahorros, en especial del ámbito tecnológico y del financiero. No es raro leer en su perfil de Linkedin: Descanso profesional.

Domingo Barroso ha salido de la gestora de fondos Fidelity “con un buen colchón. Me he tomado unos meses para agradecerle a la vida todo lo que me ha dado. Tocaba disfrutar de la familia. Y he buceado en Indonesia”. Aunque reconoce que le “han contactado diferentes firmas”, de momento piensa prolongar su descanso. También Ana Rivero, directora de Inversiones y ESG para Europa en Santander AM, tras su salida del banco ha decidido “poner en pausa la vorágine del día a día”. Le iba muy bien en el desarrollo de negocio y la gestión de equipos. Sin embargo, “adquirir responsabilidades corporativas fue demasiado y no era lo que quería”, admite. Tras un parón de seis meses “para reconstruir la mente, viajar, leer y seguir a mis grupos musicales preferidos por Europa”, ha vuelto a la arena como socia operativa del fondo Alantra y miembro del consejo asesor de inversiones en la Fundación Calouste Goulbenzian. Pero Rivero avisa: “Pausar tu carrera significa que vas a volver”. Y para ello “has de tener la seguridad de que tu bagaje personal y profesional así como tu red de contactos te lo van a permitir”. En el caso de la arquitecta Arancha Riestra, que “trabajaba en Londres y viajaba mucho”, el paréntesis lo motivó “intentar ser madre tras repetidos abortos”. Año y medio después y con mellizos, “he vuelto como emprendedora de una fintech”, indica.

Natalia López, tras ocho años como directora general de la tecnológica The Trade Desk, ha decidido tomarse un año sabático para “descansar y estudiar a fondo las posibilidades de la IA”. No le preocupa la vuelta ni el país donde ejercer “porque en el ámbito digital siempre hay posiciones”. Lo mismo que el ingeniero Santiago Prada. Después de ocho años en una start-up, “para la que levantamos 30 millones de euros y facturamos otros 10”, su exigencia de conexión los siete días de la semana le ha dejado “sin energía”. Ha decidido hacer una pausa. Con un respaldo económico “muy cómodo” busca “descansar, vivir y salir con la moto para hallar paz mental”. Volverá. “Es lo que tiene la tecnología”, dice. “Lo haré renovado para montar un nuevo entorno con un producto que me ilusione”, concluye.

Tendencia entre pymes y ‘start-ups’

Pymes y start-ups se suman al carro de los descansos de las plantillas para empatizar con empleados jóvenes o porque su actividad se enmarca en sectores sensibles donde “transmitir empatía, tranquilidad y positivismo al cliente representa un alto porcentaje en la buena marcha de tu servicio”. Así habla la propietaria de la clínica Natividad Lorenzo que lleva su nombre: “Si detecto una empleada baja de energía y que no está al 100%, comentamos el caso y no tengo problema para darle días de descanso. Aunque exige reorganizar turnos y, a veces, prolongar mi jornada laboral, el equipo transmite cuidado y sensibilidad si los sienten como tal”, señala.

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