Submarinos: la guerra por el talento a 600 metros de profundidad
Estados Unidos ve cómo, poco a poco, China le come terreno en la supremacía bajo el agua. Los retrasos en las entregas de nuevos modelos y, sobre todo, la escasez de profesionales cualificados tienen la culpa

En el desfile del Día de la Victoria de China celebrado en septiembre se mostró un nuevo submarino sin tripulación del tamaño de un camión semirremolque —destinado a vigilar los buques estadounidenses y los cables del fondo marino— y puso de relieve la inversión de Pekín en este campo. La industria submarina estadounidense, por el contrario, está luchando por salir del dique seco después de años de demoras, costes crecientes y una base industrial debilitada.
Washington se ha propuesto revertir esa situación. William Kaisen, un veterano de la Infantería de Marina de 39 años, es un ejemplo. Este año pasó meses en un centro de entrenamiento de la Marina de los EE UU en el sur de Virginia aprendiendo a manejar mecanizados con un ordenador. Él y los demás estudiantes forman parte del programa de Capacitación Acelerada en Fabricación de Defensa, destinado a formar a trabajadores en una industria que sufre una grave escasez de mano de obra y de instalaciones.
En este inmenso taller se encuentra un mural que va del suelo al techo en el que se puede ver un submarino de ataque, un modelo que la Armada estadounidense se esfuerza por mantener y multiplicar. “Tomamos la decisión consciente de reducir nuestro tamaño debido al conocido como dividendo de paz de la Guerra Fría”, explica James Foggo, almirante retirado que sirvió durante 40 años y comandó el submarino de ataque USS Oklahoma City. “Bueno, ¿sabe qué? Esta estrategia no funcionó bien”, se lamenta.
La base industrial de submarinos tiene como objetivo reclutar al menos 100.000 trabajadores cualificados como Kaisen durante la próxima década para satisfacer la creciente demanda de buques, sobre todo para surcar las aguas de la región del Indo-Pacífico, considerada como el patio trasero de China. La tarea es urgente. Con múltiples barcos acercándose al final de su vida útil y competidores como China aumentando rápidamente su flota, existe la preocupación de que Estados Unidos no pueda poner suficientes aparatos nuevos en el agua para preservar su antigua ventaja naval.
El secretario de la Marina americana, Juan Phelan, advirtió a los legisladores en mayo de que los retrasos en las entregas de nuevos modelos han puesto a la Armada “en una posición precaria”. “No podemos garantizar la libertad de navegación si nuestros barcos no están listos o nuestra flota no crece”, subrayó. La oficina de Phelan no respondió a la solicitud de Bloomberg de participar en este reportaje. “A menudo, cuando usamos la palabra ‘sigilo’ pensamos en cazas furtivos y bombarderos”, señala Kelly Grieco, investigador principal del Centro Stimson en Washington, “pero el otro aspecto del sigilo es en realidad la flota de submarinos. Es un área donde Estados Unidos aún mantiene una ventaja muy significativa”.
Dos nuevos programas
En el centro de la Armada se encuentran dos programas de nueva generación: los submarinos de misiles balísticos clase Columbia y los barcos de ataque de propulsión nuclear clase Virginia. Un auditoría de la propia Armada en 2024 reveló que ambos se enfrentan a retrasos en la producción. La clase Columbia está diseñada para reemplazar a la anticuada flota de la clase Ohio y servir como el brazo más resistente de la tríada nuclear estadounidense, transportando fuera del radar misiles balísticos Trident capaces de alcanzar objetivos a más de 11.200 kilómetros de distancia. Con 170 metros de eslora, una manga (o ancho máximo) de 13 metros y un desplazamiento de más de 20.000 toneladas, será el submarino estadounidense más grande jamás construido.
El primero de los 12 barcos, el USS District of Columbia, estaba programado para entregarse en octubre de 2027, pero ahora se espera que llegue en marzo de 2029. El Comando de Sistemas Navales Marítimos reconoció que su coste ha aumentado a al menos 16.100 millones de dólares, un 12% más alto que el previsto en 2021, debido al encarecimiento de los materiales y mano de obra, así como al incremento de la rentabilidad que piden las empresas constructoras. El presupuesto total previsto del programa Columbia aumentó un 6% con respecto a las estimaciones de 2023, superando los 126.000 millones de dólares en agosto de 2024, según el informe de la Oficina de Contabilidad Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés).
