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Pix, la fórmula de pago que causa furor en Brasil

El sistema instantáneo creado por el Banco Central se sitúa por delante de las tarjetas de crédito y de débito

Logotipo de Pix en un teléfono inteligente.
Logotipo de Pix en un teléfono inteligente.Cris Faga (NurPhoto/ Getty Images)
Naiara Galarraga Gortázar

La palabra Pix es una de las que más pronuncian los brasileños, sean pobres, ricos, de ciudades enormes o vivan en aldeas sin teléfono fijo ni luz. Han abrazado con tanto entusiasmo el sistema de pagos instantáneos creado por el Banco Central a finales de 2020 que se ha consolidado hasta convertirse en la forma de pago más usada, por delante de las tarjetas de crédito y de débito. Un jueves de abril alcanzó los 120 millones de transacciones en 24 horas.

Se usa para todo. Para pagar al fontanero, el menú del día, las copas en los bares ambulantes, el recibo de la luz, unas vacaciones familiares o comprar joyas por Instagram a unas artesanas indígenas. Prueba de su penetración es que en São Paulo, donde el efectivo va camino de la rareza, son muchos los sin techo que colocan su clave de Pix en un cartón para quien quiera darles unos reales. Los pequeños empresarios y microemprendedores están encantados; y también los bancos, porque lo que pierden en comisiones lo ganan con nuevos clientes.

Pero ese éxito tiene un efecto colateral que lo ensombrece, aunque no ha frenado el auge: los criminales han conseguido sacar partido. Los robos de móviles han aumentado en algunas grandes ciudades y la policía apunta que el objetivo real no es el aparato sino poder usarlo para vaciar las cuentas bancarias vía Pix. El Banco Central ha reforzado la seguridad. En un país enganchado a las tarjetas de crédito y sus programas de puntos, el pago al contado vía móvil supone una revolución. El sistema tiene 146 millones de usuarios de los que 134 millones son personas físicas (casi dos tercios de la población), y 12 millones, empresas. Aunque se empezó a diseñar años antes, el Pix es hijo de la pandemia. Su implantación, en pleno confinamiento, le dio un fuerte impulso inicial.

Los brasileños siempre han sido voraces consumidores de nuevas tecnologías. Hasta los indígenas de la Amazonia votan en urna electrónica hace 25 años. Brasil es el cuarto país del mundo en transacciones en tiempo real, por detrás de la India, China y Tailandia, según ACI Worldwide. Martirizado por las comisiones bancarias de las tarjetas, el taxista Roberto Lessa ya no pide a su clientela que lleve efectivo. Ha pegado un código QR que, con apuntar la cámara del móvil, lleva al viajero directamente a su clave Pix, que es el móvil. También podría ser su correo electrónico o el número de identificación fiscal. Teclear el precio de la carrera y listo. ¡Ding! Hasta el último real cae en su cuenta. Rápido, cómodo y gratis. Se ahorra el 5% que le cobraría el banco por cada servicio pagado a crédito y el 3% del débito.

Robos de teléfonos

Francisco Alves fue usándolo cada vez para más pagos. Empezó con las cantidades pequeñas, pero ahora aprovecha las ofertas de grandes empresas. Acaba de usar el pago instantáneo para comprar los vuelos de las próximas vacaciones de Año Nuevo a Paraíba, su tierra natal, porque con Pix tenía un descuento del 10%. Eso sí, requiere tener ahorros. La fuerte ola de robos de teléfonos móviles chocó en ciudades como São Paulo hasta que la policía descubrió que el objetivo era el Pix y que detrás estaba el poderoso grupo criminal Primer Comando de la Capital, una hermandad de delincuentes emprendedores. Así funciona: en plena conversación telefónica, un chaval en bici se lleva el móvil. Activa la cámara para evitar el bloqueo. Lo lleva a un piso franco donde un pirata informático saca las claves de la aplicación bancaria y hace un Pix a la cuenta de un testaferro que va a comisión, este a otro… y así hasta que el rastro se pierde.

El Banco Central introduce constantes mejoras de seguridad e innovaciones. Una de las últimas, poder pagar a plazos, crucial para millones de familias.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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