La soledad es una epidemia (y también un negocio): TimeLeft le busca amigos para cenar y WeRoad compañeros de viaje
El aislamiento social, un problema cada vez más extendido, atrae a nuevas empresas que, con el apoyo de la tecnología y los fondos de capital riesgo, ofrecen a sus usuarios experiencias en grupo
Miércoles, ocho de la noche. Fernando Sánchez prepara los últimos detalles para salir de casa y asistir a una cena. No es una cita social cualquiera para este asesor argentino de bienes raíces afincado en Málaga hace poco más de dos años: compartirá mesa con otros cuatro desconocidos, todos reunidos gracias a la combinación de un algoritmo con fuerte publicidad en redes sociales y una soledad al alza que afecta desde los más jóvenes hasta la población más senior.
Esta es la propuesta de TimeLeft, una plataforma que propone a sus usuarios compartir tres horas de conversación entre platos y bebidas entre cinco personas que no se conocen con anterioridad mientras se conoce un nuevo restaurante. Con operaciones en 55 ciudades en todo el mundo, entre ellas Madrid, Barcelona y Málaga, el servicio apela a la gamificación y a la simplicidad para convocar usuarios. “Después de registrarme un lunes y completar un breve cuestionario, cada día me daban un dato nuevo: una descripción del signo del zodiaco de los comensales, después los datos del restaurante y, antes del encuentro, un juego para amenizar la velada”, describe Sánchez.
La sencillez de la tecnología propuesta parece opuesta a la complejidad de los problemas que TimeLeft busca resolver – la soledad y el aislamiento. “Todos estamos en la búsqueda de conexión”, apunta Maxime Barbier, cofundador del servicio, en conversación con EL PAÍS. “Hay una oportunidad de negocio en las grandes ciudades, donde las personas ya no interactuamos con quien tenemos al lado, pero estamos en la búsqueda de nuevos lazos”, defiende. Este emprendedor de origen francés y afincado desde 2020 en Lisboa saca pecho de que, solo dos años después del lanzamiento de la actual versión del servicio, ya convoca a unas 6.000 personas a lo largo de 450 restaurantes cada semana.
Detrás de este rápido avance, con cenas en 16 nuevos países en los últimos tres meses, está la confianza de los fondos de capital riesgo. “A los inversores les interesa invertir en conexiones humanas”, destacan desde la compañía. Con una primera ronda de inversión de dos millones de dólares en 2021, la propuesta de Barbier y su socio Adrien De Oliveira mutó de conectar a individuos con los mismos sueños a reunirlos bajo un mismo techo.
Los datos avalan la confianza de los inversores en que existe una necesidad en el mercado. En torno al 22% de los españoles declararon haberse sentido muy o bastante solo en 2023, de acuerdo a un estudio de 40dB para EL PAÍS. Los datos parecen alineados a una encuesta global realizada por el gigante tecnológico Meta en el mismo periodo, que afirma que uno de cada cuatro personas se siente al menos un poco solo. Las sociedades occidentales viven una “epidemia de soledad y aislamiento”, declaró hace pocos meses la principal autoridad sanitaria en el gabinete del Gobierno estadounidense, Vivek Murthy.
Tanto en España como en el resto de los países occidentales, los estudios coinciden en que los jóvenes entre 19 y 29 años son de los grupos más afectados. Este segmento, caracterizado por el ingreso al mercado laboral y el comienzo de la independencia en materia de ingresos, ha generado el interés por la “economía solitaria”, un término desarrollado por la academia china en 2015, también abre la puerta a nuevos negocios. Un estudio de la firma McKinsey asegura que los hogares más pequeños y la tendencia a la soledad en los consumidores asiáticos abre una oportunidad de 10 billones de dólares solo en ese continente. Esto implica desde el desarrollo de nuevos espacios de residencia, el ya popularizado ‘coliving’, hasta la oferta de servicios de comida y de actividades para la sociabilización.
Una de las ventajas de estos modelos son su bajo coste: la nueva ola de servicios como TimeLeft ya no son responsables por grandes infraestructuras o servicios de alta complejidad técnica, sino solo por motivar encuentros. Estos emprendimientos buscan aprender de los errores de otros gigantes como WeWork, que con su ambiciosa misión de “reconstruir el tejido social” a través espacios de trabajo compartidos terminó en bancarrota con una deuda de 2.900 millones de dólares.
