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Goma arábiga: por qué la guerra de Sudán afecta a los refrescos, las golosinas y el vino

El país africano produce en torno al 70% de las exportaciones mundiales de esta savia esencial para gigantes como Coca-Cola, PepsiCo o M&M

Un agricultor sudanés sostiene con un palo un trozo de savia de una acacia con la que se elabora la goma arábiga.
Un agricultor sudanés sostiene con un palo un trozo de savia de una acacia con la que se elabora la goma arábiga.ASHRAF SHAZLY (AFP/GETTY IMAGES)
Marc Español

Hace apenas mes y medio, el comerciante sudanés Mohamed Alnoor se encontraba finalizando los últimos trámites que le quedaban pendientes para poder despachar a un cliente un nuevo pedido de varias toneladas de goma arábiga, una exótica savia natural que se utiliza en la producción de muchos bienes de consumo, sobre todo de la industria alimentaria.

Su empresa, Gum Arabic USA, había comprado el producto a distintos cultivadores de zonas rurales de Kordofán, una región en el sur de Sudán, y lo había transportado a la capital, Jartum. Una vez allí lo habían segmentado y procesado en su fábrica, lo habían llevado a empaquetar, y lo habían almacenado a la espera de que Alnoor terminara con el papeleo para enviar el cargamento a Puerto Sudán, el principal puerto comercial del país.

Solo le quedaban dos documentos cuando, la mañana del 15 de abril, estalló en Jartum una encarnizada lucha por el poder entre el Ejército y el principal grupo paramilitar del país, que ya ha dejado cientos de muertos, miles de heridos, casi un millón de desplazados y refugiados, y su capital devastada, paralizada y sumida en una falta total de seguridad.

“[El comercio de goma arábiga] es una pesadilla logística incluso cuando las cosas son normales”, explica Alnoor desde Jartum, donde ha decidido quedarse para hacer el seguimiento de su cargamento. “Ahora, incluso si tienes la goma arábiga en algún sitio y no quieres ni procesarla ni limpiarla, sino cogerla y enviarla fuera, el transporte es un problema porque en cualquier momento, alrededor de Jartum [los paramilitares], pueden aparecer de la nada y llevarse lo que tengas. Hay una desintegración total de la ley y el orden”, lamenta.

Rompecabezas como el de Alnoor estarían pasando inadvertidos si no fuera porque la goma arábiga es un ingrediente esencial para muchas empresas que fabrican bienes de consumo, incluidos gigantes como Coca-Cola, PepsiCo, M&M y Ben & Jerry’s, y porque la producción de Sudán cubre en torno al 70% de las exportaciones globales, según datos de 2021 de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD). Ahora, la guerra está generando una creciente preocupación por los efectos que pueda acarrear sobre su suministro al mundo.

“Debemos reflexionar sobre el hecho de que Sudán tiene algunos productos valiosos que muchas industrias están importando”, señala Fawaz Abbaro, director general de Savannah Life, otra empresa sudanesa que comercia con goma arábiga y que tiene pendiente un envío de unas 70 toneladas a Estados Unidos. “Sudán lleva años produciéndola, pero nadie la ha cuidado ni apreciado hasta ahora”, agrega.

Insípido e inodoro

La goma arábiga es el exudado seco, insípido e inodoro, de dos especies de acacia, y casi todo el suministro mundial procede del llamado cinturón de la goma, que se extiende por la sabana boscosa de África subsahariana, desde Mauritania y Senegal hasta Somalia. En pequeñas cantidades hace la función de estabilizador, encapsulador de sabores, espesante o emulsionante, y se usa en muchos productos de la industria alimentaria, como golosinas, refrescos y vino, y en menor medida de otras como la cosmética, textil y farmacéutica.

Tal es su importancia que, cuando Estados Unidos impuso sanciones a Sudán en 1997 por el apoyo del régimen del dictador Omar al Bashir a grupos terroristas, la goma arábiga quedó exenta aun cuando siempre han existido sospechas de que Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda, tenía grandes intereses en su industria. También el Gobierno de George Bush la eximió en 2006 cuando endureció las sanciones por las atrocidades en Darfur.

A corto plazo no se espera que la paralización total de su exportación a raíz de la guerra impacte en la actividad de las empresas que utilizan este ingrediente porque existe stock, según la Asociación para la Promoción Internacional de las Gomas (AIPG). Pero se teme que la prolongación del conflicto, sumada a la destrucción de infraestructuras y fábricas, represente un problema sobre todo para la próxima temporada, que arranca en octubre.

Sudán lleva décadas sufriendo graves niveles de violencia interna, pero esta se había concentrado en regiones periféricas. La gran diferencia, ahora, es que el epicentro de los combates se ha trasladado al corazón político y económico de la nación, Jartum, donde se encuentran la mayoría de las fábricas para limpiar, procesar y empaquetar la goma arábiga.

Buena parte de la capital se halla actualmente bajo el control de los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido, mientras el Ejército intenta expulsarlos sobre todo recurriendo a su ventaja aérea, por lo que la circulación es muy peligrosa. Además, el sistema bancario está inoperativo, y los choques han provocado una gran escasez de combustible.

“Hay muchas infraestructuras que han sido destruidas por el conflicto, por lo que, aunque hubiera paz o calma, habría que reconstruirlo”, constata Mohamed Salih, de la proveedora de goma arábiga con sede en Suecia Gum Sudan. “Además, hay agricultores que han abandonado sus campos y han emigrado, así que las consecuencias podrían ser más largas de lo que pensamos [ahora mismo]”, añade.

Salih explica que algunas empresas ya están estudiando redirigir cargamentos de goma arábiga hacia países fronterizos a las zonas de producción como Chad, Etiopía y Sudán del Sur, pero nota que hacerlo aumenta los costes de transporte por encima de lo que “el mercado mundial está preparado”, sobre todo porque estos países no tienen acceso al mar. Algunos de ellos también producen goma arábiga, nota Salih, pero en menor cantidad y sin disponer de la misma infraestructura para procesarla que existía en Jartum.

El comercio de goma arábiga ha sido tradicionalmente muy opaco, pero dos empresas francesas, Alland & Robert y Nexira, compran más de la mitad de toda la producción de Sudán y se reparten buena parte del mercado mundial, según el medio Africa Intelligence, con sede en París. EL PAÍS ha contactado con ambas, pero Alland & Robert se refirió al comunicado de la AIPG y Nexira no ha contestado a la petición de información.

“La gente debería saber que si no podemos detener los combates [presionando a] nivel mundial, la [escasez de] goma arábiga va a afectar realmente a un gran sector de la industria mundial”, anticipa Abbaro.


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