La escuela para que las mujeres se reinventen en carreras tecnológicas
El centro de formación Adalab suma más de 750 alumnas
Según datos de 2021 del Instituto Nacional de Estadística (INE), las mujeres solo ocupan un 29% de los puestos de trabajo del sector tecnológico en el país. Una situación que, según Inés Vázquez y Rosario Ortiz, licenciadas en empresariales y fundadoras de la escuela Adalab, se debe en buena medida a la falta de referentes femeninos en un sector en el que la demanda de puestos de trabajo es muy alta, pero hay una gran falta de perfiles cualificados.
Las emprendedoras se conocieron en 2011 mientras trabajaban en una ONG. Cuatro años más tarde se asociaron cuando Vázquez decidió emprender con el reto de crear una empresa que redujera el desempleo, por entonces muy alto en España. “Investigué en distintos sectores y comprobé que en el tecnológico había mucho empleo pero la presencia de mujeres era (y es) muy baja. Decidí que tenía sentido formar en tecnología a mujeres, porque parecía que estábamos fuera de un sector con mucho futuro”. En 2016 pusieron en marcha Adalab, con una inversión inicial de 20.000 euros, que consiguieron tras ganar dos premios de emprendimiento, uno del Banco Sabadell y otro de Font Vella. Así lanzaron el primer bootcamp (curso intensivo centrado en los perfiles que necesitan las empresas tecnológicas) de programación web que empezó a andar con solo tres alumnas.
Al principio comenzaron con clases presenciales, pero, en 2020, durante la pandemia, tornaron a online. “Cambiamos el modelo y ya se quedó así. Nos permite llegar a cualquier zona donde no existe esta formación y es más funcional”, concreta Vázquez. Para impartir sus cursos, que tienen un precio de 4.900 euros (el 80% de sus alumnas de Data Analytics están becadas con 2.000 euros por curso por la fundación eCare) y una duración de 6 meses a tiempo parcial o de 3 meses a tiempo completo, cuentan con siete profesores, la mayoría mujeres, “aunque la verdad cuesta encontrar profesoras en este sector”, subraya.
Su plantilla total la forman 17 empleados que en 2023 facturaron 743.550 euros, con una previsión de superar el millón en este ejercicio. Sin proyecto de acudir a rondas de inversión, Vázquez afirma, que no lo han pensado ni buscado, pero que nunca se sabe.
Hasta ahora más de 750 alumnas han pasado por sus aulas, con una media de edad de 30 años, de las que un 92% han estudiado una carrera sin una salida profesional clara. Mujeres que vienen de carreras y profesiones diferentes a las tecnológicas como turismo, audiovisual, arte…, en las que o no tienen trabajo, se han encontrado con una gran inestabilidad laboral, condiciones poco motivadoras o no han tenido el éxito esperado. “Reinventarse en perfiles tecnológicos les permite darle la vuelta a esta situación ofreciéndoles buenas oportunidades profesionales y un futuro mejor”, señala Vázquez. De hecho, según sus datos, un 90% de las estudiantes han encontrado un trabajo en empresas de muy diversa índole o tamaño, como Amazon, Cabify o BBVA o Vueling.
Para acceder a estos cursos, las demandantes pasan por un proceso de admisión que consta de una prueba técnica y una entrevista personal. “Nuestro modelo se centra en lo mínimo necesario y una vez contratadas, como junior, deben seguir formándose. Tienen que estar dispuestas a trabajar duro, a meterse en una disciplina diferente y a que su cabeza cambie. Muchas veces sorprende que mujeres que vienen de campos que nada tienen que ver con la tecnología a veces son las mejores”.
En la actualidad, además de programación web, cuentan con un nuevo bootcamp en análisis de datos, y están pensando en ampliar los cursos a otros sectores como la ciberseguridad, la inteligencia artificial (IA) o cloud. “Para que el modelo funcione hay que buscar formaciones donde la oferta de empleo sea superior al número de trabajadores”, concluye.
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