Si bien los restaurantes, asegura Barbier, al principio se mostraban escépticos, luego descubren que es una clientela, en general, de buen poder adquisitivo. Al igual que otras alternativas para evitar una noche aburrida, como una plataforma de vídeo como Netflix o propuestas gastronómicas como HelloFresh, esta firma también apuesta por un modelo de suscripción, que por unos 20 euros mensuales permite la posibilidad de quedar todos los miércoles con otros desconocidos.
Aunque insisten en que no hay un único perfil, sí encuentran algunos patrones entre los usuarios de la plataforma. El 65% de los participantes son mujeres y mayormente tienen entre 30 y 45 años. Este fue el panorama que se encontró Fernando Sánchez en su primera cena: era el único varón en su mesa ya que otros dos participantes no asistieron. "
Sin embargo, la primera aclaración es que el foco no está puesto en encontrar pareja, sino en combatir la soledad del día a día. Esto es algo, sostiene Barbier, que las aplicaciones de citas no pueden hacer. “Las apps dan la ilusión de la libre elección: tienes que estar seguro de todo antes de quedar con alguien. Para nosotros no, tienes que acercarte para conocer a otra persona”, apunta. En este servicio, los usuarios no tienen perfiles, no deciden a quienes van a conocer y el algoritmo está focalizado en generar una buena dinámica grupal, no de pareja.
Doblar la apuesta
Quedar a cenar es solo una forma dentro del abanico de posibilidades que ofrecen nuevas plataformas y empresas emergentes. Desde aventurarse a la selva amazónica, para aquellos con más disposición de tiempo, hasta conocer los mejores cafés de especialidad para los más madrugadores, toda propuesta es válida para evitar estar solos.
“A la gente le gusta viajar pero, por sobre todo, le gusta compartir y conocer su propia tribu”, resalta Laura Pérez, responsable para España de WeRoad, una compañía de turismo que propone quitar el tabú a viajar solo. El 90% de los 50.000 viajeros que participaron en sus programas durante 2024, señala la empresa, viajan sin conocer al grupo previamente.
La empresa, con origen en Italia y operaciones en España, Reino Unido, Francia y Alemania, busca unir a grupos de entre 7 y 15 personas con un destino en común. El mercado, asegura Pérez, está lleno de viajeros que quieren conocer nuevos lugares, pero no tienen con quien hacerlo y prefieren no apuntarse a la aventura solos. Esto requiere de un nuevo modelo de turoperador que vaya más allá de los billetes y el alojamiento.
“Nosotros no somos una agencia de viajes, somos una comunidad de viajeros, ese es nuestro negocio. Buscamos compartir desde el momento en el que compras el viaje y que no termina con el regreso”, asegura. Una de las claves de la rentabilidad es que el viaje sea solo el comienzo de una relación: el 40% de los viajeros repiten.
La firma, considerada uno de los referentes de ‘travel tech’ por su uso de tecnología aplicada al turismo, ya ha demostrado su fortaleza con los inversores con dos rondas de financiación de en las que cosechó 36 millones de euros. Además de dinero fresco, la compañía sumó el respaldo de H14, el ‘family office’ de Luigi, Eleonora y Barbara Berlusconi, tres de los cinco hijos del exprimer ministro Silvio Berlusconi.
“Estamos todos buscando comunidades a las que pertenecer”, resume Eteri Saneblidze, cofundadora de The Breakfast, un servicio que busca promover que “creativos modernos”, como ella lo define, se conozcan con un café de por medio. En este caso, no se trata de evitar la comparación con Tinder, sino más bien con LinkedIn: “Nuestros usuarios buscan conectar sin un elemento transaccional en el centro, con la misma intención y respeto”, asegura. Con encuentros en más de 13 ciudades, la firma asegura que Barcelona es uno de los polos de mayor demanda.
Las tres propuestas, solo ejemplos de una tendencia al alza, insisten en que su principal némesis – la ansiedad ante lo desconocido – no les asusta. “Cada encuentro es el igual de estresante para todos. Tan pronto alguien dice ‘hola’ todo cambia”, confía Barbier. Y destacan que hablar con extraños, a contrario del consejo de antaño de los padres a sus hijos, puede abrir nuevos mundos, también para los inversores.
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