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El sector del automóvil español pide a Europa una respuesta para competir con China y EE UU

Los fabricantes de coches y de componentes de automoción abogan por una transición sensata al vehículo eléctrico que impida la “quiebra” del sector

Desde la izquierda: Wayne Griffiths, consejero delegado de Seat; Franciscco Riberas, presidente de Gestamp y Vicente Segura, socio responsable del sector de Deloitte. Foto: Pablo Monge
Manu Granda

La industria de automoción europea se encuentra en medio de unas turbulencias nunca antes vistas. Los grandes fabricantes de coches del Viejo Continente están afrontando el cambio a la electrificación en la región del mundo con los plazos y la legislación más exigentes, mientras le salen nuevos competidores que les llevan años de ventaja en la tecnología del vehículo eléctrico, provenientes sobre todo de China. A esto se suma el difícil contexto internacional que ha afectado a sus ventas y producción los últimos años, empezando por la pandemia, siguiendo por la crisis de chips y terminando por conflictos armados que golpean de lleno a sus líneas de suministro. “Hay que hablar de una disrupción y no de una transformación. Cuando comencé creía que íbamos a hacer esto de una forma ordenada. Esto fue hace cuatro años cuando me hicieron presidente de Seat (...) La reacción normal ante todo esto es defender y mantener, pero si lo haces eres una víctima y desaparecerás. Hay que que disruptar, porque si no te disruptarán a ti”, explica el presidente de la patronal de fabricantes de coches, Anfac, y consejero delegado de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, que se inventa este nuevo concepto en un encuentro organizado por EL PAÍS y Deloitte: La transformación de la industria de la automoción en la era del vehículo eléctrico y conectado.

En el encuentro también participaron el socio responsable de automoción de Deloitte, Vicente Segura; y el presidente de Gestamp y también presidente de la patronal de fabricantes de componentes para el automóvil, Franciso J. Riberas. Los tres ponentes llegaron a una conclusión clara: en este entorno tan difícil y competitivo es clave que Europa dé una respuesta contundente para no quedarse atrás respecto a China y EE UU.

“La normativa en Europa no está siendo pragmática, porque en otros sitios los gobiernos intentan encontrar soluciones en vez de poner multas, tratando de ayudar a que sus empresas cambien lo más rápido posible”, indica el máximo directivo de Gestamp, que advierte: “Europa decidió que iba a ser pionera y desarrolló una regulación exigente con la prohibición de vender coches de combustión en 2035, que está bien, pero esto tiene que ser una transición sensata. Porque si es una regulación que va a provocar que la industria quiebre y la actividad productiva se vaya a otro sitio, generando allí el impacto económico positivo y las mismas emisiones contaminantes, será un error enorme”.

“En Europa tenemos grandes compañías, el know how porque la industria arrancó aquí, todo el desarrollo mecánico, electrónico, digital, el diseño, el concepto del vehículo. Juntando los cinco principales mercados europeos, las capacidades en una base comparable por historia y potencia son superiores. Pero nos falta agilidad de ejecución a la hora de lanzar iniciativas mucho más rápido y nos falta coordinación e integración. Ese es el gran reto que tenemos ahora mismo por delante”, apunta Segura.

Unión entre distintos sectores

“Tenemos que aprender a trabajar juntos, no solo los fabricantes sino entre distintos sectores y a nivel europeo. Ante un cambio tan grande hay que dar una respuesta a la altura por parte de Europa si queremos competir con los chinos y el plan IRA en EE UU [dotado con 400.000 millones de dólares para atraer proyectos industriales verdes]. Esa respuesta europea no está ahora mismo. Hay mucha regulación y objetivos marcados, pero no están las medidas necesarias para cumplir con ellos. Para algunos políticos o empresarios es fácil poner objetivos a diez años o en 2035 porque saben que para ese entonces ya no estarán”, añade Griffiths.

En la misma línea de colaboración entre diferentes sectores se pronuncia Segura, que recalca la necesidad de unir fuerzas frente a la competencia extranjera. “En Europa tenemos que ser mucho más agresivos para buscar marcos de alianzas y de colaboración (...) y no solo hablo del automóvil, sino también de las compañías de infraestructuras de recarga y energéticas, porque sin un despliegue de infraestructura correcto es imposible que avancemos en la penetración del vehículo eléctrico. Además, también hay que hablar de las compañías de telecomunicaciones y del entorno digital porque eso también es parte del vehículo, que cada vez más está conectado con otros sectores”, remarca Segura.

Los tres ponentes del encuentro pusieron el foco en la necesidad de tener una hoja de ruta clara con objetivos año a año de cómo ir evolucionando en la adopción del vehículo eléctrico, un tipo de movilidad que en España va muy por detrás que el resto de Europa. En el primer trimestre del año, la cuota de matriculaciones de coches eléctricos puros en España fue del 4,6% frente al 12% de la Unión Europea, según datos de las patronales de fabricantes de coches.

“Se fijó el objetivo de tener 45.000 puntos de recarga públicos en España en 2023, algo que todavía no se ha cumplido y harían falta unos 400.000 en 2035. Necesitamos una hoja de ruta clara de cómo vamos a ir evolucionando. Las otras dos grandes limitaciones que son la autonomía y el coste de adquisición, la industria las ha ido solucionando poco a poco (...) tenemos que quitarle incertidumbre al consumidor. Nosotros hicimos una modelización de en qué ratio estaríamos en 2035 y nos quedamos 30 puntos porcentuales por debajo del objetivo. Eso quiere decir que hay que colocar en el mercado en los próximos años más de siete millones de coches eléctricos. Si mantenemos la incertidumbre en el consumidor es muy difícil”, indica el socio responsable de automoción de Deloitte.

“La digitalización y la inteligencia artificial son palancas para la competitividad. Para mantener el nivel de vida y la industria en España, es importante mejorar en competitividad y productividad. La digitalización es una oportunidad, así como el talento. Hay que tener claro que la industria del automóvil es positiva para España y para Europa. Yo creo que muchos estamos de acuerdo, pero no tengo tan claro que a todos los niveles estén tan convencidos”, comenta por su parte Riberas, en una alusión a los políticos que en opinión del sector se posicionan en contra del vehículo privado. “La movilidad individual sostenible tiene que ser vista como parte de la solución y no del problema”, completa Griffiths.

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Sobre la firma

Manu Granda
En la actualidad cubre la industria del automóvil en la sección de Empresas. Previamente pasó por el área de Economía, donde escribió de laboral. Como 'freelance', cubrió la temporada de incendios del verano 2019-2020 en Australia para EL PAÍS. Es graduado en periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos y cursó el Máster de periodismo de EL PAÍS.
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