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El círculo virtuoso de los Revoredo en Prosegur

La familia del fundador se refuerza en el capital con una opa parcial mientras es la gran beneficiaria de la generosa distribución de dividendos del grupo en un entorno de crecimiento para el sector

Prosegur
Un vigilante de Prosegur junto a un furgón en una foto cedida por la empresa.

Entre tener y temer se encuentran las claves de un gran negocio. Prosegur, que está a punto de celebrar las bodas de oro en el sector de la seguridad privada, maneja las dos claves con soltura. Las cinco divisiones con las que la compañía opera en 31 países —alarmas, seguridad, logística del dinero, ciberseguridad y servicios de valor añadido— facturaron en el último ejercicio 4.310 millones de euros. Lo hicieron con una rentabilidad jugosa —un beneficio de 65 millones— y un entorno favorable tras el socavón de la pandemia. Las perspectivas son buenas. El sector de la seguridad privada es un negocio en expansión en todo Occidente, en el que han irrumpido las grandes tecnológicas, y la familia Gut Revoredo, con Helena Revoredo (77 años) —viuda del fundador Herberto Gut— al frente, ha reforzado su control del grupo Prosegur mediante una opa parcial con la que ha elevado su participación del 59% al 73%. La operación ha supuesto a la familia una inversión de 132 millones.

En las grandes maniobras empresariales, como en toda mecánica, lo importante es que todo funcione. Aunque sólo sea por la atención al detalle, merece la pena conocer cómo se engranó el mecanismo. Los Gut Revoredo presentaron la opa a través de la sociedad familiar Gubel y de su filial Prorevosa. Tras la compra parcial, el control de Gubel ascendía al 73,09%. Posteriormente, transfirieron un 8% a una sociedad de nueva creación, Yirayira, SL, con una estructura de control igual a la de Gubel. La finalidad es “diversificar la tenencia del patrimonio familiar”. Y, de paso, evitar la ruptura del grupo de consolidación fiscal de Prosegur. La consolidación fiscal permite que distintas entidades mercantiles se consideren como un único sujeto pasivo frente a sus obligaciones tributarias.

La operación asegura dividendos a la familia propietaria. Y también a la segunda gran accionista de la compañía, Mirta María Giesso Cazenave (As Inversiones, 6,3%). Giesso es la viuda de Graciano Álvarez, que presidió Prosegur durante siete años tras el fallecimiento de Herberto Gut en 1997 y hasta el nombramiento de Helena Revoredo. Pero, además, la opa ha colocado a la compañía en el foco por, al menos, dos razones: porque reduce la liquidez del valor en Bolsa y porque facilita las cábalas en el mercado sobre posibles nuevas operaciones. Entre ellas, la exclusión de Prosegur de Bolsa o una posible oferta de compra sobre la filial Prosegur Cash. La filial, dedicada al transporte de efectivo, comenzó a cotizar en 2017 en el mercado continuo a 2,06 euros y hoy lo hace a 0,5 euros. No obstante, el folleto de la opa parcial sobre la matriz justifica la operación únicamente en la rentabilidad. El objetivo, recoge el documento enviado a la CNMV, responde a la estrategia de “invertir en activos de renta variable cotizada de compañías que muestran un buen retorno para el accionista”.

Desde el punto de vista de la remuneración al accionista, Prosegur es una inversión interesante. Lo explican los analistas de Renta 4. “Nos atrae su elevada rentabilidad por dividendo”, aseguran. “Dada la recuperación que prevemos sigan presentando las cuentas del grupo, estimamos que esta elevada rentabilidad será de carácter recurrente”. Es un punto vital. Entre 2010 y 2023, la compañía ha distribuido en dividendos más de 1.300 millones, cifra que supera ampliamente la capitalización bursátil (957 millones).

El momento ayuda. La actividad se ha recuperado, los márgenes crecen, hay nuevos productos en venta y, aunque el grueso del negocio está todavía en la seguridad —50% de los ingresos— y el transporte de fondos —43%—, el área de alarmas va como un cohete. El número de conexiones activas a centrales receptoras de alarmas (CRA) en España superó en 2003 los tres millones, un 5,1% más que en el año anterior, según el Observatorio Sectorial DBK de Informa (filial de Cesce).

Hay un aumento sostenido del parque de conexiones por el repunte de la actividad económica y del mercado inmobiliario y por la mayor competencia y el desarrollo tecnológico. En España, el auge ha movido el sector con operaciones como la compra del 50% de Prosegur Alarmas por Movistar (Telefónica) hace cuatro años por 305 millones; el acuerdo comercial de Vodafone España y Securitas Direct o la alianza sellada entre El Corte Inglés, a través de su empresa de seguridad Sicor, y MásMóvil. Prosegur Alarmas tiene margen para arañar cuota al líder del mercado, Securitas Direct, que controla la mitad del mismo. En conjunto, el sector de las alarmas mueve en torno a 2.000 millones de euros al año, según datos de la Asociación Profesional de Compañías Privadas de Servicios de Seguridad (Aproser). Las empresas han sabido trabajarlo. España es el país de Europa con más alarmas instaladas pese a que registra uno de los índices de criminalidad más bajos.

La incógnita de Argentina

Como en todo negocio, en el de Prosegur también hay sombras. La compañía tiene la mayor parte de su actividad en América Latina —47%—; Europa supone el 41%. Y de América Latina vienen los riesgos principales: la situación de Argentina tras el triunfo de Javier Milei, los riesgos de tipo de cambio y el posible impacto en los resultados de una recesión. La empresa quita hierro a los posibles riesgos. “Los contextos inflacionarios”, explican fuentes de la compañía, “son beneficiosos para nuestros negocios de cash”. Respecto al tipo de cambio, añaden que lo relevante no es tanto su evolución nominal sino su evolución real. “La perspectiva es que en 2024 el peso se apreciará en términos reales, de manera que esto supone una mayor generación de resultados y caja medida en euros”.

El timón no cambia de manos aunque Helena Revoredo, nacida en Rosario (Argentina), hace 77 años, está en la etapa, siempre difícil, de pensar en el relevo. Los hijos —tiene cuatro— han aumentado su papel en la patrimonial familiar Gubel y controlan el puente de mando del grupo. El mayor, Christian, es consejero delegado de Prosegur y Chantal, la segunda hija, consejera ejecutiva. Los cuatro han asistido en primera fila a la construcción de un edificio empresarial potente, que ha convertido la fortuna familiar en una de las grandes del país. Porque los Gut Revoredo son Prosegur. Pero alrededor de su sociedad patrimonial Gubel hay otras muchas empresas: de inversión —Romer Capital—, agrícolas, cinegéticas o inmobiliarias. Una senda inversora que llevó a Revoredo a los centros neurálgicos del Ibex, con asiento en el Banco Popular, Endesa o Mediaset, consejos en los que ya no participa. La matriarca del clan elige cuidadosamente los puntos en los que se cruzan la discreción, la seguridad, la comodidad y el dinero.

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