Los submarinos de la clase Virginia, destinados a reemplazar a la flota de la clase Los Ángeles, introducida en la década de 1970, también acumulan retrasos. Ya se han construido 24, pero el último bloque de 10 submarinos lleva un desfase temporal de 36 meses, y los siguientes 10, de 24 meses. Estos desfases podrían poner en peligro los compromisos de Estados Unidos en virtud del acuerdo AUKUS, que incluye el suministro de submarinos de la clase Virginia a Australia y la ayuda a Canberra para desarrollar su propia flota de propulsión nuclear. El plan es que EE UU venda a Australia tres submarinos de la clase Virginia: dos de la flota existente se transferirán en 2032 y 2035, y el tercero, de nueva construcción, se entregará en el año fiscal 2038.
“Necesitamos una mejora transformadora y la posibilidad de producir el doble de la capacidad que ofrecemos actualmente”, señaló el almirante Daryl Caudle, quien recientemente fue confirmado como Jefe de Operaciones Navales, al Comité de Servicios Armados del Senado el pasado mes de julio. “Necesitamos un enfoque conjunto para alcanzar la producción de 2,3 submarinos al año”, declaró entonces, refiriéndose al ritmo necesario para cumplir con los compromisos de AUKUS. El programa nunca ha alcanzado el objetivo de la Armada de dos barcos de la clase Virginia por año, con la tasa de producción estancada en solo 1,2 anualmente desde 2022. Este organismo tiene como objetivo construir un submarino de clase Columbia y dos de clase Virginia por año hasta 2028.
La escasez de trabajadores cualificados es un factor importante que explica los retrasos. Un informe de la GAO de febrero de 2025 describió problemas laborales “particularmente graves”, incluyendo dificultades de contratación, retención y desarrollo del talento. Los astilleros tienen dificultades para conservar a sus trabajadores, y algunos han perdido alrededor del 20% de su fuerza laboral en los talleres y el 30% de los denominados como puestos críticos, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Fuerza laboral
“La construcción de submarinos está retrasada y actualmente no hay capacidad para producir un mayor ritmo de dispositivos por año”, señala el informe de la GAO. Según la Armada, la contratación anual en la industria submarina aumentó un 200% entre 2021 y 2024, lo que significa añadir cerca de 14.000 nuevos trabajadores al año. En total, la industria submarina aspira a atraer a 140.000 trabajadores durante la próxima década. “Fabricar submarinos no es fácil”, reconoce Grieco. “Existen problemas en la cadena de suministro y cuellos de botella en diferentes lugares, pero la mano de obra cualificada es uno de los principales factores limitantes”.
Un alto oficial de la Marina reconoce los desafíos que este sector tiene por delante y admite que se ha producido una disminución significativa en la experiencia de la fuerza laboral y una falta de capacitación básica en todo el sector industrial. Este funcionario también señala que atraer nuevos trabajadores está siendo difícil. Foggo, ahora decano del Centro de Estrategia Marítima, añade que el problema se extiende a lo largo de la cadena de suministro, donde persisten los efectos de la pandemia de la covid-19. “Algunas de estas empresas tradicionales no consiguen que las nuevas generaciones se incorporen. Tendrán dificultades y quebrarán”, asegura. “Hay mucha competencia en el mercado por esa mano de obra”.
Los largos plazos de entrega de componentes especializados, incluidos los sistemas de propulsión nuclear, el acero de alta calidad y la electrónica avanzada, también han ralentizado la producción. “El material y las piezas llegan tarde y, a veces, presentan fallos de calidad”, destacó Phebe Novakovic, directora ejecutiva de General Dynamics, una de las empresas contratistas en la nueva clase de submarinos Columbia, durante la presentación de resultados del segundo trimestre de la compañía. El ejecutivo también hizo mención a los defectos que superan las inspecciones preliminares: “Esto obviamente interrumpe el flujo de trabajo, pero estamos desarrollando buenas soluciones alternativas”.
La Armada comunicó que se asignaron más de 2.600 millones de dólares entre 2018 y 2024 para fortalecer la capacidad de suministro de submarinos, pero un evaluación de la GAO advirte de que este organismo militar no ha medido consistentemente el impacto de ese gasto.
El número de astilleros estadounidenses también se ha reducido desde la Segunda Guerra Mundial, cuando había 11 instalaciones estatales y más de 60 operadas por empresas privadas. Actualmente, el país solo cuenta con dos astilleros privados para la construcción de submarinos y cuatro instalaciones estatales para su reparación y mantenimiento. Esto ha creado un retraso en el mantenimiento de los submarinos tan grave que el USS Boise de clase Los Ángeles ha estado inactivo y esperando reparaciones desde 2015. No se espera que vuelva al servicio hasta 2029 después de trabajos de mantenimiento que costarán más de 1.200 millones de dólares.
