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El cannabis prende en Europa

Las perspectivas de la industria crecen con la reciente legalización parcial del consumo de la hierba en Alemania. El mercado mundial movió 25.000 millones de euros el pasado año y los expertos prevén que se duplique en 2027

Cannabis
Panta de cannabis en una tienda en Alemania.Christian Charisius (Getty Image (dpa/picture alliance via Getty I)

Era 2018 y el mundo miraba con algo de envidia y recelo cómo Canadá legalizaba el uso recreativo del cannabis. Por aquel entonces, Borja Iribarne conoció los productos con CBD, el componente no psicoactivo de la planta, el que no coloca. “Todo partió de un problema familiar. Mi madre tenía algunos achaques y encontré una solución natural en el CBD”, dice el ahora consejero delegado de ProfesorCBD. Después de esta experiencia, este malagueño experto en marketing se sumergió en el mercado para analizar el negocio. “Vi una oportunidad y decidí lanzarme: monté un e-commerce…, en el primer mes ya estábamos ingresando casi 1.000 euros”.

Hoy, sus productos (más de 177, que van desde flores y aceites hasta cremas, cosméticos y geles sexuales) se venden en la web y a través de una red de 247 tiendas en toda Europa, incluyendo farmacias, herboristerías, estancos y gasolineras. La firma factura entre 1,5 y 2 millones de euros al año por comercializarlos en el país de forma legal. El CBD no es un medicamento. Su uso está autorizado solo para cosmética y, en teoría, no se puede vender para ser ingerido o fumado. A pesar de ello, las expectativas son más que halagüeñas. “El interés por el cannabis sigue creciendo”, afirma Iribarne. No solo en España, sino en todo el globo.

La ola de legalización (tanto para consumo recreativo como medicinal) en el mundo aviva las esperanzas de buenos rendimientos para las empresas relacionadas con el cannabis legal, el que está regulado, que el año pasado sumó ventas por valor de 25.000 millones de dólares (unos 23.000 millones de euros al tipo de cambio actual) en el ámbito global, según la consultora Prohibition Partners. La perspectiva es que esta cifra se multiplique por dos en 2027, hasta llegar a los 55.000 millones de dólares (50.000 millones de euros), de acuerdo con la firma de análisis BDSA.

Pero mientras los buenos augurios florecen en Europa —por ejemplo, en Alemania, donde se ha aprobado la legalización del consumo recreativo del cannabis, con ciertas restricciones, que entrará en vigor a finales de este año, aunque su uso medicinal es legal desde 2017—, en Estados Unidos y Canadá, las compañías y los fondos de inversión que han apostado por esta planta cambian el gesto debido a la saturación del mercado, la alta competencia y la falta de acceso a capital.

El cannabis es un viejo conocido. Históricamente, ha sido la droga ilícita más consumida en Europa. Se estima que unos 84 millones de adultos en la Unión Europea (de entre 15 y 64 años) han probado la hierba al menos una vez en su vida, según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías ­(OEDT). En Francia, Alemania, Italia, Países Bajos y España están el 72% de los consumidores.

Planta estigmatizada

La planta se cultiva desde hace miles de años. Su origen se remonta a Asia Central. Nuestros antepasados descubrieron en ella propiedades terapéuticas, así que su fama se expandió por diversas regiones y se ha sembrado en una amplia variedad de climas y terrenos. Fue a inicios del siglo XX cuando comenzó su prohibición. En los años sesenta, la Convención Única sobre Estupefacientes de la ONU puso al cannabis al mismo nivel que otros opiáceos peligrosos y altamente adictivos como la heroína.

Así que se estigmatizó y criminalizó, globalmente, en las siguientes dos décadas, que fueron periodos de gran producción y venta ilegal. Fue en esta misma época cuando se abrieron los primeros coffeeshops en Países Bajos, la rara avis donde actualmente la venta de pequeñas cantidades está permitida, pero la producción y la distribución es ilegal, es decir, su comercio opera en las sombras (el Gobierno quiere revertir esta situación).

Ya en los años noventa, diversas naciones se lanzaron a debatir los efectos de la planta. Y a inicios de este milenio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se abrió a reclasificar el cannabis para facilitar la investigación científica. Desde entonces, el tabú de su consumo y producción se ha venido esfumando. Uruguay dio un paso audaz en 2013 al legalizar el cannabis en toda su cadena: producción, distribución y venta (importaciones y exportaciones). Lo hizo primero para la parte recreativa y después reguló el mercado medicinal. Se implementó por etapas y hasta 2017 no comenzó la venta de cannabis en farmacias.

