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Capital riesgo para impulsar a las ‘start-ups’ tecnológicas

La firma portuguesa Armilar lanza un fondo en España de 250 millones de euros para invertir en pequeñas compañías innovadoras ligadas al mundo ‘tech’

Duarte Mineiro, socio fundador de Armilar VP.
Duarte Mineiro, socio fundador de Armilar VP.Pablo Monge

Cientos de pequeños proyectos tecnológicos, muchos de ellos ligados a la inteligencia artificial (IA), nacen cada día de las mentes de los ingenieros, informáticos, tecnólogos. La mayor parte, seguramente, no lleguen a nada, pero necesitan apoyo financiero para testarse y desarrollarse. A veces, el principal problema es entender lo que proponen. “Nos apasiona la oportunidad de estar junto con estos creadores que han desarrollado aplicaciones o productos complejos y que nosotros logramos comprender”, explica Duarte Mineiro, socio gerente de la firma de capital riesgo portuguesa Armilar VP e ingeniero de formación.

Armilar Venture Partners nació en el año 2000 como la división de capital riesgo del Banco Espírito Santo, pero se independizó tras la crisis de la entidad financiera lusa en 2016. Ahora gestionan la entidad los cuatro socios que compraron la gestora al banco. La firma cuenta con cuatro fondos de capital riesgo, el último en proceso de captación de dinero con un objetivo de 250 millones de euros y “considera clave el lanzamiento de este producto en España para aprovechar el potencial y el talento del mercado español para invertir en empresas emergentes de tecnología y también el talento de sus creadores”, indica Mineiro. También cree que el momento es el idóneo por la madurez de la compañía y por las condiciones del mercado tras los ajustes vividos en el sector en 2022 y 2023.

Según comentan, en sus 24 años de historia han invertido en unas 75 compañías y actualmente mantienen en cartera una veintena. Una historia de aciertos y fallos con un resultado final muy positivo. Con sus propias cifras apuntan a que la gestora ha revalorizado el capital invertido en 3,5 veces con 22 historias de éxito, dos unicornios (empresas de valor superior a 1.000 millones de euros), tres dragones (compañías con al menos 12.000 millones de valoración) y tres salidas a Bolsa.

Pero sin duda rebuscar en el mundo de empresas muy pequeñas que muchas veces son solo un proyecto no es nada sencillo. “No acertamos en todas. ¡Oh, qué va, qué va! Fallamos. Pero en la que acertamos, acertamos mucho. Esto nos obliga a buscar las empresas que tienen un componente muy diferencial, que no sean fáciles de replicar. Pero, claro, son empresas que están en fases tempranas y que los riesgos que tienen son muy grandes, pero la que funciona bien nos lleva muy lejos”, explica el socio gerente de Armilar. Y añade: “En cada fondo que ha invertido en varias empresas, una de ellas ha pagado todo el fondo”.

Otra de las claves de estas inversiones en capital riesgo de pequeñas compañías tecnológicas es la maduración del proyecto. El inversor que se vea atraído deberá saber que se enfrenta a largos plazos, y eso choca un poco con las fuertes revalorizaciones que se consiguen en Bolsa con los Siete Magníficos de Wall Street en pocos años, meses o, incluso, días. Desde Armilar apuntan a que aún mantienen inversiones de más de 10 años, aunque el promedio ronda entre los cinco y los siete años de permanencia en la empresa antes de venderla. “Los ciclos de crecimiento tardan. Hay otras gestoras más oportunistas que detectan algo barato, compran y venden rápido, pero no es nuestra filosofía. Nosotros mantenemos nuestra tesis de inversión en una tecnología determinada: invertimos en esas empresas y esperamos. En estos procesos hay también momentos valle que hay que saber aguantar y no huir al menor contratiempo. Además, a lo largo de ese periodo no cobras ningún dividendo”, explica Duarte Mineiro.

