Reorientación del ahorro de las familias
El peso de los activos financieros en la composición de la riqueza de las familias se ha acrecentado desde el 10% al 25%
Es bien conocida la singularidad de la materialización del ahorro acumulado de las familias españolas (es decir, su riqueza) frente a países de nuestro entorno. Según los datos recientemente conocidos, de los algo más de ocho billones de euros que representaba su riqueza neta a finales de 2022, sólo dos de ellos estaban materializados en activos financieros. Frente a ello, la riqueza no financiera (inmobiliaria básicamente) acapara aproximadamente las tres cuartas partes restantes, lo que contrasta con la composición media de la riqueza de las familias europeas, en las que, aun siendo también mayoritaria la riqueza inmobiliaria, esta se sitúa al menos 10 puntos porcentuales por debajo de la española.
Con todo, si tomamos como referencia la gran crisis financiera de 2008, los datos revelan, aunque de manera pausada, un notable giro. La acumulación de compras de inmuebles durante los años previos al inicio de esa crisis, auspiciadas por el ajuste de tipos a la baja tras nuestra incorporación al euro, que además disparó el endeudamiento, provocó un ya conocido bum inmobiliario con enormes revalorizaciones de este activo. Llegó a representar aquel año casi el 90% de la riqueza neta de los hogares. El no menos conocido proceso de fuerte ajuste de los precios inmobiliarios durante los años inmediatamente posteriores, a lo que ha seguido un cierto periodo de normalización del mercado a partir de 2016, ha determinado que los hogares españoles hayan recuperado finalmente, a cierre de 2022, una cifra similar a los poco más de seis billones de riqueza no financiera de la que disponían al inicio de aquella crisis.
En definitiva, durante este último periodo de 14 años, el peso de los activos financieros en la composición de la riqueza de las familias se ha acrecentado desde el 10% al 25%. Más aún, puede afirmarse que prácticamente todo su aumento de valor se debe a la materialización del nuevo ahorro en estos activos; esos dos billones de euros que antes mencionábamos multiplican por dos veces y media la riqueza financiera neta de la que disponían las familias españolas en 2008. El aumento, por este orden, del valor de las acciones cotizadas, y sobre todo no cotizadas, del efectivo y de los depósitos, así como de la inversión en fondos de inversión (el activo con mayor crecimiento en términos relativos), concentran fundamentalmente esta expansión de la riqueza materializada en activos financieros. A ello debe agregarse la extraordinaria amortización de deuda que asimismo han hecho los hogares.
El escenario de tipos más elevados y durante más tiempo que se ha abierto en este último año va a contribuir a que, en líneas generales, se mantenga este patrón.
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