“Muchos pensaron que iba a haber una epidemia de consumo de cannabis, pero nada de eso ocurrió. El país tiene un mercado regulado de la droga sin un impacto negativo en la población”, señala Marcos Baudean, miembro de Monitor Cannabis Uruguay. La industria en esa pequeña nación, que no llega a cuatro millones de habitantes, ha crecido en sus exportaciones a los países de América Latina y también a Europa. Vende a Portugal, que actúa como un centro logístico para la distribución en el Viejo Continente. Pero su mercado interno se ha estancado, debido a las trabas burocráticas para acceder a la planta de forma legal y al bajo nivel psicoactivo que se ofrece.

Allí se dan tres variantes: Alfa, Beta y Gamma, esta última, incorporada hace no mucho, tiene una mayor potencia e hizo que 11.000 nuevos usuarios se adhirieran al sistema regulado. La pequeña nación latinoamericana cuenta con unos 250.000 usuarios de cannabis, según las estimaciones del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), de los cuales solo poco más de 86.200 están registrados y acceden por farmacias, cultivo doméstico o clubes cannábicos. El resto opta por el mercado negro.

Posteriormente, en octubre de 2018, Canadá reguló el mercado recreativo y, por el tamaño de su economía, se convirtió en el referente global. Dio un empujón a una industria legal de reciente creación, que 10 meses antes se había venido arriba cuando en el sur de Estados Unidos, en California (con una regulación sobre el uso medicinal desde 1996), se legalizaba también el consumo de la planta, aunque no había sido el primer Estado en hacerlo. En 2012, Washington y Colorado inauguraron las ventas legales tanto en el ámbito recreativo como médico. Pero la llegada de California marcó un hito: era (y lo es todavía) el territorio más poblado, con 39 millones de habitantes, con una economía del tamaño de Francia, con 270 millones de turistas al año, una frontera terrestre con México, e importantes puertos de entrada para el comercio con China.

El aspecto fiscal fue uno de los principales incentivos de los gobiernos estatales para plantearse la legalización. Colorado presumía en 2015 de unos 135 millones de dólares de recaudación por el cannabis, un 77% más que en 2014 y el doble de la recaudación por el alcohol. El Gobierno de California estimó en 1.000 millones de dólares al año los ingresos, lo que significaba un maná de recursos frescos para rescatar las siempre anémicas cuentas públicas de ese territorio. Incluso, el secretario del Tesoro de California, John Chiang, llegó a plantear crear un banco para poder gestionar el dinero proveniente de la planta. El oro verde dio paso a compañías que se convirtieron en grandes gigantes: Canopy Growth Corporation —participada por Constellation Brands (Corona) y Altria (que opera las marcas de Philip Morris, como Marlboro)—, Aurora Cannabis —una de las pioneras en cotizar en la Bolsa de Valores de Toronto y en el Nasdaq (Estados Unidos)—, Tilray —­que en 2021 se fusionó con Aphria, creando un gran conglomerado—, Cronos Group —que recibió la primera inversión de Altria en el sector— y Curaleaf, entre otras.

“Las expectativas avanzaron a tal velocidad con la lógica de que otras regiones (por ejemplo, Europa) verían el mismo efecto contagio que en América del Norte, donde la legalización primero del cannabis medicinal y posteriormente del recreativo ocurría de manera gradual por Estados”, detallan en un correo electrónico Alex Khourdaji y Lawrence Purkiss, expertos de Prohibition Partners. “Las acciones de cannabis en la Bolsa de valores canadiense experimentaron un fuerte crecimiento”, afirma Brendan Mitchel-Chesebro, analista de BDSA. “Gran parte del subidón partió de la suposición de que el mercado interno crecería rápidamente, tomando ventas del mercado ilícito, y que las empresas verían fuertes beneficios de las exportaciones a los mercados médicos internacionales”, explica.