Apoyo financiero

En este tipo de inversiones se manejan cifras que van desde cientos de miles de euros hasta varios millones, según las necesidades y el desarrollo del proyecto de cada tecnológica. Pero, ¿de dónde sale el dinero para hacer estas inversiones tan arriesgadas, que exigen de una permanencia de años y que, eso sí, suelen ofrecer buenas rentabilidades? Cuando Armilar pertenecía a Banco Espírito Santo el dinero provenía de la entidad financiera. Cuando se independizaron tuvieron que buscar nuevos inversores, entre los que destacan los institucionales, así como family offices, sobre todo de Portugal y distintos inversores españoles. También el FAE (Fondo Europeo de Inversiones) es uno de los grandes apoyos financieros para luego adquirir o invertir en las start-ups tecnológicas.

“Sin embargo, el perfil de inversor típico en Estados Unidos es el fondo de pensiones o grandes inversores privados que tienen la posibilidad de tener plazos largos de retorno. En Europa falta, en general, este perfil de inversor de muy largo plazo. Hay inversión pública pero falta más inversión privada de largo plazo, que es lo que permite realmente estos desarrollos. Sobre todo, cuando los proyectos ya empiezan a ser significativos. En el fondo que acabamos de lanzar para poder invertir decenas de millones en proyectos debes tener inversores dispuestos a acompañarte durante plazos largos. Ese es el gran reto que tenemos para cubrir los 250 millones del fondo, de los que 120 ya tenemos cerrados”, explica el socio gerente de Armilar.

Aunque las primeras inversiones de esta firma de capital riesgo se centraron en Estados Unidos, en los últimos años ha incrementado su presencia en Europa, invirtiendo en mercados clave como España, Francia, Alemania y el Reino Unido. También ha participado en colaboraciones con fondos locales, algo habitual en el sector, lo que les permite compartir riesgos y aprovechar sinergias en cada región.

Mineiro resalta que el ecosistema tecnológico europeo presenta características únicas. En España, por ejemplo, las start-ups suelen enfocarse en modelos de negocio B2C (business to consumer) y aprovechan el mercado doméstico para luego expandirse a Latinoamérica. Por otro lado, en Portugal, las empresas emergentes tienden a centrarse en B2B (business to business) debido al limitado tamaño de su mercado interno, lo que les obliga a adoptar una mentalidad global desde el primer día.

Tres historias innovadoras

Una de las inversiones más emblemáticas de Armilar es Fidzai, una empresa especializada en la detección de fraudes financieros en tiempo real mediante inteligencia artificial (IA). La tecnología de Fidzai permite procesar millones de datos en fracciones de segundo, evaluando patrones en las transacciones para identificar anomalías. Por ejemplo, al realizar una compra con tarjeta de crédito, ejecuta análisis detallados en milisegundos para determinar si la transacción podría ser fraudulenta. Esto incluye comparar características de la tarjeta, el historial del usuario, el comportamiento típico del comerciante y patrones de transacciones similares. Su motor de inteligencia artificial puede identificar fraudes con una precisión significativamente superior a los métodos tradicionales.

Codí es otro ejemplo de una start-up impulsada por Armilar. Esta empresa desarrolla soluciones avanzadas de computación paralela, un área crítica para procesar grandes volúmenes de datos de manera eficiente. La computación paralela permite dividir procesos entre múltiples procesadores para optimizar el rendimiento, una capacidad esencial en áreas como la IA, la investigación científica y el análisis de big data. Aunque el concepto puede parecer técnico, el impacto de la tecnología de Codí es tangible en industrias que requieren manejar datos complejos de manera ágil.

Otro caso destacado es BDO, una empresa que transforma la forma en que se manejan los siniestros en el sector asegurador. Tradicionalmente, la evaluación de un accidente automovilístico o un siniestro requiere la intervención de un perito que visita el lugar y realiza evaluaciones manuales, un proceso que puede tardar días. BDO automatiza este proceso mediante tecnología basada en IA. Sus herramientas permiten que los clientes reporten incidentes a través de plataformas digitales, donde el sistema evalúa los daños en minutos. Esta innovación agiliza la resolución de siniestros, reduce costos operativos para las aseguradoras y mejora la experiencia del cliente.

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