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Un ‘software’ que vigila la red eléctrica

Plexigrid permite a las distribuidoras dar respuesta a las alteraciones que provoca en las líneas el auge de dispositivos verdes

Los tres fundadores de Plexigrid, desde la izquierda, Rubén Medina, Pablo Arboleya y Alberto Méndez.
Los tres fundadores de Plexigrid, desde la izquierda, Rubén Medina, Pablo Arboleya y Alberto Méndez.MgLab

Cuando se aborda la transición energética, uno de los capítulos más desatendidos es el de su efecto sobre las líneas de distribución eléctrica. Concebidas hace siglo y medio para transmitir electricidad en un único sentido, no están preparadas para recibir los excedentes de energía que proceden de los paneles solares, que elevan la tensión y pueden ocasionar cortes en el suministro. Un problema que se suma al causado por el auge de puntos de recarga para el coche eléctrico y de otros dispositivos verdes que, usados de forma masiva en las horas de mayor consumo, provocan sobre la red el efecto contrario, pero igualmente preocupante: reducen la tensión del sistema, lo que puede dañar electrodomésticos y otros equipos eléctricos.

Estas situaciones se evitarían fácilmente con un buen procesamiento de los datos en tiempo ­real que permitiera tomar decisiones. Pero como señala Pablo Arboleya, fundador de la empresa asturiana Plexigrid, “esa capacidad la tienen los operadores de alta tensión, pero no siempre los de media y baja tensión”. Estos cuentan con todo tipo de sensores en la red, pero “carecen a menudo de una estructura integrada”. Por eso él y otros dos ingenieros industriales, Alberto Méndez y Rubén Medina, han creado una plataforma destinada a estos operadores bajo tres líneas maestras: “Visualizar lo que ocurre en cada punto de la red, realizar cálculos complejos [que anticipen comportamientos] y permitir la flexibilidad, que viene a ser la capacidad de actuar sobre el sistema, regulando consumos y absorciones de energía”.

Aunque Arboleya, catedrático de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Oviedo, llevaba varios años investigando cómo crear gemelos digitales —réplicas informáticas que reaccionan a estímulos como lo haría el sistema real—, la idea no tomó cuerpo hasta 2020, mediada ya la pandemia. Quien la planteó fue Méndez, excompañero suyo en la carrera y nexo con el tercer socio fundador, con quien Méndez había coincidido trabajando para el proyecto eólico de Gamesa en China. Se lanzaron con 21.000 euros y “durante varios meses” financiaron la firma “con ahorros personales”, aunque los favoreció firmar pronto un acuerdo con EDP, la distribuidora que opera en Asturias.

El software que han creado se instala en los servidores de las eléctricas, es operado por ellas de forma autónoma e interacciona fácilmente con diversas fuentes de datos. “Lo habitual es vincularlo a, al menos, el sistema de información geográfica, el de medidas avanzadas y el de los contadores”, revela Arboleya, quien no oculta que el módulo de Plexigrid más innovador, el que permite enviar órdenes al sistema, es el que comercialmente menos han podido desarrollar. Por ahora lo ensayan únicamente como piloto, pero eso es algo que no les preocupa demasiado porque las otras dos operaciones que permite su plataforma, visibilizar el estado de la red y realizar cálculos en tiempo real, “ya generan suficiente valor añadido”. “Permiten enviar cuadrillas de operarios a tiro fijo cuando hay una avería, configurar la red para que haya menos pérdidas o detectar fraudes en contadores trucados y enganches ilegales”.

Modelo de negocio

La firma ingresó 100.000 euros en 2021, pero en 2022 han facturado 700.000, según Arboleya. Ello fue posible gracias a que entre sus clientes se cuentan ya dos de las cuatro operadoras españolas y otras dos de Suecia. En cuanto al modelo de negocio, se basa en un pago recurrente anual y, aunque a corto plazo no les reportará ganancias, ha generado el interés del vehículo para inversiones de riesgo de EDP; de The Venture City, otro fondo de capital riesgo con sede en Miami, y de la Sociedad Regional de Promoción del Principado, que el año pasado invirtieron en conjunto dos millones de euros en una ronda que según su fundador valoraba la compañía en 10 millones.

Plexigrid tiene sede en Gijón, y de sus 26 empleados, “20 han sido formados en Asturias, una comunidad de las que mejor preparan, pero que sufre para retener talento”, describe Arboleya, y explica que en su mayoría proceden de dos másteres a los que está vinculado: uno de Conversión de Energía Eléctrica y otro de Transporte Sostenible que tiene el sello de excelencia europeo Erasmus Mundus y que la institución asturiana comparte con Coímbra, Roma y Nottingham.

En la firma hacen bandera de cierto activismo, el que se opone a invertir en más cable y más transformadores según van subiendo los picos de consumo, porque es un modelo ineficiente —la máxima capacidad solo se usa unas horas— y porque esa inversión se repercute en la factura. Una denuncia que las instituciones europeas están haciendo suya, pero que, así las cosas, se compadece mal con alentar a conectar dispositivos a la red. “Por eso solo quedan dos opciones: o soluciones como la nuestra o una mala calidad de la energía”, dice el emprendedor.

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