Las acciones de cannabis en Estados Unidos también crecieron rápidamente y con ello las posiciones de los fondos de inversión y los fondos cotizados especializados (ETF) que ponían su capital en la revolución de este producto. “Había un gran entusiasmo por parte de los operadores e inversores y grandes cantidades de capital fueron invertidas en las empresas más activas”, recalcan Khourdaji y Purkiss. Las compañías utilizaron esos recursos para comprar y construir grandes instalaciones de cultivo y procesamiento en varios países (a precios inflados debido a la alta demanda), así como para contratar una importante cantidad de personal. “Muchas cultivaron más producto del que podrían vender”, dice Kate Lavin, experta en MJBizMagazine.

Vuelta al mercado ilegal

El primer golpe de realidad no se hizo esperar. En California, los consumidores que se habían apresurado a ir a los dispensarios de cannabis legal estaban regresando al mercado ilegal debido a los altos precios que había en el mercado regulado. Los altos impuestos, las regulaciones estrictas, una lenta implementación minorista en algunas áreas, así como reglas laxas sobre operaciones ilícitas se combinaron para reducir las ventas legales en el Estado. Estas pasaron de 3.100 millones de dólares en 2017 (que marcó un máximo histórico) a 2.500 millones a finales de 2018, según BDSA.

A pesar del bache, el consumo recreativo seguía avanzando en Estados Unidos —donde en el ámbito federal es ilegal y se clasifica como una droga con alto potencial de abuso—. En 2019 ya estaba aceptado en 11 Estados, mientras que en otros 33 su uso con fines medicinales se había vuelto común (actualmente son 38 de los 50 territorios en los que está aprobado su uso médico y en 21 su uso recreativo).

En ese entonces, diversos países del mundo debatían la legalización de la planta, sobre todo para su uso médico. En algunos países de Europa, por ejemplo, Italia y Francia iban adelantados, pues desde 2013 ambos regularon el cannabis medicinal. Le siguieron Grecia y Noruega. El Reino Unido se sumó en 2018, al igual que Portugal, Suecia y posteriormente Austria. Y lo mismo pasaba en algunas partes de América Latina y Asia, como Tailandia.

Un grupo de personas celebra en Berlín la legalización parcial del cannabis en Alemania el 1 de abril de 2024.
Un grupo de personas celebra en Berlín la legalización parcial del cannabis en Alemania el 1 de abril de 2024. JOHN MACDOUGALL (Getty Images) (AFP via Getty Images)

En California, 2019 se veía como el año de la recuperación y se proyectaron ventas que superarían las cifras récord de 2017. Sin embargo, una serie de eventos desafortunados durante la segunda mitad del año frenaron el progreso y afectaron negativamente al negocio. Primero fue la crisis ligada a una enfermedad pulmonar grave asociada al vapeo de productos de cannabis, que generó incertidumbre y temor entre los consumidores. A esto se sumó el exceso de oferta, que provocó una caída en los precios (no suficientemente importante para que la gente abandonara el mercado negro). Además, los usuarios buscaban niveles del componente psicoactivo (THC) más altos.

“Las regulaciones sobre la potencia, el formato y la publicidad del producto llevaron a muchos a continuar accediendo al cannabis a través de rutas ilícitas, ya que los productos eran demasiado ‘débiles”, comenta Michael Armstrong, profesor en la Universidad Brock que estudia los aspectos económicos de la legalización del cannabis. “Por ejemplo, los alimentos legales de cannabis en Canadá no pueden tener más de 10 miligramos de THC por paquete. Eso es lo suficientemente fuerte para los nuevos usuarios, pero demasiado flojo para los consumidores experimentados que se han vuelto tolerantes al componente psicoactivo. Por lo tanto, esos usuarios prefieren productos ilícitos que son más potentes”, añade Armstrong.

Adicionalmente se agregó una mayor presión impositiva (en algunas partes de EE UU se paga hasta un 45% en impuestos, entre los estatales y locales, por el cannabis de uso recreativo) y una mayor competencia por el creciente número de empresas que se veían atraídas por el bum, a pesar de que algunos comercios ya empezaban a echar el cierre.

A finales de 2019, el índice North American Marijuana Index, que rastrea las principales acciones de cannabis en Estados Unidos y Canadá, había caído más del 52% en comparación con el año anterior. Y algunos escándalos, como el cultivo de cannabis en instalaciones sin licencia por parte de la empresa cotizada CannTrust, comenzaron a dañar la imagen de la industria. No obstante, se seguían lanzando nuevos fondos cotizados en Bolsa centrados en el negocio, como AdvisorShares Pure Cannabis (listado como YOLO: You Only Live Once), Cannabis ETF THCX (liquidado este año), Cambria Cannabis y Global X Cannabis ETF (que también echó el cierre a su operación después de que cayera un 96%).

