Las horas bajas del ‘oro blanco’
El apetito por el litio, un material clave para el desarrollo de los coches eléctricos, se ha desacelerado. El mercado sufre un exceso de oferta y el precio cae un 87% desde 2022
A Rio Tinto, el gigante minero, ya no le basta con ser uno de los líderes en el cobre, aluminio y mineral de hierro. La firma angloaustraliana aspira a convertirse en un referente en el mercado del llamado oro blanco, con el objetivo de incluir en su cartera la mayor cantidad de materiales críticos relacionados con la economía sostenible. Hace un par de semanas desenfundó la billetera y adquirió, por 6.200 millones de euros, la empresa estadounidense Arcadium Lithium, uno de los grandes productores de litio en el mundo.
El movimiento ha sido estratégico. El mercado está en un momento crítico: sufre de un exceso de oferta global y las ventas de vehículos eléctricos, que requieren de este metal para alimentar a sus baterías recargables, se han estancado, especialmente en Europa y América del Norte. El efecto combinado de estos dos factores ha provocado una caída de un 87% en el precio de la materia prima desde su máximo en octubre de 2022, poniendo en aprietos a varias compañías del sector. En medio de esta turbulencia, sin embargo, algunos han sabido aprovechar la oportunidad.
Con esta compra, Rio Tinto ha conseguido un sitio en el selecto club de compañías mineras que dominan el mercado mundial (casi un 80% de la producción). Entre ellas, la estadounidense Albemarle, el mayor extractor de la materia prima con casi un tercio de la producción, la chilena SQM, las australianas Pilbara Minerals y Mineral Resources, las chinas Jiangxi Ganfeng Lithium y Tianqi Lithium. Sus expectativas son alentadoras: Rio Tinto prevé que, en la próxima década, la demanda de este material se incremente a medida que los vehículos eléctricos se conviertan en los protagonistas de las carreteras a nivel mundial. La industria del automóvil está absorbiendo casi por completo la producción: el 60% de la demanda de litio —mientras que el resto se destina a sistemas de almacenamiento, electrónica de consumo y otros sectores—, el 30% de cobalto y el 10% de níquel se utilizan en baterías para automóviles eléctricos. En comparación, en 2015, estas proporciones eran del 15%, 10% y 2%, respectivamente.
Fue este hambre de litio el que avivó el ánimo de diversas compañías que abrazaron nuevos proyectos o aumentaron las operaciones ya existentes, incentivadas por los altos precios. “Desde 2022, el mercado ha pasado de un déficit a un excedente significativo”, explica Cameron Hughes, analista de mercados de baterías en CRU Group. En apenas dos años, la cantidad de litio disponible en el mercado ha crecido de manera impresionante, duplicándose desde aproximadamente 700 kilotoneladas de carbonato de litio equivalente (kt LCE) en 2022 hasta un estimado de 1,4 millones de toneladas (mt LCE) en 2024. La extracción ha aumentado de manera significativa tanto a partir de fuentes de roca dura como de salmuera. La primera especialmente en países como Australia, donde se ha hecho una inversión importante, mientras que la segunda se ha dado en el llamado Triángulo del Litio, entre Argentina, Bolivia y Chile.
Hace dos años, los expertos se preguntaban si habría suficiente litio para todos los coches eléctricos que el mundo requería. Hoy, sin embargo, el mercado se ha saturado de este material. “La situación llevará a un aumento de fusiones y adquisiciones en el sector”, dice Adam Megginson, analista en Benchmark Mineral Intelligence, una consultora experta en la cadena de suministro de baterías de iones de litio para vehículos eléctricos. “Las empresas con balances más sólidos buscan adquirir rivales a valoraciones atractivamente bajas”. De hecho, Arcadium Lithium es el resultado de la australiana Allkem y la estadounidense Livent, que se unieron a principios de 2024. “Los márgenes y la rentabilidad se han reducido mucho, y algunas empresas han estado entrando en pérdidas”, explica Thomas Chandler, analista experto en metales críticos en SFA (Oxford). Algunas de las firmas más pequeñas se han visto obligadas a detener su explotación para reducir costes, mientras que otras continúan operando con la esperanza de una rápida recuperación de precios.
El mercado del carbonato de litio ha experimentado fluctuaciones significativas en los últimos años. En marzo de 2018, según Fastmarkets, el precio alcanzó un nivel de 20 dólares (18,51 euros, al cambio actual) por kilogramo. Sin embargo, el valor cayó drásticamente en 2020, tocando un mínimo de 6,75 dólares en el cuarto trimestre. A finales de 2022, el precio volvió a dispararse, alcanzando un máximo histórico de 81 dólares por kilogramo. Actualmente, en octubre de 2024, el precio del carbonato de litio cotiza en 10,50 dólares por kilogramo. Fueron los altos precios de hace dos años los que avivaron nuevos proyectos y expansiones en operaciones, y la consecuencia es que la oferta se ha multiplicado por dos. Lo que sorprendió al mercado fue la rapidez con la que China logró poner en marcha el suministro de sus nuevas minas de lepidolita (un mineral rico en litio), al mismo tiempo que aumentaba su capacidad de procesamiento utilizando minerales importados de África central. “Esta oleada inundó el mercado”, afirma William Adams, jefe de Investigación de Metales Básicos en Fastmarkets.
Menos subsidios
Mientras, en Alemania y Noruega, actores clave en la demanda de vehículos eléctricos en Europa, se reducían los subsidios para la compra de unidades enchufables, lo que provocó una desaceleración en el crecimiento del mercado. Esto significa que, aunque las ventas continúan siendo elevadas, el incremento en el número de vehículos eléctricos vendidos ya no es tan rápido como antes. Lo mismo ha sucedido en EE UU y en China, donde en años recientes experimentaron repuntes de doble o incluso triple dígito, pero este último ejercicio han caído un 30%. “El crecimiento sigue siendo fuerte, pero no tan robusto como en años anteriores y como el mercado esperaba”, subraya el experto de Fastmarkets. Las empresas habían planificado una producción que después no cuadró con la demanda, lo que resultó en un exceso de oferta.
“El recorte de producción es lo único que impulsará los precios al alza a corto plazo”, asegura Megginson, de Benchmark Mineral Intelligence. Sin embargo, estos ajustes solo se harán visibles en los precios a partir de 2026, agrega. A lo largo de este año, ya se han registrado varias reducciones en la extracción, señala Hughes, de CRU Group. “Se espera una nueva ola de cierres para equilibrar la balanza”. En 2025, este experto estima que aproximadamente un 7% de la oferta global se retire. Benchmark anticipa un déficit de litio hacia finales de la década, a medida que la demanda creciente supere la capacidad de la industria. Sin embargo, aún queda un camino considerable por recorrer antes de alcanzar esa fecha.
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