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Los problemas crecen para Grifols

La salida por sorpresa del presidente ejecutivo ha sido mal recibida por los inversores, muy preocupados por la gestión de la deuda

Grifols
Planta de Grifols para el fraccionamiento de plasma, en Parets del Vallès (Barcelona).Siqui Sánchez
Josep Catà Figuls

Parecía que Grifols dejaba atrás la tormenta, pero aún queda un mar de fondo que tardará en amainar. El relevo por sorpresa de su presidente ejecutivo, Steven F. Mayer, que dimitió por motivos personales la semana pasada, dejó a los inversores con grandes dudas. Se apeó del cargo cinco meses después de asumirlo, y justo cuando acababa de presentar un plan de ahorro con el que la compañía quiere demostrar su compromiso para atajar la grave crisis de cotización que arrastra desde la pandemia por su elevada deuda.

Este martes, el productor de hemoderivados comunicó los resultados de 2022. Fue la primera oportunidad para que el sustituto de Mayer, el suizo Thomas Glanzmann, explicase su proyecto a los analistas. Estos confían en que el nuevo timonel continuará con la estrategia de reducir deuda, pero piden más claridad. Mientras, los trabajadores ya se preparan para negociar los 2.300 despidos —92 en España— que están previstos en el plan de ahorro.

El estallido de la covid-19 fue el inicio del gran dolor de cabeza de Grifols, y eso que se trata de una compañía farmacéutica —un sector que, en general, disparó sus ganancias con la llegada del virus— y que anunció que desarrollaría un medicamento contra esta enfermedad. Pero la crisis en Bolsa (las acciones caen un 27% en el último año) no se explica por el fracaso de este proyecto, sino por una manera de llevar el negocio que chocó con la cruda realidad. Acostumbrada a crecer mediante adquisiciones que financiaba con deuda, la valoración de Grifols iba aumentando animada por un contexto global de tipos de interés muy bajos y unos ingresos elevados gracias a su dinámica actividad de recolección de plasma, especialmente en los centros de donación de Estados Unidos. La fase de expansión culminó con su última gran adquisición, la alemana Biotest, anunciada en 2021 por 1.100 millones de euros.

Pero la desconfianza en Bolsa ya hacía meses que había empezado: la acción llegó a su máximo justo antes de la pandemia, el 21 de febrero de 2020, hasta los 34,19 eu­ros. A partir de ahí fue cayendo paulatinamente hasta que tocó fondo en los 8,12 euros del 24 de octubre de 2022. El motivo fue la caída de la recolección de plasma a causa de las restricciones de movilidad por la pandemia, lo que afectó a los ingresos. La deuda pasó a ser entonces un problema, agravado luego por el endurecimiento de las políticas monetarias.

La lectura que han hecho los analistas de los resultados de 2022 muestra que Grifols está en la tormenta, pero va en la buena dirección. Dolor en el corto plazo, ganancias en el largo, titulaba Barclays su informe. Los ingresos crecieron un 12,4%, hasta un récord de 6.064 millones de euros, impulsados, entre otras cosas, por las aportaciones de Biotest, y el resultado neto fue de 208 millones (un 10,4% más). El margen bruto se redujo en dos puntos, hasta el 37,6%, por el elevado coste del litro de plasma. Y la deuda financiera neta se situó en los 9.191 millones de euros, que se traduce en una ratio de apalancamiento de 7,1 veces sobre el ebitda, lo que supone una mejora, aunque sigue lejos de su objetivo. “Glanzmann y su equipo confirmaron que todo está encima de la mesa para lograr un apalancamiento de menos de 4,0 veces antes de finales de 2024″, apunta el informe de Barclays.

Con estos mimbres, la gran pregunta es cómo reducir la deuda. Hasta ahora, la compañía ha tratado de recobrar la confianza de los inversores volviendo a publicar los resultados trimestrales y con un importante movimiento en la cúpula: en octubre pasado, Víctor Grifols, presidente no ejecutivo, dejó el cargo que había ocupado los últimos 30 años, y en lugar de pasar el relevo a su hermano o a su hijo (los dos son consejeros delegados de la compañía), el consejo optó por un perfil muy técnico, el de Steven F. Mayer, al que le dio la presidencia con funciones ejecutivas. Desde su llegada, la acción remontó casi un 60%, y su medida estrella, un plan de ahorro de 400 millones anuales, fue bien acogida por los inversores. Su marcha inesperada hizo caer la acción de nuevo y ahora cotiza a 11,51 euros.

“La reacción del mercado a la dimisión de Steven F. Mayer fue negativa porque la percepción sobre su gestión estaba siendo muy positiva”, señala Luis Arredondo, analista de Banco Sabadell. El nuevo presidente, Thomas Glanzmann, “es un directivo con gran experiencia en el sector y lo que se espera es que ejecute los planes de mejora de márgenes y reducción del endeudamiento en tiempo y forma, algo que debería reflejarse de forma positiva en la cotización”, añade Arredondo. Glanzmann, en la conferencia con los analistas, les aseguró que la estrategia a largo plazo y las medidas que ya se han tomado “no han cambiado en nada y se están ejecutando con el apoyo de la dirección del consejo”. “Nuestro foco para 2023 también está muy claro. Ejecutaremos nuestro plan (...) y verán una mejora significativa de los márgenes en la segunda mitad de 2023″, añadió.

Desinversiones

¿Podrá Grifols reducir deuda solo con su negocio y sin más medidas? “Esperamos que la compañía sea capaz de reducir su endeudamiento de forma orgánica con la recuperación de su negocio. En todo caso, valoraríamos positivamente alguna opción que permita acelerar el desapalancamiento en un entorno de subida de tipos, y vemos como más probable una venta parcial o total de su participación en Shanghai Raas”, apunta Arredondo. El temor de los inversores es que la compañía opte por una ampliación de capital: “Algunos señalan su preocupación por la posibilidad de una ampliación de capital, lo que podría explicar parte del bajo rendimiento de sus acciones, pero nos tranquiliza el comentario de la dirección de que esta medida sería de último recurso”, señala el informe de Barclays.

La primera medida, la del plan de ahorro, pasa por reducir costes para aumentar el margen bruto, y prevé un recorte del 8% de la plantilla. Los trabajadores ya protestaron esta semana ante la sede de Grifols por los 92 afectados en España, todos de los centros de Sant Cugat del Vallès y Parets del Vallès. Anabel Pimentel, secretaria general de la sección sindical de CC OO de interempresas de Grifols, afirma que los trabajadores están pagando los platos rotos de una política de endeudamiento. “No entendemos que una empresa que dice que va bien en ingresos, que tiene beneficios, lo cargue en los trabajadores. Entendemos que están muy preocupados por la valoración de la acción, pero esto es a causa de su mala gestión. Estamos de acuerdo en ahorrar en lo que se pueda, pero no con despidos”, resume.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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