Un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso de enero advirtió de que los costes totales de construcción naval promediarían alrededor de 40.000 millones de dólares durante las próximas tres décadas, una cifra superior en un 17% al presupuesto calculado por la propia Armada.
General Dynamics Electric Boat emplea a más de 24.000 trabajadores en todas sus instalaciones, mientras que HII, otro de los subcontratistas, cuenta con más de 26.000 empleados en su división de construcción naval de Newport News, Virginia. Los astilleros estatales, por su parte, cuentan con una plantilla civil de aproximadamente 38.000 personas.
En un artículo publicado en el American Affairs Journal en 2024, el capitán retirado de la Marina Jerry Hendrix atribuyó los desafíos actuales al cierre de los astilleros gubernamentales en la década de 1990 y a la cancelación de los submarinos avanzados de la clase Seawolf. Solo se construyeron tres de los 29 previstos. “Se necesitaron décadas —y una secuencia de suposiciones erróneas y malas decisiones— para caer en el estado actual de falta de preparación”, escribió Hendrix, quien ahora trabaja en la Oficina de Administración y Presupuesto, supervisando el esfuerzo de construcción naval de Estados Unidos.
Los submarinos estadounidenses siguen siendo superiores, tanto numérica como tecnológicamente, a sus homólogos extranjeros, según estimaciones de Bloomberg Intelligence, con una ventaja de cinco a diez años en capacidades. Se consideran vitales en caso de conflicto con China en el Indopacífico. Los diseños estadounidenses son mucho más silenciosos que sus homólogos chinos y están equipados con potentes armas, como torpedos y misiles que pueden lanzarse desde el subsuelo contra buques y objetivos terrestres distantes.
Collin Koh, investigador principal del Instituto de Defensa y Estudios Estratégicos de Singapur, destaca que China está rezagada en propulsión nuclear, sigilo y operaciones en aguas profundas. Sin embargo, advierte de que los retrasos en la producción estadounidense podrían representar una oportunidad para Pekín y alarmar a sus aliados del IndoPacífico.
Un estudio publicado en 2024 por el centro de estudios Observer Research Foundation, con sede en India, estimó que la Armada del Ejército Popular de Liberación (EPL) puede construir entre 4,5 y 6 submarinos nucleares al año. Por otro lado, un informe de 2023 del Departamento de Defensa pronostica que China podría aumentar su fuerza submarina a 80 buques para 2035. “Se empiezan a inferir algunos problemas potenciales en lo que respecta al futuro de la postura naval estadounidense en la región y si podría representar una disuasión suficiente contra posibles agresores”, explica Koh.
Ayuda pública
La Administración Trump ha destinado 29.000 millones de dólares para financiar mejoras en los astilleros, apoyo a proveedores navales y programas de desarrollo de la fuerza laboral. Además, la Ley de Asignaciones de Defensa de 2026, aprobada por la Cámara de Representantes, asigna 1.500 millones de dólares a proveedores, mano de obra e infraestructura, así como 521 millones de dólares para aumentar los salarios en los astilleros privados que pueden trabajar en buques de propulsión nuclear.
La Armada afirmó haber asignado más de 560 millones de dólares desde 2023 a iniciativas para atraer trabajadores. Se asoció con BlueForge Alliance, una organización que ha invertido 300 millones en programas de reclutamiento y desarrollo de habilidades, incluyendo la plataforma buildsubmarines.com, que conecta a quienes buscan empleo con más de 15.000 proveedores involucrados en la construcción de submarinos. Por su parte, el programa ATDM en Danville es una de las iniciativas clave de la Armada. Para prepararse para carreras en la industria submarina, los estudiantes aprenden oficios en 16 semanas, con el gasto de formación y alojamiento cubiertos. “Nos formamos las 24 horas del día, cinco días a la semana, como si una fábrica funcionara en tres turnos, cinco días a la semana”, señala Jason Wells, vicepresidente ejecutivo de desarrollo de manufactura del Instituto de Aprendizaje e Investigación Avanzada, que gestiona ATDM. “Es extremadamente intenso”.
A finales de julio, William Kaisen se graduó junto con cientos de estudiantes. En pocas semanas, se mudará a Carolina del Norte y comenzará a fabricar piezas de submarinos para un contratista de la Marina. Kaisen, quien fue elegido para pronunciar un discurso para su clase, sonaba optimista. “Manos a la obra”, dijo. “He oído que tenemos que ponernos al día”.
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