Impulso de la covid

La fiebre saltó el Atlántico antes de la pandemia. El ETF Medical Cannabis and Wellness, el primero en su especie, comenzaba a cotizar en la Bolsa de Fráncfort en enero de 2020. Luego estalló la covid. Los mercados en EE UU y Canadá, a pesar del momento crítico por el que atravesaba el mundo, se avivaron nuevamente, pues los productores y dispensarios fueron considerados negocios esenciales. “Para muchos estadounidenses, abastecerse de marihuana fue tan esencial como abastecerse de papel higiénico”, decía The New York Times. Las ventas en siete importantes Estados donde el cannabis es legal, monitoreadas por la firma de investigación Headset, experimentaron un aumento del 51% de enero a septiembre en comparación con el mismo periodo de 2019, según recogía The Wall Street Journal. Tal fue el repunte que las ventas estadounidenses lograron un récord de 17.500 millones de dólares, según datos de BDSA.

La industria parecía que recobraba fuerzas y apostaba por que el presidente Joe Biden, entonces recién elegido, cumpliera su promesa de despenalizar el cannabis en todo el país, lo que eliminaría varios grandes dolores de cabeza para la industria. Sobre todo financieramente, pues al ser un delito que se persigue en el ámbito federal, las empresas tienen opciones limitadas para acceder a servicios bancarios habituales como una hipoteca, un préstamo o el pago electrónico. “Prácticamente, ninguna tienda de cannabis acepta tarjetas de crédito”, comenta Lavin. Así que las esperanzas también influyeron en un aumento en la producción de la planta, lo que desencadenó una disminución generalizada en el precio minorista promedio, que, a su vez, ejerció presión entre los comercios más pequeños, donde los aumentos en el volumen de ventas no fueron lo suficientemente grandes como para llevar adelante el negocio. A pesar de la bajada en el coste al por menor, el mercado negro seguía siendo una fuente importante para los usuarios: un 75% de las ventas estadounidenses todavía se realizaron en él en 2021, según la consultora Whitney Economics.

Y a medida que se implementaban las vacunas y se eliminaban las restricciones de movimiento, el consumo de cannabis legal se relajaba. “Se colocó rápidamente por encima de los niveles previos a la pandemia”, subrayan Khourdaji y Purkiss. Esta caída en la demanda dejó el mercado inundado de cannabis. “Actualmente, estamos comenzando a ver una estabilización”, dicen los expertos de Prohibition Partners. El sector, sin embargo, sigue haciendo frente a los mismos retos. “Las limitaciones en el acceso bancario siguen afectando a toda la industria en Estados Unidos. Si bien el Congreso ha presentado el proyecto de ley SAFER [que prohibiría a los reguladores federales penalizar a los bancos y otras instituciones depositarias por brindar servicios a empresas legales] para abordar esto, las reformas del cannabis tienen pocas posibilidades de convertirse en ley en 2024″, asevera Mitchel-Chesebro, analista de BDSA.

Pero el negocio sigue creciendo aun con estas barreras. Hoy, en la primera economía del mundo genera más de 400.000 puestos de trabajo. En Canadá, el año pasado, los consumidores gastaron alrededor de 5.000 millones de dólares en cannabis recreativo legal (que equivale a una quinta parte de las ventas totales de alcohol) y 350 millones de dólares en medicinal. Aunque Canadá tiene un mercado de cannabis fuerte, su lado medicinal está en mal estado, ya que el número de pacientes está disminuyendo debido a que las reglas que rodean el acceso y la cobertura son restrictivas: solo se puede comprar directamente de un solo productor con licencia a través de autorizaciones médicas y recetas.

Los cantos de sirena ya empiezan a escucharse en Europa. Alemania está a punto de abrirse al cannabis recreativo con un programa que permite la venta a través de “clubes sociales de cultivo”, que operarán como organizaciones sin fines de lucro proporcionando la planta a sus miembros. Es decir, la legalización como ha ocurrido en Canadá. Sin embargo, la nueva legislación da un mayor impulso a la planta para su uso medicinal. Antes, las empresas que buscaban cultivar en el país tenían que hacerlo mediante un proceso de licitación. En los últimos cuatro años, tres firmas (Aurora, Aphria y Demecan) fueron seleccionadas para esta labor y en conjunto cultivaron 10.400 kilogramos. Una vez que se había cosechado, el Instituto Federal Alemán de Medicamentos y Productos Médicos adquiría el producto y lo distribuía en las farmacias. Bajo la nueva normativa se elimina el proceso de licitación, lo que significa que las firmas privadas ahora podrán operar libremente.

