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Telepizza pasa de la gula a la anemia

Los fondos de capital riesgo propietarios de la empresa ultiman un acuerdo con otros ‘private equity’ para convertir la deuda en acciones y evitar la quiebra técnica

Telepizza
Local de la cadena de comida Telepizza.efe

Food Delivery Brands (FDB), sociedad que gestiona marcas como Telepizza, Pizza Hut, Jeno’s Pizza y Apache en 32 países, lograba este pasado lunes aplazar los 12 millones de euros que debía abonar de intereses por su emisión de bonos de 335 millones de euros lanzada en 2019. Unos bonos que se han convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los actuales propietarios de Telepizza, el fondo de capital riesgo KKR, que junto con Artá Capital, Torreal, Altamar y Safra Group lanzaron una opa por 604 millones de euros (a un precio de seis euros por acción) que puso fin a la presencia de la multinacional de comida rápida en la Bolsa española. Una firma que emplea a 45.000 personas y que cuenta con 2.300 restaurantes repartidos por el mundo.

Esta emisión de bonos, que se amortiza en 2026, ofrecía, cuando los tipos de interés eran más bajos que los actuales, un cupón del 6,25%, indicativo de que la operación no estaba exenta de riesgo. El dinero captado en esta emisión fue tanto a cubrir parte de la compra de la compañía como a repartirse entre los socios un dividendo de 131 millones de euros. Una práctica bastante usual entre este tipo de inversores. “No soy muy amigo de los fondos de capital riesgo, ya que muchas veces el negocio no es lo más importante para ellos, sino la rentabilidad que obtengan después de limpiar o maquillar la compañía”, explica el profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) Diego Pitarch.

Sin duda, las previsiones de KKR y sus socios en cuanto a la generación de dinero para atender sus costes financieros dibujaban un panorama más halagüeño, pero llegó en 2020 la pandemia de la covid con el obligado cierre de locales y en 2022 una inflación muy elevada que ha perjudicado a sus márgenes (encarecimiento de las materias primas como la harina o la electricidad). Food Delivery Brands logró facturar en los nueve primeros meses del pasado ejercicio 958 millones de euros, un 18% más que en 2021 y un 4,6% más que las ventas de 2019. El negocio va bien, pero los resultados no tanto: el ebitda (beneficio operativo) caía un 6% de enero a septiembre hasta los 28 millones de euros, con una previsión de finalizar el ejercicio 2022 en torno a los 36-39 millones, según la propia compañía.

Acuerdo con Yum! Brands

Cifras insuficientes para atender sus deudas y, además, asumir los compromisos alcanzados en 2018 con Yum! Brands de apertura de 1.300 locales en 10 años. Ese año, tras un gran acuerdo con Yum! Brands, Telepizza se convertía en su masterfranquiciado en Latinoamérica (salvo Brasil), Caribe, España, Portugal y Suiza. Un acuerdo que los actuales propietarios están también negociando y que, según fuentes cercanas a la operación, va por buen camino. Nuevamente, la covid o la propia guerra en Ucrania son argumentos para que las partes se muestren flexibles y permitan alargar los plazos en los compromisos adquiridos.

A finales de septiembre pasado, la cifra total de deuda neta de Food Delivery Brands se elevaba hasta los 412,7 millones y continuaba creciendo. El grueso se compone de la citada emisión de bonos de 335 millones, a los que hay que sumar 45 millones de créditos con la banca y un préstamo del Instituto de Crédito Oficial (ICO) por valor de 39,2 millones, este último dentro del marco de actuación del Gobierno para dar oxígeno a las compañías por la parálisis de la pandemia. También los dueños de Telepizza prestaron 42 millones a la compañía, pero esta ya les ha devuelto casi todo: solo quedan 3,8 millones pendientes. Al cierre del tercer trimestre, la liquidez de la caja de la empresa era de 26,5 millones.

Poner en orden las cuentas parece que será también una tendencia en el conjunto empresarial debido a la subida de los tipos de interés y también al efecto que sobre los resultados de las compañías tenga la prevista desaceleración económica. Como explica el profesor Pitarch, la venta de activos es una de las opciones para reducir la deuda “ya que hemos pasado de muchos años de dinero abundante y barato a un periodo de mayores restricciones y ya con tipos mucho más elevados”. Y añade: “La situación ha cambiado, y también para los bancos, que desde la crisis de 2008 huyen de acumular activos que solo generan costes. Ahora, las entidades financieras, cuando refinancian, analizan concienzudamente los planes de viabilidad y ver qué sectores pueden subsistir o no”, concluye. La refinanciación bancaria se antoja más difícil en este caso concreto y la estrategia es incorporar nuevos socios al capital.

Asesores

El consejero delegado de Food Delivery Brands, Jacobo Caller (nombrado en 2021 en sustitución de Pablo Juantegui), ha contratado para la reordenación de su deuda a Kirkland & Ellis y Uría Menéndez como asesores jurídicos y a Houlihan Lokey como asesor financiero. El secreto reina en las conversaciones entre los bonistas y la compañía para llegar a un acuerdo. Fuentes cercanas a esta operación, que ven muy pronto la resolución final, apuntan a que los bonistas acabarán convirtiendo su deuda en capital de Telepizza. Un primer paso importante, después de descartarse otras opciones como una quita de la deuda.

Según estas fuentes, las firmas de capital riesgo Oak Hill, Fortress, Blantyre y HIG Capital controlarían el 70% de la emisión de 335 millones de euros y, por tanto, serían los interlocutores en la negociación. Un porcentaje que han ido aumentando en el mercado de bonos a medida que el precio de esos bonos se desplomaba por las incertidumbres financieras de la compañía. Ni los bancos ni la Bolsa (vía ampliaciones de capital) serían los salvadores de las cuentas de FDB: el capital riesgo salvaría al propio capital riesgo. Eso sí, las condiciones y los porcentajes de capital que alcanzarán los nuevos socios y, por tanto, la dilución de los actuales es el meollo de la negociación antes de la última rúbrica. En pocos días se resolverá el enigma de si la pizza española más famosa seguirá girando.

Juego entre grandes inversores

La experiencia de los inversores particulares con Telepizza en su segunda salida a Bolsa en 2016 no fue nada positiva. La compañía (controlada entonces por la familia Ballvé, Permira y también KKR) salió a cotizar a 7,75 euros y ese mismo día cayó un 19%. Nunca volvió, en los tres años que estuvo cotizando, a recuperar ese nivel, y la opa de ­exclusión se hizo a un valor de 6 euros.
En esta nueva crisis financiera provocada por un contexto económico adverso y por el reparto de un generoso dividendo entre sus accionistas no hay víctimas particulares. Los propios bonos emitidos se lanzaron entre inversores profesionales y ahora es a ellos a los que les afecta la reestructuración y el acuerdo con los actuales accionistas. Un juego financiero que se dirime entre grandes inversores que conocen a la perfección los riesgos que asumen.


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