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Telepizza paga la generosidad de sus dueños

Los problemas financieros agobian a la compañía después de que el capital riesgo se repartiese un jugoso dividendo financiado con bonos

Motos de reparto apostadas frente a un local de Telepizza.
Motos de reparto apostadas frente a un local de Telepizza.álvaro garcía

La calificación crediticia de la empresa de comida rápida Tele­pizza, o sea su solvencia, se ha despeñado en este difícil 2020. En abril y mayo de este año su gran emisión de bonos de 335 millones de euros ha pasado de calificarse como B2 con perspectiva estable a caer hasta Caa3 con perspectiva negativa. Es decir, sus bonos pasan de ser especulativos y con alto riesgo crediticio a ser unos activos de baja calidad y muy alto riesgo crediticio. Esto le deja a un paso de la calificación más baja, que implica gran dificultad para pagar intereses o devolver el dinero prestado.

Estos bonos que Telepizza lanzó el pasado año para renovar la deuda que vencía en 2021 y pagar entre los accionistas un generoso dividendo de 1,30 euros por acción se han convertido en un quebradero de cabeza de la firma que inventó el eslogan de “el secreto está en la masa”. Un problema que ya no afecta a sus accionistas en Bolsa, ya que dejó de cotizar en 2019 después de la oferta pública de adquisición (opa) lanzada por el fondo de capital riesgo KKR, acompañado de Torreal, Altamar, Safra y Artá a seis euros por acción.

Con la llegada de la covid-19, las empresas se han puesto a hacer sus deberes para mostrar su mejor cara financiera en un entorno de menores ingresos por la caída de la actividad económica. Ahí está el debate entre Bruselas y la banca europea sobre la conveniencia de no repartir dividendos al menos durante este y el próximo ejercicio o las numerosas compañías que han retrasado sus pagos a tiempos mejores. Renegociar deudas o suprimir dividendos son las armas habituales para mostrar fortaleza en tiempos difíciles, pero la sorpresa de la pandemia ha cogido a Telepizza con el pie cambiado.

La propia compañía anunció recientemente en la presentación de resultados del primer trimestre esas dificultades. Telepizza, que ha declinado comentar su situación, registró pérdidas de 17 millones de euros frente a beneficios de 6,6 millones en igual periodo del pasado año. El beneficio de explotación (ebitda) se desplomó un 80%, hasta los cuatro millones, aunque los ingresos se elevaron hasta 96 millones por la buena marcha en los dos primeros meses de este año. Pese a ello, la compañía espera cerrar el ejercicio con un ebitda en torno a los 20 millones de euros, tres veces menos que en 2019.

Unos datos malos que se justifican en la pandemia. Aunque no es lo único que preocupa a la firma Moody’s. Telepizza explicaba en una misiva que necesita entre 95 y 115 millones de euros para hacer frente a sus problemas de liquidez y que la nueva situación ponía en peligro la alianza alcanzada con el grupo Yum! (Pizza Hut) para convertirse en su mayor máster franquiciado mundial, lo que la impulsaría a facturar 1.100 millones de euros en 2021 y extender su presencia en 37 países y 2.550 tiendas.

Igor Kartavov, analista de Moody’s, justificaba la rebaja de la solvencia de la compañía de alimentación hasta Caa3 en “el creciente riesgo de incumplimiento de sus pagos después del anuncio por parte de la compañía de la contratación de asesores para llegar a una estructura de capital más sostenible”. Y también apuntaba que ha crecido de “forma significativa” la posibilidad de generar pérdidas a los inversores que adquirieron la emisión de bonos del pasado año. Además, las dudas sobre su modelo de negocio y el impacto de la covid-19 suman más presión a su solvencia. Tele­pizza tendrá que hacer frente al primer pago de intereses de su deuda el próximo 15 de julio por un importe de 10,5 millones de euros.

Ignacio Cantos, socio director de renta variable en Atl Capital, explica que una de las prácticas habituales de las firmas de capital riesgo cuando entran en una sociedad es elevar su endeudamiento y repartirse un dividendo que lógicamente los beneficia como principales accionistas. En numerosas empresas donde participa el capital riesgo es habitual el reparto de ese dividendo que no sale del negocio de la empresa, sino que acaba formando parte de su deuda.

Refinanciar y pagar

Telepizza cerró 2018 con una deuda de 200 millones de euros, pero KKR y los inversores asociados en la opa la incrementaron hasta los 335 millones. Con 200 millones refinanciaron la compañía y los 130 millones restantes se convirtieron en un dividendo de 1,30 euros por acción que se pagó el 21 de junio de 2019, formando ellos el grueso del capital. Un pago que no gustó al consejo de administración, que lo consideró “un endeudamiento excepcional ajeno a las necesidades del negocio”. El dividendo se pagaba dos semanas antes de que Telepizza abandonase la Bolsa tras su exclusión el 17 de junio. Así terminaba la segunda parte de la cotización de esta firma de alimentación que se produjo en 2016 a un precio de colocación de 7,75 euros. Los fondos KKR, Permira y la familia Ball­vé fueron los vendedores en una operación en la que los inversores nunca vieron el precio de la acción por encima de esos 7,75 euros.

La suerte de los 335 millones en bonos de Telepizza no afectará a los inversores particulares, que no pudieron acudir a esta emisión reservada a grandes inversores. Y aquí se ha abierto una nueva lucha. Telepizza ha reconocido que está buscando esa liquidez de unos 115 millones de euros entre hedge funds, bancos y nuevos deudores, mientras los bonistas se sitúan para obtener las mayores garantías de cobro ante los malos pronósticos de Moody’s. Los bonistas deben dar el visto bueno a nuevas operaciones de endeudamiento y, según fuentes del mercado, Telepizza ya ha iniciado conversaciones. Banco Santander, Citi, Barclays y Mizuho también tendrán un papel importante al haber concedido a la compañía una línea de crédito de 45 millones.

Un sector muy sensible

Tras la marcha de Telepizza de la Bolsa, solo queda la firma de restauración AmRest que gestiona como máster franquiciado más de 1.800 locales de restauración de KFC, Pizza Hut, Starbucks o Burger King, además de ser propietaria de La Tagliatella, Blue Frog y Sushi Shop, entre otros. En noviembre de 2018 esta firma empezó a cotizar en la Bolsa española, después de su estreno en la de Polonia. Aunque cuenta con muy escasa liquidez en el mercado, AmRest ha sido duramente castigada debido a la gran dependencia de estos negocios de las restricciones impuestas por la pandemia, algo aliviados por el negocio generado a través de los repartidores de sus comidas. Su precio se desplomó desde los 11,3 euros por acción del 20 de febrero hasta tocar los 4,13 euros en plena crisis. Lejos quedan los 8,76 con los que salió al mercado. Hoy ronda los 6 euros.

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