Más cultivos

“Esto significa que existe una alta posibilidad de que presenciemos un fuerte aumento de cultivadores nacionales en el país, incluidas empresas internacionales de cannabis que deseen apostar por el mercado alemán”, afirman los expertos de Prohibition Partners. Además, la eliminación del cannabis en la Ley de Estupefacientes de Alemania facilita que los médicos receten. Si hay una oportunidad de crecimiento de esta industria en el Viejo Continente, dicen los expertos consultados, está en la parte medicinal, que ha experimentado un crecimiento constante en los últimos años y que está valorada en más de 550 millones de euros.

Son pocos los países en los que la discusión de legalizar la parte recreativa está sobre la mesa: República Checa, Suiza, Países Bajos y Dinamarca. Solo en Malta es legal. En España (donde el autoconsumo no es delito y donde existen cientos de clubes cannábicos que operan en un vacío legal), el Ministerio de Sanidad inició a principios de este año el trámite para regular la parte médica. Nada se dice, sin embargo, de la otra cara de la moneda: la recreativa.

Nancy Whiteman, fundadora de la empresa de comestibles a base de marihuana.
Nancy Whiteman, fundadora de la empresa de comestibles a base de marihuana.

La reina de las gominolas: “El cannabis no te hará rico de la noche a la mañana”. Nancy Whiteman, fundadora de Wana Brands, cree que muchos países relajarán su legislación

Nancy Whiteman (Chicago, 65 años) es conocida como la reina del cannabis legal. Hace 14 años, producto de una casualidad, vio una oportunidad de negocio en una industria que empezaba a dar sus primeros pasos. “Me gustaría decir que fue un movimiento estratégico, algo bien pensado, pero no fue así”, dice, a través de una videollamada, la cofundadora y consejera delegada de Wana Brands, una de las empresas de gominolas más vendidas en Estados Unidos y Canadá. “Fue algo que se dio de chiripa”, agrega Whiteman, que en 2021, con una marca ya consolidada, vendió la compañía al gigante Canopy Growth Corporation por 350 millones de dólares (unos 324 millones de euros, al tipo de cambio actual). Pero antes de llegar a este punto, Whiteman cuenta que en un día del lejano 2010, en Boulder (Colorado), un amigo le contó que estaba haciendo una bebida, algo entre un refresco e infusión con marihuana. “Le decíamos así, ahora es cannabis”. “Una cosa llevó a la otra y empezamos a producir algunas bebidas, nueces confitadas y productos horneados”, cuenta esta empresaria con una fortuna de unos 225 millones, según la revista Forbes.

“No fue hasta el segundo año cuando fabricamos las gominolas, que es por lo que ahora nos conocen”, agrega la consejera delegada de esta firma que compite en un mercado valorado en 3.400 millones de dólares, de acuerdo con la consultora Headset. Wana Brands está presente en 17 Estados de EE UU, Puerto Rico y nueve provincias de Canadá. Acaba de anunciar su desembarco en Suiza, de la mano del fabricante farmacéutico de cannabis Alpen Group. Desde allí la empresa quiere atisbar el mercado europeo.

Pregunta. Hace ya más de una década que nació Wana Brands, ¿qué desafíos enfrentó la empresa en ese momento?

Respuesta. Cuando creamos la empresa no teníamos idea del tamaño del negocio. Ninguna consultora hacía un estudio sobre la industria de los comestibles de cannabis. Por lo tanto, estábamos probando una multitud de cosas diferentes para ver qué funcionaba. Teníamos dulces, nueces confitadas y productos horneados. Llevábamos dos años en el mercado cuando empezamos a fabricar gominolas. Me di cuenta de que había una empresa comprando ositos y gusanos de goma y simplemente los rociaba con aceite de hachís. La gente los compraba. Entonces se me ocurrió la idea de que podríamos hacerlo desde cero y nos centramos en ello. Esta categoría de productos ahora representa aproximadamente el 85% de las ventas de comestibles en Estados Unidos.

P. Hay un gran estigma sobre el cannabis, ¿cómo eliminarlo?

R. El estigma es algo que ha cambiado mucho en estos 14 años. Ahora hay mucho menos en Estados Unidos. La gran mayoría de la gente piensa que el cannabis debería legalizarse en el ámbito nacional, al menos para uso médico. Diría que el problema del estigma se ha resuelto hasta cierto punto a medida que la gente se familiariza más con los productos y los comprende no solo como una alternativa al alcohol, sino también como una opción para su bienestar.

Ahora, en Europa no ha sucedido lo mismo. En términos de estigma, diría que Europa podría estar donde Estados Unidos estaba hace unos 14 años cuando comenzamos el negocio.

El reciente cambio de la ley en Alemania, que reclasificó el cannabis de narcótico a no narcótico, será muy significativo porque creo que muchos médicos se mostraban reacios a recetarlo. Con esta reclasificación, creo que veremos un verdadero avance. A medida que la gente gane más experiencia con el producto y amplíe la comprensión de sus usos, creo que el estigma disminuirá.

P. ¿Es un buen momento para invertir en la industria?

R. Sí. Pero hay que estudiar la situación global. Hay muchos países en el negocio del cannabis y cada uno adopta un enfoque muy diferente. En este momento, hay países que se centran en el suministro de la planta a otras naciones que desarrollan productos médicos. Entre ellos están Portugal, Colombia y Sudáfrica, que no cuentan con un gran mercado interno para el consumo de cannabis, pero son abastecedores de insumos.

Creo que veremos a muchas más economías, en todo el mundo, relajando sus políticas referentes al cannabis, lo vemos en Suiza, por ejemplo, o en Australia, donde el mercado es bastante activo. Muchos creen que el siguiente país que dará pasos en la liberación del cannabis recreativo será Portugal. En Europa, los países han comenzado con un enfoque médico y, a medida que la gente se sienta más cómoda, habrá un impulso cada vez mayor para permitir el uso recreativo.

Por otra parte, también vemos cómo algunos países que han legalizado su uso quieren echarse para atrás, como Tailandia.

¿Es un buen momento para invertir? Creo que no es un mercado donde te harás rico rápidamente. Hay que tener una visión más hacia el futuro. No hay duda de que habrá una oportunidad enorme mundialmente, pero tendrás que elegir dónde invertir y ser paciente.

P. ¿Le preocupa la situación del mercado en Estados Unidos?

R. Es complicado hablar del mercado estadounidense como un todo. Hay que ir Estado por Estado. Nueva Jersey, por ejemplo, está en pleno crecimiento. Misuri también. Hay algunos más antiguos y maduros, cuyo ritmo se ha desacelerado. Pero si lo observamos en su conjunto, el mercado estadounidense sigue siendo el más grande del mundo en el futuro previsible. Por lo tanto, todavía vemos una gran cantidad de oportunidades.

Hace un par de años que salimos de California [el mercado más grande de cannabis en el mundo]. Entramos allí justo cuando los precios mayoristas empezaban a caer. La situación era complicada. Siempre digo que no estoy en este negocio por ego. Estoy aquí para ganar dinero. Y que, cuando no se puede hacer, no tiene sentido seguir operando.


Usos de la planta

lsidre Carballido, fundador de Cannactiva (una de las primeras empresas españolas en productos derivados del cannabis), explica que la planta debería clasificarse en tres grupos. El cannabis psicoactivo, “el producto clásico que todos conocemos y ha estado demonizado durante años. Un producto con mucho THC, con un potencial embriagador alto y utilizado de forma recreativa por mucha gente”, detalla. Luego estaría el cannabis no psicoactivo (cáñamo). “Este vendría a ser el producto clásico que todos conocemos pero sin efectos embriagantes. Es muy alto en CBD y puede utilizarse en la industria textil, la construcción cosmética, aromaterapia, y eventos de relajación, y bienestar”. Y por último el cannabis medicinal, que se distingue del no medicinal principalmente en dos aspectos: sus controles de cultivo son más estrictos para garantizar así la pureza necesaria para tratamientos médicos y el propósito. “El cannabis medicinal, regulado como producto farmacéutico, se utiliza específicamente bajo la supervisión de un médico”. 

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